SARA UÑA SAAVEDRA | Fotografías: Sara Uña
El acto público ‘Partisanas, mujeres en armas contra el fascismo’ comenzaba, poco después de lo previsto, en el Centro Social Autogestionado ‘Vientos del Pueblo’, con el objetivo de “recuperar la memoria de todas aquellas mujeres que lucharon contra el fascismo, y que tomaron las armas para hacerlo, y que la historia patriarcal se ha empeñado en ocultar”, como defendió la miembro del centro que iba a guiar el encuentro y que prefirió omitir su nombre para hablar en el de toda la organización.
La cita iba a consistir en un breve repaso por la situación de la resistencia europea en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, poniendo el foco en las labores que desempeñó la mujer. La encargada de la exposición aclaró, lo primero, que ellas no son historiadoras ni expertas en el tema, sino que lo hacen como militantes feministas que “consideran importante recuperar la historia”. Para ello, se basaron en el libro Partisanas. La mujer en la resistencia armada contra el fascismo y la ocupación alemana (1936-1945), de la periodista e historiadora Ingrid Strobl, cuya primera edición fue publicada en los años 90.
“En el imaginario patriarcal las mujeres que han ido al frente han sido enfermeras, cuidadoras y cocineras, pero lo cierto es que nos sorprendería la gran cantidad de mujeres que cogieron las armas para defenderse, defenderse como antifascistas y como mujeres”, arguyó la ponente. Para ejemplificar las diversas tareas que ejercían las mujeres, se proyectó un breve extracto de una obra teatral. A continuación, y desde la premisa “Las mujeres no se limitaban solo a la retaguardia» , pasó a realizar un recorrido por países de Europa, tanto occidental como oriental, para “rescatar los nombres de algunas de estas mujeres y su historia.”.
A modo de introducción, la ponente comenzó el itinerario desde la resistencia en el Este de Europa, en la órbita comunista. Definió este caso como “paradigmático”, para precisar, “debido a lo que se nos viene a la mente cuando hablamos de Polonia, Lituania en la Segunda Guerra Mundial…no es precisamente la resistencia”. Muchos judíos llevaban a judíos a los campos de concentración o directamente a la muerte.
Sobre las estrategias que el régimen nazi utilizaba contra los judíos, la miembro del centro social explicó que se basaban en dos puntos. Por un lado, los guetos: espacios dentro de las ciudades donde los nazis hacinaban y encerraban a los judíos y que los separaba en áreas del resto de la población para controlarlos. Por el otro, los campos de exterminio y concentración, que vinieron más tarde.
Sobre el primer aspecto subrayó que “la resistencia en lo guetos fue bastante importante; en 40 guetos del este de Europa surgió resistencia judía, una resistencia marcada por las dificultades del aislamiento, la segregación y la ausencia de ayuda que no fuese judía”. En Polonia hubo 28 unidades de Partisanas judías y 13 unidades mixtas. Este grupo de oposición, en estos casos, fue fundamentalmente judío y comunista, aunque también hubo casos como en Polonia en la que era controlada por el gobierno desde el exilio, pero que no apostaban por el enfrentamiento armado con los nazis directamente. “Esa situación provocó una profunda división de la resistencia que en un primer momento dificultó la reacción a la masacre que luego todos conocemos”, explicó la portavoz de Vientos del Pueblo.
Dentro de la resistencia en los guetos las mujeres desempeñaron un papel importante como recopiladoras de información, facilitadoras de armas, contables. Su labor como informadoras fue fundamental pues conseguían las noticias que no llegaban de otras partes del mundo a partir de múltiples viajes dentro de Varsovia. Informaban de las matanzas que, en un primer momento, no se creía que pudiesen estar pasando.
