MANUEL DE LA FUENTE BAÑOS  |  Fotografías: Ainhoa Jiménez  |

La 64 SEMINCI premia con la Espiga de Honor al director de cine Alejandro Amenábar por su destacada trayectoria. El director ofrece una charla maestra donde desvela sus procesos creativos para realizar cine. Porque una sala llena de público, con mucha prensa que mira impaciente a la puerta, es aviso de que alguien importante está a punto de aparecer.  El Aula Mergelina de la Facultad de Derecho de Valladolid vivió ese instante de noticiabilidad, de exclusividad por poder escuchar a uno de los grandes directores del cine a nivel mundial.

Momento de la llegada de Alejandro Amenábar al Aula Mergelina de la Facultad de Derecho de Valladolid. / Fuente: Ainhoa Jiménez.

El director de la SEMINCI, Javier Angulo, es el presentador y guía de la conferencia. Cronológica y detallada presentación de la vida y obra del director, en una cálida audiencia que disfruta del saber hacer que muestra Amenábar al hablar de su trabajo y del cine. El cineasta adelanta que su próximo trabajo es en formato serie, en su primer guión adaptado para Movistar+ del cómic El tesoro del Cisne Negro, de Paco Roca y del vallisoletano Guillermo Corral. Amenábar llega a las series porque la historia que elige en cómic no puede realizarse en el tiempo estándar de una película. En este caso concreto, necesita contar con un espacio narrativo más amplio.

‘La preparación de una película es como un examen de selectividad’.
Alejandro Amenábar

El futuro del séptimo arte le preocupa, es incierto, comenta que vivimos un cambio de modelo, nuevas formas de narrar como son las series que saturan de historias al espectador. Amenábar revela que ‘el futuro del cine me agobia un poco’ por el desconcierto actual que provocan las múltiples plataformas y la oferta, que transforman en una aberración el formato final de visionado. Se está pasando de la pantalla de cine a un móvil. Cuando un director como él crea para pantalla grande de sala de cine, es porque compone una obra de autor y no de empresa. Es un contador de historias bajo la firma de Alejandro Amenábar. Para el cineasta, una película tiene tiempo suficiente para narrar una historia con el formato de las dos horas del cine, frente a temporadas largas de capítulos. Las series en la actualidad ocupan mucho tiempo en las vidas.  El director destaca que lo único bueno es el cero paro que hay en la actualidad por el boom de nuevas series.

Un momento de la masterclass de Alejandro Amenábar. / Fuente: Ainhoa Jiménez.

El cineasta cuenta que, desde su infancia, el cine le atrapa. Recuerda sus tres primeras películas, que visionaba acompañado por su actual abogada, cuando ve Blancanieves  y Superman del 78. Incluso cuando le echaron del cine durante la proyección de una película de vaqueros. Todo hace que su amor por el cine aumente. Con 10 años, cuando vivía en Paracuellos del Jarama, tenía unos vecinos de Estados Unidos que le dejaban ver muchas películas de vídeo del género de terror en formato VHS. Desde entonces es su temática favorita. Es algo que marcaría su futuro trabajo: me sentía cómodo en el cine de miedo’. Además, en la adolescencia descubrió su triunvirato de directores: Hitchcock, Kubrick y Spielberg. Pero sobre todo, lo que el cineasta disfruta en esta época es contar a los amigos las películas que ha visto. En aquel momento decidió que quería dedicarse a hacer cine.

‘El futuro del cine me agobia un poco.’
AMENÁBAR

Desde esos inicios tan personales, que alimentaron su educación visual hasta que dirigiró sus primeros cortos y largometrajes, el director superó con buenas notas el bachillerato. Es al llegar a los estudios superiores cuando se trunca todo. Como explica el propio cineasta: ‘Fui mal alumno en la Universidad’. A pesar de que se le vino el mundo abajo, lo mejor fueron los compañeros que conoció entonces y que le acompañan en su equipo de cine. Para el director, siempre se trata de un trabajo colectivo, ya que la necesidad de tener ayuda para hacer cine le ha acompañado desde el inicio. Además, muestra su agradecimiento hacia la Universidad porque para ser un buen autor de cine hay que conocer y controlar el medio, la técnica y las formas de expresión. Alejandro Amenábar alega a la libertad del creador frente a la presión de la taquilla, del publico y la crítica. Como él mismo dice: ‘No busco un estilo definido. Intento siempre algo distinto y fresco a lo anterior’. 

El Espiga de Honor de la 64 edición de la SEMINCI afirma que su última película, Mientras dure la guerra‘está dirigida a la masa de españoles, no a los extremos’. Su principal misión ante unos hechos reales es ‘ser fiel al espíritu de lo que pasó’ dentro de una recreación estética y de ficción. Porque él afronta sus trabajos como un periodista: busca e investiga la verdad sobre la historia que quiere narrar. Amenábar añade que ‘la preparación de una película es como un examen de selectividad’. Como se puede observar en su película Ágora, asegura: ‘me interesé hasta por las letrinas’. Siempre realiza un trabajo minucioso, de tres años en el caso de Ágora. Desde la idea hasta la búsqueda del filón y quedarse solo para escribir el guión con detalle y técnica. Además, Amenábar compone la música de la mayoría de sus películas, algo que le permite adaptarse a las nuevas herramientas creativas. Un director está en constante adaptación, según afirma el cineasta. Simula el decorado en un programa informático para controlar cómo quiere mostrar su idea y descubrir fallos, pero con posibilidad de adaptación, de cambios y de re-escribir con los actores, incluso con los productores. No obstante, como el director dice, es importante mantener ‘una actitud flexible pero no rompible’.

Porque una de las cosas que hace que Alejandro Amenábar rechace ofertas de Hollywood para seguir trabajando en España,  es mantener su poder como director y evitar la presión y la pérdida de decisiones sobre su obra. Es verdad que el cineasta tiene una filmografía sin miedo como bien dice Javier Angulo, frase con la que cierra la clase maestra del director.