BELÉN RODRÍGUEZ FERRERO | Fotografía: Marina Lajo  |

En 1948, la Asamblea Mundial de la Salud proclamó el 7 de abril como el Día Mundial de la Salud. Se escogió esta fecha para conmemorar la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y concienciar mundialmente sobre enfermedades mortales y hábitos saludables. Por estos motivos, cada año se escoge un tema basado en las necesidades y sugerencias que realizan los Estados miembros. Este año, el tema a desarrollar ha sido la cobertura sanitaria universal, pues actualmente muchas personas siguen sin tener acceso a una atención sanitaria de calidad y se ven obligadas a elegir entre la salud y gastos de la vida cotidiana. Esta situación se ha amplificado notablemente tras la epidemia del coronavirus.

Hace aproximadamente tres años, el Director General de la OMS intentó concienciar a todos los países en una conferencia en Dubái  sobre importancia que tiene estar  prevenidos sanitariamente, pues una pandemia devastadora podría causar terribles estragos en la economía. Esto significa que todo el planeta estaba prevenido de lo que podría pasar y las consecuencias que podría haber. 

Ningún virus  hace distinción entre personas, pero los sistemas sanitarios públicos, sí. Aunque hace nueve años se solicitó un acceso normalizado a la atención sanitaria mediante el Real Decreto Ley 16/2012, aún existen consecuencias negativas, tanto para la población excluida como para la población total. Esto se debe a que se reconocieron casos de personas con enfermedades infecciosas que no fueron atendidas por el posible incremento en el riesgo de transmisión. Esto, además de que la prevención y la detención temprana de enfermedades quedaron en segundo plano y generaron un amplio ahorro en costes, provocó que la mortalidad de las personas excluidas aumentara un 15%. 

En España, se estableció el derecho a la salud para todos y sin discriminación, pero se mantuvieron trabas administrativas que aún dejan fuera a gran parte de la población.  A pesar de estos avances, la mitad de la población del mundo no tiene acceso a los servicios sanitarios esenciales y es por ello que uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 es el logro de una ‘cobertura sanitaria universal’ con acceso a servicios de salud esenciales de calidad, medicamentos y vacunas. Para conseguir este objetivo, todos los países tienen que poner de su parte. Este problema, es tanto de países con rentas bajas como con rentas altas.

Actualmente, las personas sin acceso a la atención primaria son personas invisibles para el sistema y su acceso está limitado a los servicios de urgencias. Esto también da lugar a que las personas sin seguimiento médico tengan un riesgo más alto de empeoramiento precoz y de convertirse en una fuente de contagios.

Las pandemias son y seguirán siendo cíclicas, por lo que es fundamental promover una sanidad pública de calidad y un acceso universal, aunque esta es una decisión política y no económica. En tiempos de COVID-19 y epidemias posteriores, es más importante que nunca invertir en fortalecer los sistemas de salud y el acceso por igual para todas las personas.