PAULA GÓMEZ RODRÍGUEZ   |  Fotografía: PAULA GÓMEZ RODRÍGUEZ

Virginia Martín Jiménez es la profesora que impartió este miércoles el taller de «Género e igualdad: claves para su tratamiento periodístico». En las XIII Jornadas de Periodismo Social que se están celebrando estos días, se recalca el valor de los derechos humanos. Los derechos de los migrantes, de los ancianos, y en este caso los de las mujeres.

Virginia Martín empezó la charla proponiendo un juego:

Este consistía en unir los nueve puntos que vemos en la imagen superior con cuatro líneas rectas y sin levantar el lápiz. Aparentemente es imposible hacerlo, pero tiene una solución muy sencilla “debemos salirnos del cuadrado imaginario que nuestra mente establece”. Este cuadrado lo que hace es poner límites a nuestra mente, y por lo tanto a nuestra capacidad de ver, comprender y responder a la imagen.

Sin embargo, Virginia invita a salirse de ese concepto tan interiorizado, sin el que la solución del juego sería muy sencilla.

Estas ideas prefijadas no las ponen las personas solas, sino que todos estamos formados por una cultura a través de la cual enmarcamos la realidad que vemos. Esta cultura, patriarcal, “marca nuestros pensamientos y los delimita”.

Esto es algo con lo que convivimos diariamente. Con esa idea delimitada que no nos permite cuestionarnos. Esa idea es nuestra base cultural. Todos estamos formados por una cultura a través de la cual enmarcamos la realidad que vemos. “Esto tiene mucho que ver con lo que hoy estamos tratando (…) Debemos seguir haciéndonos preguntas, debéis perder el miedo a cuestionaros las cosas.”

Los periodistas debemos de ser conscientes de esta situación y tratar de cambiarla desde nuestra posición de poder. El periodismo se nutre de la sociedad, pero es que la sociedad se conforma a través del periodismo.

Virginia invita a los futuros periodistas a atreverse a cuestionar cuestiones que hasta ahora han sido inamovibles. “Tener perspectiva de género es lo que nos va a permitir mirar la realidad de manera diferente, salirse de esas construcciones culturales”.

Las construcciones culturales son las que marcan que es lo “femenino” y que lo “masculino”.

El azul, las motos, el deporte, los robots, y las zapatillas para los niños VS el rosa, las cocinitas, el baile, las muñecas y los tacones para las niñas.

Para empezar a luchar, desde el periodismo o cualquier otro sector contra estas construcciones culturales, debemos tener claro que las afectadas somos nosotras, pero que también lo son ellos. “Los hombres no lloran, tienen que ser fuertes (…) las mujeres no son líderes, son mandonas…”.

Virginia ha explicado que pensar con perspectiva de género requiere un esfuerzo inicial, ya que estamos haciendo que nuestro cerebro tenga una visión del mundo que va más allá de todo lo que hemos recibido durante años. Esto, dentro de la cultura patriarcal e históricamente machista en la que vivimos.

Esta cultura siempre ha dado privilegios a los hombres y se los ha quitado a todo lo que tenía que ver con las mujeres, “por eso es tan importante el dar voz a las mujeres”.

Por otro lado, la profesora Virginia Martín también ha hablado del lenguaje inclusive y para ejemplificarlo no necesitó irse muy lejos, le sirvió con ella misma. “Si en mi carnet de la UVA pusiese Docente Virginia Martín, a mí no me resultaría extraño, pero pone Profesor Virginia Martín. Y no soy un profesor, yo soy una profesora”.

Virginia Martín Jiménez. Profesora del área de periodismo.

El lenguaje inclusive y no sexista no es sustituir un término por otro, sino que muestra lo que no está, pero te han enseñado a creer que sí. Por ejemplo, si alguien dice “Los hombres son hombres desde que existe el mundo” ¿Se refiere a los hombres o a las mujeres? ¿O al ser humano como especie? El lenguaje inclusive pide que no se deje a la imaginación.

Respecto a la manera de comunicar dependiendo de si la noticia se trata de un hombre o una mujer, también debemos tener en cuenta si estamos cometiendo o no esos sexismos interiorizados que todos y todas tenemos. Algo que es muy práctico para darnos cuenta si de si realmente estamos utilizando un planteamiento machista o sexista en lo que escribimos, es darle la vuelta. “Si donde tenemos puesto a mujeres, ponemos a hombres y hay algo que nos chirria, debemos plantearnos reescribirlo”.

Nadie se imagina leer en una biografía de un relevante personaje histórico de esta manera: “Pierre Curie, casado y padre de dos hijas, encontró tiempo para el amor durante su breve carrera científica”. Al contrario, sí estamos acostumbrados a leer este tipo de comentarios cargados de sexismos cuando se trata de mujeres como protagonistas.

También al hablar de la violencia machista, al contar esas historias no podemos hacerlo como si fuese un suceso, explicando lo que pasaba entre el hombre, la mujer y como acabó la historia. Si no que hay que contar lo que hay detrás de ese relato, que es toda la violencia machista, todos los maltratos, ese hombre ejerció hasta asesinar a su mujer.

Porque eso es lo que tiene que ver con todos los casos de violencia de género de los que se ha hablado hasta el momento, y desgraciadamente, de los que se hablará. NO de si la mujer estaba borracha, NO si se fue con él a casa, NO si llevaba una falda corta.

Otros puntos que Virginia aclara respecto a las noticias sobre la violencia machista son: Intentar no identificar a las víctimas y no dar información sobre ellas; como en cualquier noticia respetar la presunción de inocencia; nunca buscar justificaciones como “El que ella le haya engañado con otra persona, el que estaban en pleno divorcio, o el que había tomado drogas”; evitar las opiniones de familiares o vecinos y poner el micrófono en los expertos; etcétera.

Por todo esto y más, no debe existir un periodismo que no sea social. La profesión periodística tiene un gran poder y se ve reflejada en la sociedad, por eso el periodista siempre debe tener presente esa responsabilidad social.

Porque contar la realidad de forma igualitaria es hacerlo de forma justa.