RUBÉN VEGA JUSTO | Fotografía: Rubén Vega
En el Salón de Grados de la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid se celebraron, entre el 22 y el 24 de febrero, diversas ponencias dentro del marco del Congreso Internacional “Hombres, mujeres y credos. Usos y abusos de la religión en la Baja Edad Media peninsular. (c.1300-1500)”. El evento fue organizado por el Instituto Universitario de Historia Simancas, la Sociedad Española de Estudios Medievales, la revista de historia Erasmo, y, el Ayuntamiento de Valladolid. InformaUVa ya notició sobre las distintas charlas que acontecieron en el primer y segundo día del congreso.
En el tercer y último día la asistencia era amplia. El público -fundamentalmente docentes y alumnos del grado de Historia- mantuvo su atención a las palabras de los cuatro ponentes que dieron a conocer las materias que ocuparon sus tesis y trabajos de investigación. Hubo un descanso de media hora en el que los conferenciantes y el público aprovecharon para discutir ideas en la cafetería de la Universidad. También se inició un debate en el que no se echaron en falta las preguntas del público y, por último, una conclusión -impartida por el profesor Charles García- que puso fin a las más de 15 horas del congreso, resumiendo los temas más importantes que se impartieron.
El profesor García trató de explicar desde el punto de vista de la historia el concepto de religión, qué se entendía por religión en la Edad Media, cómo la veían entonces las personas y qué sentido tenía para ellos. El dogma de la religión católica promete a sus discípulos fieles la salvación de su alma. La ley divina que prohíbe ciertos actos considerados como impuros es la tabla de los diez mandamientos sagrados. García puso varios ejemplos en los que en la Edad Media se violaron esas prerrogativas del cristianismo, como cuando Enrique II asesinó a su hermano. En ese sentido el experto considera que «en la Edad Media la religión no existía tal y como la entendemos hoy», tratándose esta de una creación posterior. Antes la religión no era una elección, eras musulmán, mudéjar, judío o cristiano. «Quien garantizaba la práctica de tu fe era el rey». En la actualidad existen tendencias contrapuestas como el escepticismo o el ateísmo; no eran aceptadas como una alternativa.
En la Edad Media la religión no existía tal y como la entendemos hoy
Otro de los aspectos que caracterizaban a la religión de la Edad Media era que tanto presentes como difuntos integraban a la iglesia y al cuerpo de Cristo. Hoy no ocurre así, existe una barrera cada vez mayor entre la vida y la muerte. Antes la religión era entendida como «una comunidad con sus normas». «Pero era entendida también como una lengua -en el cristianismo el latín- porque cada religión tenía su propia lengua sagrada», apuntó García. Y en esas comunidades el rey -como monarca por derecho divino- era el director de orquesta que contrataba al cuerpo eclesiástico. Estas ideas resumidas sirven para contextualizar la información que los distintos expertos expusieron durante su participación.
Gonzalo Pérez Castaño, investigador de la Universidad de Valladolid, fue el primero de los cinco expertos que expuso sus teorías. Para ello se centró en su tesis doctoral «Los judíos en la diócesis de Palencia en la Baja Edad Media». Su estudio se data en 1412 en el territorio de Castilla y León. Aunque, según sostiene el experto, «la diócesis u obispado palentino en esa época no coincide exactamente con lo que serían hoy las provincias de Palencia y Valladolid». En esa etapa Catalina de Lancaster y Fernando de Antequera actuaban como regentes del futuro monarca Juan II, entonces menor de edad. Fue cuando se redactaron leyes en contra de los judíos en un contexto en el que cada vez se admitía menos a las personas que defendiesen una religión contraria a la católica. Se trató de convertir a judíos al dogma católico; Pérez señala que se bautizaron entre 15.000 y 25.000 judíos y aproximadamente 8.000 moros. Para ello la iglesia católica -respaldada por el estado- utilizaba tanto la ley como las armas propias del clero (sermones y predicaciones). Esas leyes -destacan las conocidas como leyes de Ayllón- marginaron a los judíos en las llamadas juderías «o ghettos». «El vecino de un judío nunca podría haber sido un vecino» es la mentalidad de aquella época y la idea que mejor podría sintetizar el estudio de Pérez.
