MARÍA GUERRA VALCÁRCEL | Fotografías: María Guerra |
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“Esta mañana, en una presentación en un colegio, mandamos rellenar a los niños un formulario para conocer qué pensaban ellos sobre el colectivo LGBTI. Uno de esos alumnos respondió en una de las preguntas que no le gustaban los gais y las lesbianas y, a la hora de justificarlo, explicó que era porque le daban asco. El niño solo tenía 11 años.” Con esta triste y real anécdota que contó José Ramón Rubín, quien forma parte del equipo que organiza el evento, se inauguró el ciclo de ‘Cinhomo’, la 18ª Muestra Internacional de Cine y Diversidad Sexual. A través de las películas que eligen cada año, lo que pretenden es evitar situaciones como estas y “reflejar la variedad de la realidad de la vida”, como indicó Rubín.
‘Cihomo’ cumple en esta edición la mayoría de edad y además representa el único festival de cine y diversidad sexual de Castilla y León. El pasado viernes 13 de abril se inauguró en la Sala Mergelina de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid con la presentación del ciclo y la posterior proyección de la que sería la primera película de todas las que se podrán ver a lo largo de la semana, aunque estas se disfrutarán en los Cines Casablanca. El filme, dirigido por Juan Carlos Rubio, se titula ‘Las heridas del viento’, una adaptación de la obra teatral con el mismo título, la misma trama y los mismos personajes representados por los mismos actores, Daniel Muriel y Kiti Mánver.

“En la obra de teatro, bajamos del escenario y nos acercamos a las butacas. Estamos interpretando al lado de ellos y les ves reír, incluso llorar”
Antes de la proyección, ambos actores se sentaron de una manera informal sobre el suelo del escenario y definieron la película en un tono muy íntimo, hablando directamente con el público y respondiendo a sus preguntas. Lo que oficialmente se llamó ‘rueda de prensa’ pasó a ser un coloquio actor-público. Y es que ellos estaban acostumbrados a entablar relaciones más cercanas con los espectadores: “En la obra de teatro, bajamos del escenario y nos acercamos a las butacas. Estamos interpretando al lado de ellos y les ves reír, incluso llorar”, manifestó Kiti Mánver. Explicaron también algunos datos técnicos, como por qué la película estaba en blanco y negro: “Había que quitar cosas para que el espectador se quedara solo con el texto. Los personajes ya no fumaban ni tenían manías, y el color tampoco podía distraer. El amor es tremendo, te eleva y te lleva al infierno, porque el amor es una escala de grises, ahí está el blanco y negro. Y también porque salíamos más guapos”, bromeó Mánver.
Como forma de introducir el largometraje, y al igual que harán con el resto de películas durante toda la semana, se presentó un corto de 17 minutos dirigido por Luis J. Barroso titulado ‘Mujer y filipina’, una historia de un matrimonio que, en su quinto aniversario de casados, el hombre (Íñigo) le confiesa a su esposa que se siente mujer. Un corto muy divertido en el que el público soltaba risotadas a cada minuto por los malentendidos que surgían entre los protagonistas. Y es que, Íñigo no se sentía “una mujer cualquiera, sino una en particular”. Quería someterse a una operación para cambiar su sexo, pero además no quería tener rasgos occidentales: se sentía filipina. Se sentía una mujer filipina y “fuerte”, que no “gorda”, porque le parecía una palabra ofensiva. A su esposa le costó entenderlo, pero al final le ofreció su apoyo y todo lo que necesitara y que, si hacía falta, se haría lesbiana para poder seguir juntos. Pero esta actitud él no la entendió, porque Íñigo se sentía mujer, no “una puta bollera”, porque si se hacía mujer “era con todas las consecuencias” y no se enamoraría de personas de su mismo sexo. Un cortometraje digno de ver porque, a través del humor, muestra una circunstancia que en un principio parece compleja, se soluciona y, de repente, vuelve a ser compleja.

