ALEJANDRA SALAZAR PAZ  |  Fotografía: Mayela de Castro  |

Zapatillas, Penicilinos y 150 años de historia ponen el broche final a la etapa del bar más longevo de Valladolid. Y es que, nunca está de más recordar lo bueno que hicieron otros por la ciudad y por el prójimo. De esto, entiende bien Lorenzo Bernal, que en 1872 se embarcó en la aventura de El Penicilino, sin imaginarse cómo ahondaría en los corazones de tantas personas de generación en generación.

Lorenzo Bernal, un fabricante de licores procedente de Viana de Cega, adquirió este local con la finalidad de despachar sus creaciones, para posteriormente, a principios de los años XX, realizar un traspaso a Juan Martín Calvo, un bodeguero de Tudela de Duero, que junto a su mujer siguieron con la tradición de servir este brebaje y la famosa ‘zapatilla’.

Penicilinos con sus respectivas pastas llamadas ‘zapatillas’/ Fotografía: Wikipedia

Fue en 1940, cuando un joven estudiante de medicina calificó este elixir de vino dulce, llamándolo ‘penicilino’. Es generosa la lista de personas que han contado con el placer de poder pertenecer a este negocio. En principio, los herederos de la familia de Juan Martín Calvo se hicieron cargo del establecimiento, hasta que, en 2006 el Penicilino cerró por jubilación. Pero la melancolía por el cierre tuvo que esperar, porque apenas tres semanas después ya existían nuevos dueños dispuestos a seguir con el legado.

Seas de Valladolid, o no, la visita a El Penicilino es algo casi obligatorio. Situado al lado de la Catedral ya hace de este lugar, un sitio encantador, pero ahí no termina todo. La primera vez que traspasas sus puertas te das de bruces con un espacio en forma de “U”, porque la peculiaridad aquí siempre ha sido plato de buen gusto. El espacio es vertebrado por una gran barra de madera. Posee estanterías del mismo material, sobre las cuales se asientan botellas antigüas, que dejan entrever la intrahistoria que tiene este lugar.

La terraza ocupa una parte de la plaza de La libertad, y pese a su amplitud, mucho tienes que rezar para poder encontrar una mesa cuando llegan los meses calurosos. Su ambiente acogedor, conformado por una fusión de gentes hace que este sea el lugar idóneo para disfrutar de un respiro. Desde familias con sus más pequeños, hasta personas de mayor edad, pasando por universitarios y hasta apasionados del rock. Es lo que hace que este lugar sea tan especial y acogedor.

Plaza de La Libertad | Mayela de Castro

A finales de febrero de este año, la noticia del cierre se hace eco de este lugar, y es que, la fachada se encuentra en tan mal estado que obliga a los dueños de este establecimiento a echar el cierre definitivamente, debido a la demolición del edificio. Pero no sin antes organizar una gran fiesta de ‘casi cierre’. A ella, acudieron cerca de un centenar de personas para dar el adiós merecido a este bar mítico de Valladolid entre música, bailes y comida.

El adiós definitivo ocurrió el 27 de septiembre, debido a la tardía llegada de las licencias de las obras del edificio, que propiciaron unos meses más de uso y disfrute del emblemático lugar a los vallisoletanos.

Aún surgen dudas de si el establecimiento podrá reabrir sus puertas algún día, pero una cosa sí está clara. Y es que… El Penicilino fue, es y será hogar.