MELANIE ESCUREDO SILVA Y LAURA MACÍAS FERRERAS | Fotografías: Melanie Escuredo
Unir nueve puntos con cuatro líneas rectas. Este juego, sencillo en apariencia, dio comienzo de una forma lúdica al cuarto taller de las VII Jornadas de Periodismo Social este 16 de marzo. Con la ayuda de dos voluntarios, Virginia Martín Jiménez y Dunia Etura Hernández, profesoras del Área de Periodismo, demostraron cómo enmarcamos la realidad en la que vivimos. Los dos jóvenes, absorbidos mentalmente por la imagen de un cuadrado que presuntamente formaban esos nueve puntos, no fueron capaces de resolver la encrucijada.
Tras esta corta pero reveladora actividad, Virginia Martín agarró el timón de la conferencia ‘Género e Igualdad’ empezando, como toda buena historia, por el principio. Mediante imágenes, fotografías, gráficos y un impactante vídeo sobre la discriminación, reivindicó dejar atrás un contexto sociocultural desfasado, en el que los hombres eran los cabeza de familia, de grupo y, prácticamente, del mundo. Es en este punto donde los periodistas gozamos de protagonismo: «Tenemos que aprender a cuestionarlo todo, a tener perspectiva», dijo. Romper esquemas fue su lema. Expuso ante todos los asistentes datos verídicos de cómo el mundo lleva cambiando desde hace mucho tiempo respecto a la desigualdad de género: 527 mujeres son juezas en España y 890 hombres trabajan de enfermeros, ¡y esto sólo en Aragón!
Pero, aunque esta evolución es evidente, no es suficiente. Las pruebas las hayamos en las reveladoras capturas de distintas noticias en periódicos sumamente conocidos. Estos sorprendentes titulares hacen referencia a la vida amorosa y vestimenta de las mujeres protagonistas, imponiendo estos datos a los realmente importantes: sus logros, el por qué están en esa portada. ¿Es de mayor importancia el nuevo romance de una reputada tenista o la copa que ha ganado? ¿Tiene más relevancia el diseñador y corte del vestido de una actriz famosa en los premios Oscar o la razón por la que está nominada? La prensa, los programas radiofónicos y las cadenas de televisión parecen tenerlo claro. ‘‘Debemos evitar lo personal y centrarnos en lo puramente informativo’’, demanda Virginia Martín.
El problema radica en que todos podemos apreciar que el trato periodístico de los hombres no se acerca al de la mujer ni un solo centímetro. Un titular de El Mundo de 2015 lanza la siguiente pregunta: ‘¿Pueden sobrevivir las astronautas sin maquillaje?‘. Las docentes de periodismo lanzan al público otra: ‘‘¿Podéis imaginar un reportaje deportivo en el que se cuestione si Cristiano Ronaldo puede vivir sin sus cremas?’’. La respuesta fue simultanea y concisa: NO.
Es en este momento de la sesión cuando nos ofrecen las bases para llevar a cabo un correcto tratamiento periodístico no discriminatorio por género. Destacan procedimientos como: una selección de fuentes, fijación de la agenda, consulta a expertos y el uso de lenguaje no sexista. En relación con este último concepto, se reclama la utilización de palabras no sexuadas, es decir, hablar de una colectividad para incluir a las mujeres; tratarlos como igual. Aunque parezca evidente, en 2006, en Periodista Digital, se publicó la siguiente entrada: ‘Esperanza y Gallardón, como hermanos’. Los asistentes al taller, buscábamos con inquietud el elemento machista de aquella cita, aunque difícil, finalmente fue encontrado: ponían el nombre de la mujer y el apellido del hombre. Quizás, la razón por la que tardamos tanto en descubrirlo es que estamos tan acostumbrados a este tipo de titulares que ni siquiera nos sobresaltamos. ¡Craso error!
Para cerrar su parte, Virginia Martín nos puso otro claro ejemplo de discriminación por género. En prensa, cuando se habla de mujeres, muchas veces se refieren a ellas por su parentesco: hija de, viuda de, madre de… Los periodistas deben obligarse a dar nombres y apellidos, ya que, en el caso de los hombres, no se hace referencia a ninguna relación familiar, pero sí a su cargo. Cierra su exposición con este consejo: «Cuando redactéis una frase o noticia, probad a cambiar el género de la frase. Si sigue sonando bien, ¡frase correcta! Hay que apostar por la normalidad, lo que sea normal en la sociedad».
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Violencia de género
Dunia Etura, por su parte, abre su turno con una afirmación demoledora: «Todos somos nativos machistas, como las nuevas generaciones son nativos tecnológicos. No ser machista en la sociedad, es un milagro». La docente nos pone en materia de las definiciones violencia contra la mujer y violencia de pareja, según la ONU, y nos presenta las fases de reconocimiento del machismo social, que son: observación, reflexión, conocimiento, aceptación y cambio. Además, muestra la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, que tiene como objetivo actuar contra dicha violencia. Teniendo esto como base, partimos a un sinfín de diapositivas con sorprendentes datos reales sobre el mundo de la violencia de género.
Un estudio de la ONU revela una escalofriante cifra: el 30% de las mujeres refieren que han sufrido violencia física y/o sexual por parte de sus parejas. Y esto no termina aquí, ya que un 38% de los asesinatos de mujeres en el mundo son cometidos por sus parejas; de ese mismo porcentaje, el 45% en EEUU y el 54% en Reino Unido, siendo España el país de Europa con menos violencia de género -y dándole, aún así, más visibilidad que en otros países-.
Durante la conferencia, desmintió a los asistentes algunas falsas leyendas como que existen cientos de denuncias falsas, cuando está comprobado que solo son un 0,016% del total y que dicha violencia la reciben las mujeres que viven en un contexto de pobreza o sin estudios. La cruda realidad es que, en España, la razón más habitual por la que es asesinada una mujer es -precisamente- por ser mujer. Mientras entre los años 1999 y 2016 fueron asesinadas 1.056 mujeres por violencia de género, la cantidad de hombres asesinados a mano de sus parejas no llega a los 50. Aquí, el peso de la solución ante el tratamiento periodístico de lo debatido recae de nuevo en los periodistas: «Los medios son agentes de socialización, fomentan ideas sobre la sociedad; por ello, tienen tanto poder para solucionar los problemas sociales», dijo.
Virginia Martín terminó el taller con la misma frase que Emma Watson cerró su discurso en las Naciones Unidas: «Debemos preguntarnos: si no soy yo, ¿quién?. Si no es ahora, ¿cuándo?’’.