PALOMA AGUADO CARRO | Fotografía: Paloma Aguado
¡Una nariz en un cristal! Y unos ojos clavados en aquella muñeca fabulosa. “¡Despega tú al niño!”, decía la madre. Pero poco había que hacer, decenas de cristales esperaban alguna nariz que abrazar. ¡Menudo entusiasmo! Queríamos descubrir que escondía cada rincón, a qué sabía la pizza de en frente y cómo olía el chocolate recién hecho. Sólo se oían a madres desesperadas y a padres cansados de unos hijos tan vivarachos. Sí, vivarachos, ¿por qué no? Qué hay de malo en descubrir por qué esas escaleras se movían y las de nuestra casa había que subirlas con sudor y lágrimas. Mi nariz, en poco tiempo, ya estaba sobre el cristal del coche pensando en cuando volvería a Valladolid. Porque, ¿ese centro comercial era Valladolid, verdad? Si sí, Equinoccio Park, el paraíso de los niños hace diez años. Aunque parece que poco queda hoy de aquel edén vallisoletano para unos jóvenes ojos palentinos. Ahora no hay ninguna nariz en los cristales y no hay padres cabreados. Ya no es lo que era, la mayor parte de tiendas han cerrado y hay pocas luces y mucho polvo, de ese que hace un poco de daño al corazón.
“Aquel Valladolid que yo conocía, vivaracho y repleto de jolgorio, no puede haber desaparecido”, pensaba y sigo pensando. He tenido que venir en busca de alguna nariz aplastada a la universidad de la capital de Castilla, de algún joven que se cuestionara por qué los nuevos establecimientos se catalogan por números, como aula 102, y no por el alegre nombre de Imaginarium. ¡Menuda juerga me encontré nada más entrar! Olía también a pizza y a chocolate, a juguetes nuevos que cada adolescente teníamos que estudiar ese año. Sin embargo, cada nariz estaba en su lugar. No las encontré en ningún cristal pegadas ni en ningún libro escondidas. Ya no querían descubrir cosas. Mi nuevo Valladolid y los niños grandes ya no éramos vivarachos. No encontraba la esencia de aquella ciudad que se dibujaba en mi mente en forma de recuerdo. Y ahora sí, parece una ciudad con pocas luces y mucho polvo, de ese que no deja pensar y opinar con claridad.
[Esta columna ha sido la ganadora de todas las presentadas por los alumnos de Periodismo de Opinión, una asignatura de 3º del Grado en Periodismo impartida por Pilar Sánchez}
Redondo! en cuerpo y alma.
Titular, cuerpo, cierre (certero), foto (para cargar este espacio de aplausos). La evocación y el sentimiento también para hacedlo extensivo al aula 102 ;). Aunque sea un número se reconoce que el aula gana el corazón como ese Palencia y Valladolid, Valladolid y Palencia.
Gracias Paloma. Este siglo y sus habitantes también necesitan sensibilidad.
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