Y llegó ‘Las heridas del viento’, después de que Dani Muriel apartara el cartel de la Fundación Triángulo, entidad con la que colabora ‘Cinhomo’, que impedía ver la esquina inferior izquierda. Comienza así la historia de David (Dani Muriel) y Juan (Kiti Mánver, quien representaba el papel de un hombre), dos personas muy diferentes que comparten una historia en común. El padre de David ha fallecido y este debe encargarse de ordenar sus cosas y empaquetarlas para repartir la herencia entre él, su hermano mayor, y el tercero y más pequeño. Mientras rebuscaba entre sus cosas, la película consigue romper la cuarta pared y David explicaba, mirando a cámara, cómo era su padre: un hombre fuerte y organizado que nunca le había demostrado cariño o aprecio a sus hijos. Entretanto, encontró una caja que, como todos los asuntos importantes que tenía, estaba bajo llave, pero esta no se le resistió al martillo. Entonces descubrió decenas de cartas, cartas de amor, dirigidas a su padre y firmadas por… Juan. ¿Juan? ¿Un hombre le escribió esas epístolas? Era necesario que se pusiera en contacto con él. No entendía que su padre hubiera amado de esa forma, y aún menos, que el destinatario de tal sentimiento fuera un hombre.
Después de una extraña y corta relación con Juan, acabó descubriendo que el amor que este sintió hacia su padre durante 40 años era puro y real. Ya conocía los sentimientos de él, pero ¿qué sentía realmente ese hombre frío y distante? Después de un tiempo, Juan le entregó las cartas que su padre le había escrito a él. Entonces abrió la primera: estaba vacía. Probó con la segunda: estaba vacía. ¿Y la tercera? El mismo folio en blanco. Tan solo le había escrito una carta de todas las que le envió, y en ella solicitaba que, al enterarse de lo que sentía Juan por él, empezara a consultar a otro abogado porque no quería tener nada que ver con él. Este le propuso que no escribiera nada, que él escribiría los sentimientos por los dos, que únicamente le respondiera con folios en blanco. Una preciosa forma de decir “siento lo mismo por ti, pero no podemos estar juntos”. El padre de David, a través de su silencio, firmaba todo lo que Juan sentía, y así durante 40 años.
‘Las heridas del viento’, aunque es una película, parece más bien una obra teatral filmada, ya que ambos personajes se dirigen directamente hacia el público, que se ha convertido en el objetivo de la cámara. Para ellos, no les resultó difícil ya que venían del teatro, y la trama y el diálogo tuvo solo pequeños cambios. Esta película en blanco y negro que fue rodada en tan solo siete días, muestra un amor imposible entre dos hombres en una España todavía franquista (las cartas comienzan a enviarse en 1969). La relación entre el hijo y aquel hombre con el que su padre se enviaba correspondencia, en un principio parecía distante, pero al final termina con las lágrimas derramadas por ambos al recordar ese amor imposible. Un maravilloso Muriel en la piel de David y una fantástica Mánver que, sin ánimo de ofender y gracias a su destreza y caracterización, era realmente un hombre.

Así comenzó el primer día de ‘Cinhomo’, con un divertido corto, una majestuosa película y con una organización muy profesional que explicó cómo se desarrollaría la semana, todo ello con el toque cómico de José Ramón Rubín que levantaba las risas de su público. Toda la información sobre los horarios de las películas, su precio y el lugar lo tienen en la página de ‘Cinhomo’. Y está clara la esencia de este ciclo, porque, para Dafne Calvo, miembro de la organización y profesora de la Universidad de Valladolid: “‘Las heridas del viento’ ha conseguido unir sentimientos de personas tan diferentes como somos mi padre y yo”, porque eso es ‘Cinhomo’, películas que arrastran emociones, te hacen llorar, te hacen reír, y consiguen que puedas ver la realidad, a veces cruda, que existe en la vida.