La ponente destacó algunos testimonios y anécdotas que aparecen en el libro. “Un ejemplo de las labores de las mujeres en la resistencia es que, como muchas parecían ‘arias’, las utilizaban como emisarias infiltradas, mensajeras o para obtener armas”. Mujeres que burlaban los controles alemanes sin que ellos imaginasen su verdadera identidad. Otro ejemplo fue el de una mujer que con un libro de química colaboró en la elaboración de las primeras botellas explosivas. A continuación, explicó casos concretos de puntos donde se desarrolló la resistencia antifascista:
El gueto de Varsovia, el más importante de Polonia y el mayor gueto judío establecido por los nazis en Europa, se formó en 1940 con cerca de 450.000 personas, y dos años más tarde, en 1942, ya había causado 100.000 muertos. “En esos años llegaban a través de las emisarias noticias de diferentes frentes, acerca de las masacres que se estaban cometiendo; una Información esencial para que la realidad, que no se creía, fuese imponiéndose poco a poco”. Así, en marzo del 42, se produjo la unión de la resistencia en el bloque antifascista.
Dentro de las posiciones de mando, sin embargo, las mujeres fueron excluidas, salvo excepciones. A finales de octubre del 42, el bloque antifascista se reúne y emerge el ZOB (Organización de combate judía), uno de los principales movimientos de resistencia judía, que contaba con una única mujer. Sin embargo, el gueto sería tomado por los alemanes en mayo del 43, ejecutando a los líderes e incendiándolo después para evitar más insurrecciones de la resistencia.
Otro centro donde se concentraba la lucha judía y partisana fue Vilna, en Lituania, en manos del Ejército Rojo por aquellas fechas. En el 41, la ciudad fue ocupada por los alemanes y allí se establecieron dos guetos, uno con trabajadores con permiso y otro de judíos incapaces de trabajar en la industria, con el cual se masacró y se liquidó a la población porque “solo los que tenían papeles, es decir, los que tenían derecho a trabajar, eran los que tenían derecho a la vida”. También, decidieron unir en este gueto todas las fuerzas de la resistencia y formaron la FPO (Organización de Partisanos Unidos), que contaba con muchas mujeres que colaboraban con partisanos soviéticos. Este núcleo de resistencia fue descubierto por los alemanes y tuvieron que huir, en un plan exitoso orquestado por dos mujeres.
Otro caso fue Crakovia, que en los 40 fue decretada “ciudad libre de judíos”. Casos donde se hacía palpable la influencia decisiva de las mujeres para la unión de la resistencia, muchas como líderes ideológicas y beligerantes.
La autora del libro dice que “no se hacía diferencia alguna entre luchadoras y luchadores” en lo que se refería a las tareas de combate. “Las mujeres estaban igual en pie de guerra que los hombres”: patrullaban por las calles, mantenían relaciones con los grupos y elaboraban armas y material explosivo. Asimismo, a todo lo anterior, le añadían sus labores del hogar, las cuales, en cambio, no eran divididas entre ambos sexos como la mayoría del resto de trabajos. “A los hombres les tocaba la dirección política y militar y a las mujeres cocinar, la división sexual del trabajo por ese tiempo tampoco se cuestionó”, defendió la ponente de Vientos del Pueblo.
Además, de este recorrido histórico, se expusieron una serie de fotografías sobre mujeres partisanas en el frente. La cita concluyó con la intervención de algunos asistentes con opiniones sobre lo comentado en el acto. Como colofón, la ponente, animó al público a seguir de cerca las próximas actividades propuestas en sus redes sociales. El centro social ‘Vientos del Pueblo’ lleva entre tres y cuatro años organizando, en palabras de la miembro, “actividades alternativas» que dan cabida a todas y todos, desde «una perspectiva anticapitalista», sobre feminismo, cultura alternativa, lucha obrera o solidaridad internacionalista.
Un acto, este, para dar realidad a otras protagonistas que rara vez aparecen en los libros de historia plagados de rostros masculinos y parcos en figuras femeninas. Figuras ocultas que lucharon por las mujeres, por los hombres y como los hombres.