VIVIR EN MADRID O LA MILI MODERNA

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Madrid es lo que tiene: o sobrevives a ella o mueres en el intento. Metro, distancias kilométricas, empujones, prisas, escaleras mecánicas, más prisas… y mucha, mucha paciencia. Madrid te curte. Es una ciudad en la que te pasas horas en el transporte público, en la que la gente no te da los buenos días porque anda ensimismada en sus pensamientos y una ciudad en la que casi todo el mundo tiene la universidad o el trabajo a más de 45 minutos. En mi caso, a una hora.

Pero yo lo elegí. Todo empezó con un papel: solicité una beca de movilidad Sicue. Quería probar qué era eso de vivir en la capi en ese momento en el que Valladolid se te empieza a quedar pequeño. Rechacé un Erasmus a Lovaina (Bélgica) por venir a Madrid. Lo bueno de esta ciudad es que aquí las cosas se van encadenando: las personas, las oportunidades, los momentos (buenos y malos). En 2010 me concedieron la Sicue, y posteriormente la Séneca (la ayuda económica asociada a la Sicue, que no depende de ésta para su concesión), y en septiembre comencé el curso en la Universidad Carlos III. Todo era nuevo: la ciudad, el campus, los compañeros e incluso el sistema educativo. Bolonia empezó a tener sentido para mí: las clases, en la UC3M, son de grupos reducidos, cuentan con medios: varios estudios de radio y televisión y, lo más importante, tienen la formación práctica por bandera.

Después de varios meses totalmente académicos (y dedicados también al ocio, por supuesto), tuve la oportunidad, y suerte, de empezar una beca en la Cadena SER. Estuve seis meses en la Sección de Economía, cubriendo ruedas de prensa de Elena Salgado, de los sindicatos, conferencias y jornadas económicas, y de locutar cada día la Bolsa. El Ibex 35 y yo nos hicimos amigos, no sin esfuerzo. El último mes estuve en Informativos Fin de Semana, y pude vivir el 15M desde el punto de vista del periodista.

Sin embargo, mi mejor experiencia en la SER fue poder cubrir la Cibeles Madrid Fashion Week (actual Mercedes Benz Fashion Week Madrid, cosas del capitalismo). Durante cinco días, me empapé de moda, tendencias, entrevisté a diseñadores, a maquilladores, a modelos… y me enamoré de la comunicación de moda.

Precisamente por esa incursión en la moda (que siempre me había gustado), decidí presentarme a las pruebas de becarios de verano de Unidad Editorial, para entrar en la revista YO DONA (sociedad, cultura, moda, belleza…). Durante otros seis meses, estuve como redactora de belleza en este medio, un poco más especializado y con ritmos diferentes de trabajo: frente a la inmediatez de la radio, la aparente calma de una redacción de una revista semanal. Era el sueño de cualquier fanática de la cosmética: teníamos un almacén lleno de las mejores cremas, perfumes y maquillaje, iba a presentaciones de productos, disfrutaba de tratamientos faciales de vez en cuando, y por supuesto, escribía sobre todo eso.

Ahora, tras una breve desconexión en Valladolid, he vuelto: llevo unas semanas trabajando en L´Oréal, con una beca de seis meses en el departamento de comunicación. Todo es como en las películas americanas: hay anuncios de las marcas de la multinacional francesa por todas partes, gente de márketing visualizando los próximos spots que se estrenarán en la televisión, expertos en merchandising diseñando los carteles y estanterías que adornarán farmacias y centros comerciales, directores de marca que no se despegan de su IPhone, secretarias corriendo por los pasillos con sus taconazos y sus faldas de tubo, informáticos a los que volvemos locos con nuestras dudas… y mucho más. Es una gran experiencia con la que ni soñaba al llegar a Madrid. Es lo que tiene esta ciudad: aquí te puede pasar de todo.

Aviso para soñadores: aunque todo parezca perfecto, no lo es. En Madrid, muchas veces te sientes solo. Y también con la autoestima por los suelos (está llena de gigantes que te hacen sentir diminuto). La gente es muy independiente (a la fuerza), la ciudad es demasiado grande como para hacer planes para el mismo día, tienes que pasar horas y horas fuera de casa, comer en el trabajo, rendirte a la muchedumbre solitaria del metro y sacrificar parte de tu vida social. Pero, como todo en la vida, es una elección.

10 PLANAZOS EN MADRID

1.- Ir a comer las croquetas de Casa Julio (C/ Madera, 37), famosas en todo Madrid y más allá. Y después, ir a comprar cupcakes o muffins a Happy Day (Calle del Espíritu Santo, 11)… para desayunar al día siguiente.

2.- Pasear por Madrid Río, que hace del Manzanares el eje vertebrador de la ciudad, para acabar en el Estadio Vicente Calderón viendo un partido del Atleti: casi todos los futboleros coinciden en que los colchoneros animan mucho más que los merengues, y que es mucho más acogedor que el Bernabéu. Además, merece la pena visitar el estadio antes de que sea demolido.

3.- Ir de tiendas por la Calle Fuencarral, mercado incluido, para terminar callejeando por Chueca y su belleza decadente. ¿La última parada? Dos recomendaciones: la Bardemcilla, propiedad de la familia Bardem; o el Mercado de San Antón: en la planta de arriba se puede comer sushi, tarta de zanahoria, batidos de frutas o hamburguesas de foie.

4.- Un domingo en el Rastro, un mercado al aire libre castizo e imprescindible.

5.- Visitar el Palacio de Cibeles, sin olvidar subir al mirador.

6.- Sueño de una noche de verano: disfrutar de las vistas de todo Madrid desde una terraza. Mis favoritas: la del Hotel de las Letras (Gran Vía, 11) y la del Hotel Ada Palace (Gran Vía, 2), una de las más jóvenes y juveniles de Madrid, y llamada 360º porque ofrece una panorámica completa de la ciudad. Para subir a la primera, aconsejo usar las escaleras en vez del ascensor: en cada rellano de la escalera hay un poema o un trozo de un libro escrito en la pared.

7.- Caer en el consumismo y perderse por la Fnac, La Casa del Libro o la flagship store de Adolfo Domínguez (Serrano, 5): un espacio de más de 2.000 metros cuadrados multidisciplinar: tienda, sala de conciertos, exposiciones y restaurante.

8.- Participar en cualquier actividad cultural en el Círculo de Bellas Artes (Alcalá, 42). Y, por supuesto, subir a la azotea, que solo cuesta 1 euro con carnet joven.

9.- Ir a la ópera o al teatro en el mejor sitio: el Teatro Real (Plaza Isabel II). Interesante: siendo menor de 30 años, existe una promoción que se llama Entradas de último minuto, por la que se puede adquirir una localidad con un 90% de descuento.

10.- Salir con zapatillas y muchas ganas de andar. Es la única forma de conocer Madrid. Descubrir Malasaña, el Barrio de las Letras, el Barrio de Salamanca, Goya o Argüelles, solo se puede hacer así. Y si es con una cámara al cuello, muchísimo mejor. Inmortaliza cada momento porque, en Madrid, todo cambia en un segundo.

Marina Vega Obregón, estudiante de 5º de Periodismo.

2 COMENTARIOS

  1. Estoy casi totalmente de acuerdo contigo. He llegado aquí, a este artículo, de casualidad y parece escrito por mí. Incluso hay fotos parecidas a las que yo tengo. Será que todos los que somos de fuera y descubrimos Madrid acabamos en los mismos sitios.
    Y cuando llevas un tiempo, la verdad es que leer artículos así, te hace renacer las ganas de seguir en Madrid.
    Suerte en tus becas
    Carlos

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