EVA CORTIJO GALDÓN | Fotografía: Pinterest |
El tercer taller de las Jornadas de Periodismo Social ha tratado las adicciones y su cobertura en los medios de comunicación. Carolina Escudero Jiménez, licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, se ha encargado de impartir esta clase magistral. La ponente ha trabajado en una ONG destinada en Indonesia y ha sido responsable de comunicación. Actualmente colabora en Proyecto Hombre, organización que estuvo muy presente en la charla.
La periodista comienza poniendo a prueba el conocimiento de los estudiantes de periodismo sobre Proyecto Hombre, generalmente relacionado con la adicción a las drogas. La asociación cuenta con 27 centros por toda España y casi 2.000 voluntarios habiendo atendido a casi 18.000 personas en 2018. Según cuenta Carolina Escudero, normalmente la persona que consume cocaína tiene una vida normal, pero tiene que ir a Proyecto Hombre para no perderla. “Yo tenía mi propia imagen preconcebida y me equivoqué” nos explica la periodista.

Escudero explica que el perfil de la persona con adicción ha cambiado. No se trata de ciudadanos con una imagen desestructurada. Son gente socialmente integrada que cuentan con una vida social, familiar y laboral normalizada. Suele ser un hombre de unos 35 a 40 años, jóvenes con buen aspecto que debe realizar actividades dentro de Proyecto Hombre, como limpiar y cocinar, para integrarse en la vida cotidiana. Relacionada con este perfil se encuetra una de las drogas que tuvo mayor impacto en el pueblo español, la heroína. Se decía que por parte de la sociedad había cierto «pasotismo» y a la vez se expandía de manera muy rápida por todas las clases sociales. Así lo explica Escudero: ‘Las clases sociales altas empiezan a consumir drogas y cuando ven los efectos negativos que tienen paran y pasan a las clases sociales más bajas. Era una droga que tenía efectos físicos muy visuales’.

La periodista analiza la evolución del consumo de droga en España. Así, señala que, en los años 90, se pasa de la heroína a unos consumos más recreativos. Así mismo, a la vez que se extendía el consumo se expandía el SIDA por la forma de inyectarse la droga. Aparecen nuevos estupefacientes y patrones de consumo: cocaína, drogas de síntesis, cannabis y, sobre todo, alcohol. Como respuesta a esta situación, hay un mayor protagonismo de la prevención.
Desde el 2000 hasta la actualidad, han surgido unas estrategias diferentes. Carolina Escudero confiesa que ahora a la gente el consumo de la heroína no le importa nada. Los medios de comunicación asocian el uso de las drogas con la diversión. La periodista pone como ejemplo al programa de entretenimiento El Hormiguero, donde se puede ver la normalización que realiza la emisión con respecto al alcohol. El hecho de que sea un programa destinado a los jóvenes destaca más el problema. Se está dando una imagen de que salir de fiesta implica beber y drogarse. Y precisamente, hemos llegado a la normalización del consumo de drogas por el imaginario colectivo, los falsos mitos y por la aceptación social.
La periodista explica que el papel de los medios con respecto al tema de las adicciones es insuficiente teniendo en cuenta el problema social que suponen las drogas. Aun así, ayudan a sensibilizar y prevenir la causa, aunque de una manera superficial teniendo en cuenta la capacidad y poder de influencia que tienen sobre la opinión publica. Pero solo suelen informar cuando hay alijos de drogas, se detiene un narcotraficante importante o hay información relacionada con ellos. Siempre buscan un testimonio. Y con esto, se puede hacer mala prensa cuando las personas con problemas de adicción protagonizan en muchas ocasiones noticias que aparecen en la sección de sucesos sin centrarse en el por qué han llegado a esa situación ni en su lucha por superar las adicciones. Así lo explica Escudero: ‘Que informen adecuadamente sobre un tema de drogas es complicado. Las televisiones dedican 20 segundos a las noticias sobre drogas y no contextualizan’. El enfoque en los medios suele ser sensacionalista o alarmista.

Para intentar paliar este problema, Escudero ha dado unas claves para el correcto tratamiento de los medios de comunicación en este tema. Así, explica que esta cobertura se puede realizar hablando de lo que lleva a los adictos a su situación, de la dura realidad a la que se enfrentan, sus inquietudes, experiencias y los esfuerzos que realizan a diario por superar su problema. Pues, es importante entender su situación actual y aportar una información más completa y acorde a su realidad, alejándose de los estereotipos que sufren y que deben desecharse como “si esta así es porque quiere”. Por ello, desde Proyecto Hombre se invita a los medios de comunicación a realizar una visita a alguno de los centros y conocer de primera mano la realidad y el testimonio de las personas que se encuentran ahí, pero la mayoría de ellos la rechazan.

Por otro lado, hay que tener en cuenta el tratamiento en la televisión, la radio o la prensa sobre las drogas. El alcohol tiene una mayor presencia en los medios, sobre todo cuando se habla de menores, ya se trata como droga. En cuanto al cannabis, los medios de comunicación únicamente mencionan sus efectos terapéuticos y la baja percepción de riesgo. Mientras que la cocaína tiene una gran relevancia mediática. Y el tabaco tiene una presencia moderada, mientras que los fármacos tienen poca relevancia en comparación con su presencia en la sociedad. Por último, la heroína tiene un auge informativo por la situación en Estados Unidos. Además, la periodista destaca que los únicos que hablan sobre las adicciones en los medios de comunicación son las Instituciones, organizaciones especializadas como Proyecto Hombre o la Fundación de ayuda contra la drogadicción (FAD), los agentes sociales, consumidores, ciudadanía, afectados y narcotraficantes.