Creadores de patrimonio

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CELIA GALLEGO ALEJANDRO | Fotografías: Celia Gallego

“Ahora parece que las artes han de canalizarse a través del cine para que sean reconocidas”. Así comenzaba la ponencia de Josefina Molina el pasado martes, 15 de noviembre en la sala Martín González de la MUVa como parte del II Curso de cine y patrimonio organizado por la Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico (FSMLRPH), en colaboración con la Universidad de Valladolid (UVa) y la Semana Internacional de Cine (SEMINCI) de la ciudad.

Acompañada de  Javier Castán Lanaspa, decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Molina habló de su primer contacto con el cine, de cómo nació esa pasión que le ha hecho convertirse en directora de cine, guionista, realizadora y directora de escena. “Vi una película en el cine Góngora, en Córdoba, cuando tenía cinco años, concretamente  El río de Renoir, había visto ya mucho cine y sobre todo hecho en América. Pero aquella película me planteó que había un universo distinto, un tipo de cine distinto. Algo que planteaba una observación de la vida. Me hizo pensar que el cine tenía un trasfondo más grande del que podíamos ver; me dije: yo debo hacer de Renoir, necesito dirigir películas”, recordó.

Así comenzaría su andadura en el cine, algo que, como contaba en la ponencia, no fue del agrado de sus padres en un comienzo, ya que se trataba de una carrera muy vanguardista, moderna y, sobre todo, no apta para todos los bolsillos. “Pensé, al acabar bachillerato, que sin duda a lo que quería dedicarme era el cine. Me enteré que había un instituto de experiencias cinematográficas en Madrid y pensé que quería ir, pero en casa miraron para otro lado. El cine es un mundo terrible, me decían mis padres, pero aun así fui a preguntar a la escuela. Hasta los 21 no podría entrar, era la norma, y debía hacer antes alguna carrera universitaria, así que pensé que no me dejarían mis padres”, narró.

Pensé, al acabar bachillerato, que sin duda a lo que quería dedicarme era el cine. Me enteré que había un instituto de experiencias cinematográficas en Madrid y pensé que quería ir, pero en casa miraron para otro lado. El cine es un mundo terrible, me decían mis padres


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Sala Martín González, MUVa durante la ponencia de Josefina Molina

Pero la carrera de Molina en el cine no comenzaría directamente tras unas cámaras cinematográficas, sino entre las bambalinas de un escenario teatral. “Con unos amigos monté un teatro de aficionados que contó con la aportación de Carlos Castilla del Pino, un psiquiatra importante. Él nos hizo caso y se brindó a dar lecciones, conferencias, cuotas y, gracias a ello, pusimos en escena Casa de Muñecas. Para mí, me descubrió una forma, una declaración de principios feministas, valorar a una mujer. Así comenzamos. Es la forma que una adolescente encuentra de ir buscando su objetivo con lo posible”, aseguró.

Para hablar de cine y patrimonio, el tema principal del curso, Josefina Molina recordaba cómo fueron algunas de sus grabaciones tanto de cine como de teatro. Grabar en zonas que son patrimonio nacional. Como, por ejemplo, el propio Palacio Real, donde tuvieron que grabar para Esquilache, un lugar donde es prácticamente imposible grabar y mucho menos deteriorar los muebles y lo que hay en su interior, pero a través de unos contactos, contaba, pudieron grabar en el propio palacio real. “Es muchísimo más interesante poder grabar en aquel lugar donde ocurrieron los hechos que en un escenario falso creado por nosotros, debemos afrontar los hándicaps y al ver el resultado final todo ello quedará reflejado en la película”, dijo.

Es muchísimo más interesante poder grabar en aquel lugar donde ocurrieron los hechos que en un escenario falso creado por nosotros, debemos afrontar los hándicaps y al ver el resultado final todo ello quedará reflejado en la película


Una película no son sólo escenas, argumento y cámaras, sino todo lo que hay detrás, el trabajo, los problemas, cómo está grabada, lo que la ponente relacionaba mucho entre cine y teatro, la puesta en escena. Josefina Molina es creadora de patrimonio nacional, de transformar una obra tan famosa como puede ser Cinco horas con Mario de Delibes y llevarla a un escenario teatral, de conseguir ser fiel a la propia historia del motín de Esquilache y crear una obra cinematográfica de altura.

“Los jóvenes no tienen por qué hacer un calco del cine clásico, tienen que aportar su nueva visión, con nuevas tecnologías, aunque nos choque a las personas mayores como yo. Cada generación tiene necesidad de mandar mensajes acerca de su situación social”, declaró Molina. Nosotros mismos somos creadores de patrimonio, de poder hacer de una idea y un sueño una realidad, un oficio y unas obras de la altura de Molina. Ser creadores, ya bien sea un creador puro y eterno cine de autor o ir experimentando a medida que aprendes. Aunque recuerda que «nunca ha sido fácil poder emprender un camino como es el de dirección de cine». Buscar alguien que pudiera producir dicha idea, que confiase y además añadiendo la condición de mujer que por entonces se encontraba notablemente acusada de machismo en las profesiones, fue toda una dificultad.

Así terminaba la ponencia de Josefina Molina, cargada de experiencias, anécdotas y consejos para poder emprender aquello que queremos conseguir y poder ser algún día, creadores de patrimonio como hoy en día lo es ella.