Fotografías: Esther Fernández y Alba Camazón
Husamidden Kharat Kiwan se licenció en Medicina por la Universidad de Valladolid. De hecho, se matriculó en una asignatura de libre configuración en la Facultad de Filosofía y Letras. Centro que volvió a visitar la semana pasada, aunque, en esta ocasión, por motivos muy diferentes. Su gente, el pueblo sirio, se encuentra sumida en una guerra civil desde el año 2011. Su compromiso trasciende lo puramente simbólico: es el secretario de la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio (AAPS), la única en España que envía ayuda directa al corazón del país árabe, devastado tanto por unos como por otros.
Son 18 los contenedores que, repletos de ropa usada, mantas, sacos de dormir y comida, han conseguido desplazar hasta Siria. Aunque desde la asociación consideran que todavía son muy pocos, esta aportación supone una gran satisfacción personal. “Nos permite dormir bien por las noches”, explicaba Kharat a las decenas de estudiantes, personal de la Universidad y periodistas que acudieron al acto de solidaridad con el pueblo sirio que organizó la UVa el pasado 29 de septiembre, en esa Filosofía y Letras que le era tan familiar.
La Universidad de Valladolid no se presentaba solo como un bonito escenario para hablar de esta crisis humanitaria, sino que también asumió un rol activo. Ha adquirido un compromiso que se concretará en la creación de un Comité de Actuación ante Situaciones de Crisis Humanitarias. “Se está preparando un comité que impulse la cooperación voluntaria y una base de datos para los que quieran colaborar”, señaló el vicerrector de Relaciones Internacionales, José Ramón González García.
[Husamidden Kharat Kiwan en un momento de su intervención]
La plataforma canalizará las entidades que colaboren con la causa, de tal forma que los miembros de la comunidad universitaria puedan acudir a ella si quieren realizar un voluntariado. La dirección de correo electrónico a la que dirigirse para ayudar es refugiados.siria.cooperacion@uva.es, según informó González posteriormente y a través de un comunicado. Al correo electrónico, distribuido a toda la comunidad universitaria, se adjuntó una lista con las ONGDs que trabajan en Siria o con sus refugiados en territorio español, para que alumnos, profesores y personal de administración puedan ayudar de la forma en que consideren conveniente.
Asimismo, se organizará un ciclo de jornadas formativas para que los estudiantes tomen conciencia de la situación real que se está viviendo en Siria. El informe anual del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) señala que 13,9 millones de personas se convirtieron en nuevos desplazados por los conflictos o la persecución en 2014. Además, las regiones en desarrollo son las que acogieron el año pasado el 86% de los refugiados del mundo, 12,4 millones de personas. El campo de refugiados Zaatari localizado en Jordania acoge a más de 80.000 sirios. “Es una ciudad de plástico y barro”, describió Kharat con rabia en la mirada. Este campo es la cuarta ciudad más grande de Jordania y, según un artículo de The Telegraph, los habitantes de la ‘ciudad’ tienen hasta un servicio de pizza ‘a domicilio’. “La cooperación al desarrollo debería ser una prioridad en los presupuestos de los países ‘desarrollados’”, sentenció el director del Área de Cooperación Internacional al Desarrollo de la Universidad de Valladolid, Luis Javier Miguel González, que también participó en la conferencia.
[Izq. a drch.: Javier García Medina, director del Observatorio de Derechos Humanos de la UVa; Milagros Alario Trigueros, decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la UVa; José Ramón González García, vicerrector de Relaciones Internacionales de la UVa; [Husamidden Kharat Kiwan, secretario de la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio; Luis Javier Miguel González, director del Área de Cooperación al Desarrollo de la UVa]
Con nueve primos que han recorrido la denominada ‘ruta de los Balcanes’ hasta Alemania, Kharat conoce muy de cerca la situación que viven los refugiados. Cada uno tuvo que pagar 4.000 euros por un viaje de cuatro semanas, pasando de una vida “muy acomodada” en Damasco a recorrer miles de kilómetros para evitar matar y morir en el ejército del presidente de Siria, Bashar al-Asad. De hecho, 36 refugiados de todos el mundo viven en la actualidad en Castilla y León. “La solución no es acoger a la gente, si no solucionar el conflicto sirio, algo que debe implicar al mundo internacional. El régimen de al-Asad no puede ser parte de la solución”, subrayó el joven médico.
Desde la asociación, impulsada en 2011 por ciudadanos españoles de origen sirio, se está intentando enviar alimentos proteicos, mantas, juguetes y material didáctico para que los niños se distraigan, aunque sea un rato. “La idea es ayudar a la gente antes de que se convierta en refugiado”, expresó Kharat. “Cada camión nos cuesta unos 4.000 euros porque debe viajar de Madrid a Valencia, entrar en un barco con dirección a Turquía y cruzar la frontera por el norte de Siria, con el riesgo personal que esto incluye», añade. Con sede en Moratalaz (Madrid), AAPS tiene ya presencia en varias ciudades. La sede autonómica -la principal- está situada en León, aunque recientemente también se ha abierto una delegación en Burgos. “Nos encantaría abrir otra en Valladolid”, expresó el secretario.
[Aula Magna Lope de Rueda, Facultad de Filosofía y Letras, durante el acto]
Canciones por la diversidad
Después de la conferencia, que terminó con un cálido aplauso a la labor que realiza la organización, llegó el turno del coro infantil In Crescendo. Esta orquesta se implantó en el Centro de Educación Infantil y Primaria Antonio Allúe Morer, del barrio de Las Delicias, en febrero de 2011. Está formada por 35 músicos, alumnos del centro y profesores, a los que próximamente se le sumarán los alumnos del Instituto de Educación Secundaria de Delicias, ligado al Allúe Morer, puesto que sus actuales integrantes quieren continuar formando parte del proyecto.
Dirigidos por Benjamin Payen, violinista de origen francés de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCYL), utilizan la música como vehículo de integración entre los pequeños, que proceden de diferentes partes del mundo; diversidad también patente en las obras que interpretan. El componente intercultural enriquece a estos niños, que, como ellos mismos dicen, tocan ‘hacia fuera’.
[In Crescendo durante su actuación]