HELENA MASEDO GARZÓN | Fotografía: Pixabay
La música es el arte de la combinación rítmica, melódica y sinfónica. Tiene como objeto la creación de piezas armónicas, aunque entre sus roles también se encuentra la apelación emotiva y un papel terapéutico.
Entre sus principales usos, este último supone una herramienta flexible frente a determinadas enfermedades o condiciones mentales. Diversos estudios, como el informe divulgado por la Fundación Pasquall Maragall, demuestran que la música se consolida como fuente de conocimiento humano y son cada vez más las instituciones que comienzan a interesarse por su impacto cognitivo.
Habilidades y conocimientos socio-cognitivos modelados por la música
«La inteligencia musical es la capacidad de producir y apreciar el tono, el ritmo y el timbre, y de apreciar las formas de la expresión musical», explicó en una ocasión el psicólogo Howard Gardner, doctor de la Teoría de las Inteligencias Múltiples. «La música es un modo de conocimiento tan importante y fundamental para la mente humana como cualquier otro».
Esta cita incidió en la relevancia de la música como fenómeno neurológico. Diversos estudios científicos arrojan que este tipo de exposición fortalece el sentido de la concentración y la memoria y desarrolla la competencia matemática debido a su estrecha vinculación con la rítmica.
El neurólogo Gottfried Schlaug (Harvard Medical School) declaró en un artículo titulado The brain of the musician: «Hay evidencia estructural de que el entrenamiento musical a largo plazo no solo da forma y modifica los circuitos funcionales del cerebro, sino también alteraciones macroscópicas y microscópicas de la anatomía del cerebro».
La cita enfatiza los cambios físicos experimentados en la estructura cerebral después de un entrenamiento musical.
Además, la música favorece el perfeccionamiento de las habilidades sociales. Esta circunstancia se explica a través del sincronismo existente en la red cerebral de los implicados. Por ello, existen grupos musicales de terapia —orquestas, filarmónicas— que fomentan la integración y participación de voluntarios con el objetivo de mejorar su competencia comunitaria.
Los beneficios psicológicos, sociales y clínicos de la música son extensos. La ciencia continúa sus estudios sobre su proyección y asegura que los conocimientos que pueden obtenerse a través de esta disciplina son infinitos. No obstante, los expertos advierten que la incidencia en cada particular puede provocar un desarrollo cognitivo diferente y potenciar unas habilidades por encima de otras.









