AINHOA DE LA HUERGA CELESTINO | Fotografía: Pixabay |
En los últimos años, aparece el gran impacto que tiene la información sobre los abusos sexuales de famosos, sacerdotes o en los hogares. Este tema debe tratarse con un cuidado extremo, no como un producto que vender. Es necesario que la información de los hechos en sí sea escueta y clara, y no caer en el sensacionalismo, como sucedió en el caso de ‘La Manada’; ya que la función no es ganar más lectores gracias al morbo que suscita el asunto en cuestión. El deseo del periodista debe ser hacer periodismo de calidad, al servicio del ciudadano y en favor del bien social.
En la actualidad, los medios de masas constituyen el cuarto poder del estado. Por ello, se debe exigir una cultura de masas que reste importancia a la audiencia y cuyos mínimos requisitos sean el respeto por la sociedad democrática y los derechos fundamentales.
El periodismo debe responder a un control jurídico, pero ante todo ético. La información sobre abusos sexuales no debe ser empleada en ningún caso con intereses distintos a la denuncia de los delitos y la sociedad, con el único propósito de constituir mejoras en el ámbito social, es decir, debe independizarse de los intereses políticos y económicos.
Los periódicos son ante todo la fuente de información de la población, por lo que son una herramienta de manipulación muy útil para el gobierno. Es por ello por lo que no se debe convertir estos casos en símbolos, ni se les debe emplear como un estandarte contra la oposición.
Estos casos son delitos, y como tales, se les debe hacer justicia y se debe de respetar el derecho a la propia imagen y a la intimidad a las víctimas implicados en los abusos, no son un producto inanimado, sino personas que cuyas vivencias requieren un tratamiento digno.