La periodista valenciana, que ha trabajado en Canal 9 y TVE, explicó su punto de vista sobre el mundo de la televisión y la telebasura en el ciclo de conferencias InforUVa de la facultad de Filosofía y Letras.
“Quien haya visto el faletazo que levante la mano”. Unos cuantos brazos se alzaron entre la audiencia, compuesta casi en su totalidad por estudiantes y algún profesor. Quien hacía esta pregunta era la periodista Mariola Cubells, que acudió el 6 de marzo a la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid como invitada al ciclo de conferencias InforUVa.
“Vaya, pensaba que ibais a ser más”, reconoció Cubells. Ese día en televisión hubo cuatro millones de espectadores que veían cómo “Falete y otros se tiraban a la piscina y otros tres millones veían Gran Hermano”.
Para la periodista, que en la actualidad trabaja en la SER y tiene un blog en el Huffington Post, hay una diferencia entre estos programas. “Muy edificantes no son”, pero “programas como Gran Hermano manchan mucho a quien los ve”, aseguró.
Hay dos tipos de espectadores, según Cubells. Los que consideran que son “canis en una casa”, los miran desde su atalaya y pueden decir “voy a ver esta mierda”. Esos no tienen amigas chonis ni quedan con esos “palurdos musculitos”. “No forman parte de mi entorno, pero yo los veo, los veo porque son tan divertidos…”.
“Que vosotros veáis Gandía Shore no os va a afectar, no sois el público que me preocupa”, aseguró Cubells refiriéndose a los estudiantes que habían acudido a la ponencia. “A mí me preocupa el [público] mayoritario”, el que se cree esos programas.
Cubells conoce bien este tipo de televisión. “Yo hacía un programa de testimonios,” para Televisión Española, “lo típico de El diario de Patricia”, recuerda. “Hacíamos cosas realmente bárbaras para conseguir que la gente fuese a nuestro programa”. Los temas eran, según sus propias palabras, burdos, sucios, morbosos, sensacionalistas… “Estábamos haciendo programas de mierda”.
Al final, Cubells puso el límite. “Tú puedes hacer estos programas porque necesitas comer”, puedes creer “incomprensiblemente, que haces periodismo de investigación, y puedes no hacerlos”. “Se puede decir que no”, asegura.
Tras acabar su periplo televisivo escribió ¡Mírame, tonto!, un libro que revela algunos de los episodios de manipulación más sonrojantes de la televisión, todo de primera mano. ¿Su misión? Mandar un mensaje. “Ya he decidido que en esta vida voy a hacer pedagogía”, sentenció con una sonrisa en los labios.
(*) Texto: David Asta (@astaalares); Fotografías: Maje M.S. (@ladymaje)