Continuó Costanza Cavallero, de la Universidad de Buenos Aires, con su ponencia «Simulacros heroicos en la era de la simulación: cuando el fingimiento se convierte en la hazaña» ¿Qué esperaba la sociedad de la Baja Edad Media de la actuación de sus conciudadanos? En ese contexto -como se explicaba antes- todos los ciudadanos tenían que formar parte de una de las grandes religiones. Los cristianos conversos eran quienes -sobre todo- estaban constantemente en el punto de mira de organizaciones como la inquisición moderna. Cavallero continuó con la idea del fingimiento, pero desde la perspectiva literaria. Explicó como muchas obras «literarias y no literarias» eran creadas «por y para los nobles» con el objetivo de convencer al lector de que «existían ciertos círculos sociales imposibles de traspasar incluso a través del engaño y del fingimiento». Siguió su discurso hablando de la ficción heroica centrándose en la obra El castillo Inexpugnable (1528) del fraile de Redondo y Alvarado. Mencionó y desarrolló la idea de cómo la sociedad de la Baja Edad Media veía como heroico matar y después suicidarse en ciertos contextos.
Le siguió -después de un descanso de media hora- Pedro Martínez García de la Universidad de Heidelberg (Alemania) con su ponencia: «La diáspora sefardí: Portugal y Nápoles». Se basa en su investigación posdoctoral. El edicto de Granada de 1492 hizo que muchos judíos españolas tuvieran que emigrar a otros países. Muchos de esos judíos expulsados se instalaron en reinos como los de Portugal y Nápoles. El objeto del estudio de Pedro es analizar el estilo de vida en el exilio de esos grupos religiosos expulsados de España. ¿Cómo se integraron? ¿Cómo fueron recibidos estos refugiados?
Sería Juan Rebollo Bote, de la Universidad de Valladolid, quien daría la última charla antes del debate y la conclusión del congreso: «La alijama de moros de Trujillo y sus conflictos a fines de la Edad Media». El investigador comenzó su ponencia adelantando que buscaba un tono desenfadado. «Me centro en mis estudios pero para tratar de sacar unas reflexiones, no llenándoos de datos y datos». Creo que en la Edad Media coexistían en vez de tres culturas, tres religiones». El experto sostuvo que había judíos que provenían de distintas regiones y que venían influenciados por distintas lenguas y hábitos; esa realidad por tanto mostraba muchos más matices que deberían tenerse en cuenta. Esas comunidades -la musulmana, la cristiana y la judía- son «permeables». El experto mencionó como en el caso de Trujillo hay que tener muy en cuenta que se trata de una frontera con Portugal, lo que hizo que debido a sucesos históricos los judíos se pasaran de un lado a otro. Trujillo, sostiene Rebollo, formaba parte de la comunidad castellana en muchos ámbitos de la vida pública. «Sin musulmanes y sin judíos no se podría entender esa comunidad». Una charla que trató de ir más allá y cuestionar a la visión convencional de esta parte de la historia.
Al debate se unieron múltiples personas de un público que -como ya se comentaba antes- estaba formado por alumnos y docentes del grado de Historia de la Universidad de Valladolid. Mantuvieron una actitud crítica y de diálogo constante con los ponentes, que también intercambiaban opiniones entre ellos. Con las conclusiones aportadas por el profesor García, se cerró un congreso que reunió a gran cantidad de interesados. Dato aparte y casi como curiosidad, el equipo de InformaUVa se acercó a Luis Araus -uno de los organizadores junto a Juan A. Prieto- y le pregunto la razón de la imagen escogida para el cartel del congreso. Él respondió que se trata de una obra de la iglesia de San Millan en Balbase (Burgos) creada por Alonso de Sedín allá por 1480. Pretendía caricaturizar a la iglesia como lo han hecho otros tantos grabados datados -sobre todo- durante el periodo de las guerras protestantes.