INÉS MODRÓN LECUE  |  Fotografía: Iago Castro-Pérez  |

Ilusión, curiosidad y, sobre todo, nervios acompañados de algo de miedo son la carga que los nuevos alumnos llevan en su mochila el primer día de Universidad. Comienza una nueva etapa en un entorno diferente, quizás incluso en una ciudad distinta. Conseguir ser parte de un grupo se convierte en la principal preocupación, nadie quiere quedarse solo. Entran en juego entonces las llamadas ‘novatadas’, unas actividades dirigidas por los estudiantes más veteranos y asumidas por los novatos que generan polémica dentro y fuera del entorno universitario. En un año normal, habrían terminado hace escasas semanas, pero la pandemia ha afectado a su desarrollo.

Esta práctica tan habitual durante las primeras semanas de curso se ve desde una perspectiva muy diferente según a quién se pregunte. No es una cuestión de edad ni de pertenencia al grupo de novatos o de veteranos. En todos ellos existen opiniones contrapuestas. Sus defensores destacan la ayuda que supone a los recién llegados a la hora de integrarse en el ambiente universitario. Sin embargo, los más críticos consideran que son actividades vejatorias que deben erradicarse. No hay unas pautas concretas a la hora de celebrar unas novatadas, pero algunas de las pruebas más populares a las que se someten los participantes son el pringue, donde se les mancha de huevo, harina y otros productos alimenticios; ir en pijama a clase; o ingerir cantidades considerables de alcohol.

En la Universidad de Valladolid, están prohibidas. Aun así, en muchas de sus carreras las practican año tras año. Cristina de la Rosa, Vicerrectora de Estudiantes, recuerda que ‘promover o ejecutar las novatadas en cualquier espacio universitario puede acarrear sanciones muy duras‘. Con estas medidas buscan transmitir que estas prácticas ‘no son un derecho ni una obligación para los estudiantes y suponen una humillación, sumisión y abuso para los nuevos integrantes de la comunidad universitaria’. La UVa pone a disposición de las víctimas de estas actividades un formulario web para hacer llegar denuncias al respecto. Lo acompaña de una contundente declaración: ‘Ante las novatadas: tolerancia cero. Pide ayuda, denuncia, no participes’.

Una oportunidad de integrarse

Choca con esta postura, la de los alumnos que ven en ellas una oportunidad de comenzar la etapa universitaria con buen pie. María, alumna de tercer curso, asegura que su intención ‘siempre ha sido que sean una actividad integradora‘. Aunque admite que ha sido testigo ‘de momentos humillantes alguna vez’, defiende que su concepto de novatadas está ‘muy alejado de esas actitudes‘. Para ella, la clave está en las actividades que se propongan, pero no considera que sean por sí mismas algo dañino o peligroso.

Las noticias más estremecedoras sobre los extremos que alcanzan en ocasiones las novatadas suelen tener como escenario las residencias y Colegios Mayores. Los pertenecientes a la Universidad Complutense de Madrid acaparan titulares cada comienzo de curso por la brutalidad que muestran algunas de estas prácticas.

María considera que esta situación no se parece a la que se vive en la UVa. ‘Las novatadas en las residencias no duran una semana, sino aproximadamente un mes, en el que prácticamente no haces otra cosa que ser el esclavo de tu veterano’, explica. Destaca también que ‘en las grandes ciudades como Madrid son mucho más vejatorias que en otras más pequeñas como Valladolid’. Una diferencia fundamental entre las propias del curso y las de la residencia o Colegio Mayor es la libertad de decidir si se quiere formar parte. Esto se vuelve más complicado cuando hay convivencia de por medio.

A modo de respuesta al argumento de las novatadas como bienvenida, la UVa manifiesta que ‘la integración en la vida académica no puede ni debe estar vinculada a la aceptación de la humillación, la vejación, la sumisión y el abuso, contrarios al espíritu y objetivos de la Universidad’. Consideran necesario poner fin a estas prácticas para ejercer la ‘defensa de la convivencia pacífica, la tolerancia, la dignidad personal, y de los principios de libertad e igualdad de todos’.

Experiencias de veteranos

María también llegó asustada el primer día de clase por lo que pudiera pasar en sus novatadas. ‘Como todos los que empiezan la Universidad’, subraya. Sin embargo, la imagen que observó no le pareció intimidatoria, ‘pero sí absurda’. ‘Los veteranos estaban obligando a los novatos a cantar canciones ridículas e ir en trenecito hasta industriales’, recuerda. Decidió, decepcionada, no participar en aquellas actividades. Al año siguiente, se comprometió a organizar ‘unas novatadas divertidas, sin obligar a nadie a beber ni a hacer nada que no les apeteciera’. Convencida del potencial que tienen para acoger a los nuevos alumnos, puso todo de su parte.

Novatos y veteranos en una foto de grupo. | Cedida por Andrea Merino

‘Mi único objetivo era que lo pasaran bien y se conocieran. Como buena veterana participé con ellos en todos los juegos y aproveché para recuperar las novatadas que me hubiera gustado tener‘, apunta. Se posiciona como una alumna a favor de las novatadas, siempre y cuando sean ‘divertidas para ambas partes‘. Abandona así la tradicional idea en este tipo de eventos que sitúa a los veteranos en una posición de superioridad respecto a sus compañeros. María se lo pasó en grande con la preparación, pero su mayor satisfacción fue saber que ‘ellos estuvieron cómodos y disfrutaron mucho la experiencia’.

La situación epidemiológica actual hizo que la UVa incidiera especialmente este año en recriminar esta práctica. Cristina de la Rosa advierte que realizar estas actividades en momentos así ‘sería de una extrema irresponsabilidad‘. Debido a la crisis de la COVID-19, apenas se han celebrado novatadas este curso, pero todo parece indicar que se trata de una excepción. Es una tradición muy instaurada, que aún cuenta con muchos adeptos.

Pese a lo que se pueda pensar, ambas posiciones no son tan distantes. La censura a estas prácticas se debe a su posible carácter vejatorio, algo que tampoco defienden la mayoría de estudiantes que disfrutan con las novatadas, tanto novatos como veteranos. Quizás unas jornadas de integración, que garanticen la dignidad de los participantes mientras les da la bienvenida a esta nueva etapa sea una solución a este eterno problema.