SELENA SAN JOSÉ VIVAS | Fotografía: Unsplash
Desde que las nuevas tecnologías, y con ello las redes sociales, han llegado a nuestras vidas, la proliferación de noticias falsas o fake news no ha dejado de aumentar. Hemos llegado a un punto de la historia en el que la información universal incrementa más que nunca los bulos y las noticias falsas. Sobre todo porque en este tipo de redes sociales cualquier persona puede aportar su testimonio que puede quedar lejos de la verdad y estar más cerca del relato personal redactado con algún tipo de interés.
Sin embargo, evitar la desinformación no es sencillo. Normalmente el ser humano no es consciente de que la información que puede llegarle a través de las redes sociales o que comparte con sus amigos por cadenas de mensajes sea falsa. Es más, a menudo piensa que eso les pasa a otros, pero no a ellos mismos, ya que tiende a creer en aquella información que va alineada con su ideología o manera de pensar.
Muchos estudios afirman que la desinformación aumenta cuando suceden momentos de crisis o que pueden afectar a todo el planeta, como recientemente hemos visto con la pandemia. Por ello, muchos aconsejan ser críticos y equilibrados con la información y no ser tan confiados.
