PATRICIA LUCEÑO MARTÍNEZ | Fotografía: Pixabay
Han pasado unos años ya de las revueltas en el mundo árabe, de Occupy Wall Street o del 15M, algunas de las primeras muestras a gran escala de cómo las nuevas tecnologías llevan aparejada la aparición de -también- nuevas formas de organización política. Sin embargo, aún nos suena lejano -y poco común fuera de los círculos especializados- hablar de ‘tecnopolítica’.
Ahora bien, ¿qué es exactamente la tecnopolítica? A pesar del emergente y constante debate terminológico, podemos consensuar como punto de partida la siguiente definición: «Uso táctico y estratégico de las herramientas digitales para la organización, comunicación y acción colectiva. La capacidad de la multitudes conectadas, de los cerebros y cuerpos en red para crear y automodular la acción colectiva».
Y esta tecnopolítica, ¿por qué es tan importante? ¿No es Internet una herramienta más en manos del político o del votante? Antoni Gutiérrez-Rubí explica en su libro Tecnopolítica. El uso y la concepción de las nuevas herramientas tecnológicas para la comunicación, la organización y la acción política colectivas que «una de las claves de por qué la tecnopolítica puede ser un factor de renovación política extraordinaria no radica solo en la potencia tecnológica para hacer posible y más fácil la participación y la deliberación a gran escala, sino por la capacidad de reconvertir a los militantes, simpatizantes o votantes en activistas».
La Universidad de Valladolid tiene muy presente esta nueva dimensión tecnológica. Por eso, la profesora del Área de Periodismo Eva Campos Domínguez ha organizado dos seminarios de entrada libre que, dentro del programa del Máster en Investigación de la Comunicación como Agente Histórico Social, abordan este fenómeno.
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