PATRICIA LUCEÑO MARTÍNEZ | Fotografía: Patricia Luceño
El arte como herramienta para tejer redes. Las redes como instrumento para cambiar una ciudad. O un país. O una generación. Si tiramos de uno de esos hilos de los que se compone la iniciativa CreArt, encontramos en el otro extremo Crea VA, una propuesta que surge hace dos años asociada a nombres muy conocidos en el panorama artístico contemporáneo local. Y son esos nombres, los de los artistas y comisarios con cuartel general en Valladolid, los que trata de visibilizar. Lo hace, no podría ser de otro modo, mediante la propia vanguardia: acercando sus obras a sitios, a priori, profanos en arte. Bares o tiendas se convierten en escenarios complementarios a las galerías. «Si Mahoma no va a la montaña…», que dirían.
Pero como esto es una red, el viaje no acaba aquí. De Crea VA, ¿qué sale? Pues un montón de proyectos diferentes. Uno de ellos, el que este año Marta Álvarez y Alba Folgado comisarían en la galería La Gran, que celebra de esta forma su primer año con sede física. Que no os engañe el nombre, porque ese Preferiría no hacerlo que han escogido no quita que lleven desde noviembre -cuando Pedro Gallego de Lerma, ese galerista que dejó hace mucho tiempo el traje de Alonso Quijano, les propuso la colaboración- enredando a tres colectivos y dos artistas para, después de horas de documentación, ofrecer una elaborada crítica a la mercantilización del arte, a la cada vez más acelerada producción artística con el fin comercial. En realidad, no solo la muestran, también invitan al espectador a participar en ella, a crear. Y todo por ponerse a hojear un día a Herman Melville y su Bartleby, el escribiente.
«Se trata de introducir en el sistema del arte la posibilidad de actuar contra el mercado sin producir mercancías reivindicando el rol del artista en la cultura y denunciando su precariedad y mostrando piezas sin terminar; además de trabajar con la ciudadanía», explican desde la organización. ¿Cómo lo hacen? En primer lugar, con sus ‘Situaciones’: acciones públicas en las que invitan a la ciudadanía a participar, a elaborar o comunicar su postura crítica. Lo logran gracias al Colectivo Resituación, creado ex profeso para la ocasión y conformado por las tres agrupaciones de las que hablábamos antes –Acción feminista, Asamblea 15M Delicias y La Gallinera- y por uno de los artistas –Julio Falagán–.
Con el domicilio de La Gran como sede de sus reflexiones -es allí donde se pueden observar los resultados de la investigación y de una «experimentación de la reapropiación feminista del acto de tejer para constituirlo como acto de guerrilla», en sus palabras-, Preferiría no hacerlo se abre a otros espacios de la ciudad e, incluso, a toda la ciudad en el sentido más puro de la expresión. Y es que el 18 de marzo llegaba la pegada de los carteles elaborados por Falagán en el espacio público, así como en diferentes establecimientos.
El 31 de ese mismo mes, un nuevo capítulo se desarrollaba, en esta ocasión, en la librería Maxtor. Se trataba de una lectura en común en la que colaboraban Acción feminista, Asamblea 15 M Delicias y la Gallinera. Exponer temas, hablar, debatir… pero de una forma pausada, razonada, documentada. Ya sabemos que se trata de «no producir».
Estas situaciones se cierran mañana, 7 de abril, a las 19:30 horas en otro escenario popular: el Centro Cívico El Campillo (Calle Hostieros, 1). Un nuevo coloquio convocado por el Colectivo Resituación dará la oportunidad a todo el que quiera acercarse (la entrada es libre y gratuita hasta completar aforo) de hablar sobre lo que será el tema de la tarde: ‘El arte como herramienta de cambio social’.
No es este, sin embargo, el fin del proyecto. Las obras acogidas en La Gran continuarán expuestas, proclives al cambio y a la reflexión, durante algo más de tiempo (la organización aún no ha concretado cuánto). Y es precisamente allí donde se ubica la pieza que falta de este puzle. O de esta red. El trabajo de Juan Carlos Quindós, que, con dos proyecciones de gran tamaño, «explora los significados de los símbolos y las representaciones del poder político y su relación con la identidad nacional». Dos asientos, una alfombra y unos cojines invitan al visitante a relajarse, a tomarse su tiempo y a respirar ante 15-M-51 y Llama de combustión lenta, dos piezas pertenecientes a su serie ‘Densigramas’.
Dos piezas que han madurado, según cuenta Quindós, a lo largo de cinco años. Cada vez parece quedar más claro que el arte, al igual que el intercambio, el pensamiento, la crítica o la introspección, no tiene fecha de caducidad. Así, la bandera de España a un lado y una superposición de imágenes del 15M Valladolid al otro provocan, con su cadencia hipnótica, que la persona que no había visitado una sola muestra de arte contemporáneo antes de pisar esa vivienda de Claudio Moyano ahora se sienta una parte más de la obra. Del mismo modo que sus organizadores decidieron un día tomarse la tarde libre y sentarse en ese mismo suelo a descansar. Prefirieron, a fin de cuentas, no hacerlo.