IRIS LEÓN ANTOLÍN  | FOTOGRAFÍA: ALBA SAAVEDRA REDONDO

El cielo vallisoletano amenazaba con sus grises nubes desde buena mañana, sin embargo, las brillantes luces iluminaron la inmensa sala. Del silencio pasamos en segundos al apabullante ruido de los aplausos y un corrillo de cámara no dejaron tiempo a los asistentes percatarse de la presencia de Anna Bosch. Con una firmeza en su voz saludó a las persona en las cuales se percibía la emoción del ambiente.

Ella ya estaba sentada en el medio de mesa y a sus lados, me hallaba junto a mi compañera, listas para comenzar con la entrevista que supondría una gran oportunidad para nuestro desarrollo en este campo.

Primeramente, hice una breve presentación sobre su carrera como periodista y corresponsal en TVE. Sus primeros años en el sector radiofónico marcaron sus pasos, sin embargo, fue las corresponsalías en Washington, Londres y Moscú lo que la catapultaron a la fama siendo recompensada con varios premios durante los últimos años. Para finalizar mencione levemente su recién comenzada carrera como escritora con el libro El año que llegó Putin: La Rusia que acogió y catapultó a un desconocido.

Pude vislumbrar entre la gente ejemplares del libro, en la medida que me fue posible. Y es que no es un secreto que gracias a ese libro habíamos abiertos nuevos horizontes hacia conocimientos que antes eran desconocidos y ese era el momento perfecto para resolver todas nuestras dudas que brotaron durante la lectura.

Le cedí el turno de palabra antes de comenzar a lanzar nuestras preguntas, entre risas comentaba que ella estaba ahí dispuesta a resolver todas nuestras cuestinoes sobre el libro, su carrera, Rusia…

“El concepto de ciudadano no existe en Rusia”, sentenció la periodista dejando atónita la audiencia, y no era ningún secreto, ya que es sabido por todos. Sin embargo, cuando lo oyes en voz alta es cuando te percatas de que hay personas sufriendo y no pueden alzar la voz para pararlo.

Presentación de El año que llegó Putin

En relación al libro, dentro de él hay una escena que se ubica después del hundimiento del submarino Kursk, donde a los familiares de las víctimas les reúnen en una sala y entre multitud sobretodo se hallaban madres que querían reclamar por la situación, pero solo eran silenciadas.

Ahora es Ucrania, pero antes fue Chechenia quienes muchos ya la enterraron en el pasado, por eso le pregunte si se había podido recuperar o seguía en la sombra de Rusia.

“Este país está conformado por clanes que siguen la religión musulmana y lo que hizo Putin es comprar a varios partidarios durante la guerra y los puso en el poder”. “Cuando estuve de corresponsal en Grozni estaba completamente destrozada, ahora en contraste con el pasado, deslumbra por la cantidad de tiendas que hay”, explicaba con ímpetu.

También, desde el ámbito internacional nos compartió que nadie creía que Ucrania aguantara por dos años los ataques de su oponente, suponiendo una derrota para Rusia. Sin embargo, el frío se acerca y las potencias que prestan ayuda económica se están cansado. En relación a esto, se le preguntó si haría una corresponsalía en Ucrania, diciendo que le han denegado el visado para ir y que como mucho si se lo aceptarán, iría poco tiempo.

Salieron muchos temas interesantes a la palestra, pero casi todos tenían algo en común, el periodismo y Rusia. No puedo finalizar sin antes mencionar el gran gusto de la reportera por la radio, quien afirmaba: “Empecé en la radio y terminaré en la radio”. Sin embargo, puso un requisito; quitar las webcams, ¿qué sentido tiene la radio si se graba? ninguno.

También se le preguntó si había sufrido censura, comentando que como tal no. Pero por otro lado, cuando vas a países en guerra y es el ejército con quien estas, evidentemente van a revisar lo que has escrito. No obstante, hay mucho mito con esto de la censura. Desde luego que si eres extranjero y haces algo que les incomoda te requisan el visado como mucho, aparte la barrera del idioma afecta a la hora de publicar noticias que pongan en una tesitura al gobierno.

Antes de partir y atender sus tareas previstas, finalizó la charla dedicando varios minutos para firmar libros, hablar con la audiencia y sacarse unas cuantas fotos. Cuando las luces se apagaron un sepulcral silencio invadió la sala.