Un paso atrás para los derechos de las mujeres y niñas en Irak

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Muslim mom teaching daughter how to wear a Hijab
Ainara Álvarez González | Fotografía: Freepik |

El reciente paquete de reformas en Irak es un retroceso significativo en la lucha por los derechos humanos y, especialmente en la defensa de los derechos de las mujeres y niñas en el país. Esta reforma  profundiza las  divisiones sectarias en Irak y abre la puerta a la legalización de prácticas perjudiciales, como el matrimonio infantil.

La medida da mayor autoridad a los tribunales islámicos en temas de matrimonio, divorcio y herencias, socavando el marco legal progresista de Abdul-Karim Qasim. Esta legislación, que fijaba los 18 años como edad mínima para el matrimonio, buscaba proteger los derechos de las mujeres, un avance eclipsado, ya que los clérigos consideran a las niñas de nueve años aptas para el matrimonio.

Este giro legislativo representa una grave amenaza para la autonomía y el bienestar de las mujeres y las niñas de Irak. La legalización del matrimonio infantil aumenta el abuso, la violencia, perpetua la pobreza y la desigualdad. En muchos casos, las niñas se ven forzadas a casarse para aliviar las dificultades económicas  familiares, ya que el matrimonio incluye una dote. Sin embargo, estos matrimonios rara vez terminan bien, y las niñas sufren consecuencias psicológicas y físicas incluyendo abusos, divorcios y violencia doméstica.

Estas reformas pueden dejar a muchas mujeres sin protección legal, favoreciendo  interpretaciones religiosas de la ley, que ponen en riesgo derechos fundamentales.

El presidente del Parlamento, Mahmoud al-Mashhadani, celebró la aprobación del paquete como un «paso importante en el proceso de mejorar la justicia»,  pero estas reformas no son un avance. Más bien, son un recordatorio doloroso de cómo las luchas por los derechos humanos pueden ser fácilmente desmanteladas.

El grito de las mujeres y jóvenes iraquíes en las calles, en protesta contra estas reformas, es un llamado urgente a la comunidad internacional. Irak no debe escribir su historia a costa de los derechos fundamentales de la mitad de su población. Las niñas iraquíes merecen un futuro donde puedan estudiar, jugar y decidir sobre sus cuerpos, y que no las traten como piezas.