Belén Artuñedo: «El cambio de edificio supuso un antes y un después»

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100º Aniversario de la Facultad de Filosofía y Letras

SAMUEL HERNANDO ÁLVAREZ  |  Fotografía: IRENE RUÍZ DOMÍNGUEZ

La Facultad de Filosofía y Letras cumple 100 años este 2017 y desde Informa UVa hemos querido que Belén Artuñedo Guillén y Maria Luisa Martínez de Salinas, dos profesoras con una larga trayectoria en la Facultad, nos cuenten un poco sobre los cambios que ha sufrido la sede universitaria desde que ejercen de docentes en Filosofía y Letras. 

Belén Artuñedo es profesora de francés, lleva 25 años de experiencia como docente y dos más como becaria de investigación. Además, se formó en la Universidad de Valladolid, por lo que su vinculación con el centro vallisoletano es aún más antigua. Por otro lado, Maria Luisa Martínez lleva en la facultad desde 1980 dedicada a la especialidad de Historia de América. Ambas han vivido los cambios de la Facultad en los últimos años. Belén declara que «el cambio de edificio (en 1997) supuso un antes y un después» para la sede. Anteriormente, se compartía edificio con Derecho pero desde ese año se tuvo un centro propio con mayor espacio para el desarrollo más efectivo de los diferentes grados que se imparten en Filosofía y Letras. Belén también considera un gran cambio la Biblioteca, que se ha convertido en una referencia dentro de la Universidad «en buena medida por los profesionales que trabajan en ella».

Ambas profesoras consideran que la facultad tuvo una gran importancia a lo largo de la historia y, como declara Maria Luisa, más aún en el final del franquismo e inicio de la transición con el movimiento estudiantil. Belén y María Luisa también consideran a la Facultad de Filosofía y Letras una de los centros más importantes de la Universidad de Valladolid, tanto por el número de grados que se imparten en ella (10) como por la gran cantidad de estudiantes nacionales y foráneos que se reciben cada año, ya que estos últimos superan los 300 por curso. 

Al ser preguntadas sobre el Plan Bolonia, cada una tiene un punto de vista diferente. Belén considera que la inclusión del plan actual, además de no tener éxito en alguna de las partes, tuvo la ‘mala’ suerte de coincidir en el tiempo con la grave crisis económica que sacudió al mundo entero. A pesar de ello, también ve partes positivas. «A mí por lo menos me ha obligado a reflexionar mucho más sobre el fondo y la forma de mi docencia, obliga a colaborar y a concebir los programas como un todo integrado», declara. Considera también que con Bolonia se obliga a los profesores a entender la asignatura como parte del grado y no del propio docente, como sucedía anteriormente. Lo que sí critica es el recorte de profesores. «No se puede aplicar Bolonia recortando profesorado, y con un número muy importante de profesores asociados en situación precaria.»

Al mismo tiempo ve que la convergencia europea que consta de dos modelos de Bolonia diferentes (3+2 y 4+1) dificulta la unificación del sistema educativo. Pone como ejemplo a un estudiante francés, en cuyo país se rigen por el 3+2, que quisiera venir a nuestra Universidad a cursar un Máster. El alumno galo tendría que pasar un gran número de requisitos para poder llegar a los créditos exigidos en España, donde se sigue el modelo 4+1. 

Maria Luisa Martínez
María Luisa Martínez lleva 37 años impartiendo clase en Filosofía y Letras. Fotografía: Irene Ruíz.

 Por otro lado, Maria Luisa ve el Plan Bolonia como «un modelo que impone muchas limitaciones para desarrollar convenientemente el contenido de las materias» debido al sistema de cuatro años y a las asignaturas cuatrimestrales. También considera que los estudiantes llegan en la actualidad menos preparados y eso condiciona su aprendizaje en la universidad. 

Las dos profesoras coinciden en que lo ideal es dar clase a grupos pequeños, tal y como se establece en el Plan Bolonia, aunque, como bien indica Belén Artuñedo, en la actualidad algunos grados tienen el problema de un gran número de alumnos matriculados. Algo que, según indica la propia Belén, se arreglaría con una mayor cantidad de recursos para poder llevar a cabo los desdoblamientos necesarios que permitan un mayor aprendizaje por parte de los alumnos y una dedicación más individualizada del profesor hacia el estudiante.

Un cambio positivo respecto a la Facultad de antes y la de ahora es la inclusión de las nuevas tecnologías como apoyo para la docencia a la hora de dar clase. Maria Luisa Martínez también indica que «la constante comunicación con los alumnos permite una mayor agilidad en la realización de tareas», aunque reconoce que eso genera a su vez problemas por el tener que estar pendiente de ello, algo a lo que «se resisten» muchos profesores.