CLARA NUÑO GÓMEZ | Fotografía: Fernando Sanz/APV
Estaban preparados para el debate desde el primer momento y, por eso, no les extrañó que la polémica viniera de la mano de las enfermedades mentales; en concreto, de la esquizofrenia. Diana Gutiérrez -especialista en Periodismo Social y Sanitario- y Rafael de la Puente -técnico del Secretariado de Asuntos Sociales de la UVa– se disponían a dar un taller, el pasado 15 de marzo y dentro de las VII Jornadas de Periodismo Social, sobre la imagen que proyectan los medios sobre la discapacidad. El público era joven, en su mayoría estudiantes, salpicado por algún que otro profesional de la comunicación. El ambiente, distendido.
“Estoy asustada, porque sois muchos” -comenzaba Diana, cosa difícil de creer frente a su actitud serena- «y eso me alegra porque denota interés o, al menos, una curiosidad por saber qué está pasando en el periodismo y cómo los profesionales se enfrentan a la hasta ahora llamada discapacidad”.
«Los conceptos, en el mundo del Tercer Sector, van cambiando a medida que los distintos colectivos sociales denuncian cómo son tratados. Por ello, entre otras cosas, la discapacidad ahora ha pasado a llamarse ‘diversidad funcional’. Discapacidad es una palabra fea, suena mal. El prefijo ‘dis’ le otorga un valor menos, como si las personas englobadas bajo este concepto estuvieran menos completas que el resto. Nadie quiere ser menospreciado o compadecido; por ello, los conceptos deben evolucionar a medida que evoluciona la sociedad. Estas personas no tienen menos capacidades que el resto, sino que poseen otras diferentes, por ello el término apropiado y que está en proceso de implantarse es el de diversidad funcional», explicaba en una necesaria aclaración terminológica.
Tras esta pequeña introducción, recorrió con la mirada a los presentes y sonrió: «Cuando me propusieron hacer este taller, estuve tentada de soltaros aquí un rollazo. Venga teoría, venga guías de estilo… pero esto debe ser un ejercicio de práctica y memoria en lo que es la terminología, los conceptos. Porque, aunque alguien pueda cuestionarlos y pensar ‘estas asociaciones que tiquismiquis son’, lo que pretenden usando estos términos es acercar la discapacidad (o mejor dicho, diversidad funcional) a la realidad”. Entonces, dio su propia visión sobre la profesión, corroborada por los cabeceos de muchos de los presentes. Ella aboga por la especialización para garantizar un periodismo de calidad.
Iban pasando las horas a medida que el mundo del Tercer Sector calaba, poco a poco, en los allí presentes. Tal vez, al darse cuenta de que realmente todo el mundo es discapacitado en algo, en diferentes ámbitos. Tal vez al darse cuenta de que los medios de comunicación pecan, muchas veces, de paternalistas. Quieren proteger a las personas con ‘discapacidad’ pero sin contar con ellas. Fue en esos momentos de reflexión colectiva cuando la voz de Rafael de la Puente se alzó, grave: “La discapacidad es lo que el entorno tiene que cambiar para que una persona pueda participar. Ser diferente jamás debería ser un motivo de exclusión”. Son muchas las brechas abiertas en la batalla por la igualdad y normalización de la vida de estas personas. Una de estas brechas es el sentido maternalista que se le da al Tercer Sector; siempre relacionado con la solidaridad, con el altruismo (o con el egoísmo más puro de haber hecho una buena obra), siempre con la mujer…
Apenas quedaba tiempo para realizar el ejercicio que Diana había preparado, tan concentrados estaban todos tratando de comprender un poco más un mundo que, poco tiempo antes, les había parecido muy lejano.
Era una prueba, una prueba que ambos ponentes sabían que iba a generar debate: escribir una noticia sobre algún hecho motivado por una discapacidad. Parecía fácil. Ahí, ahí salió el estereotipo que estaban esperando. Las enfermedades mentales. La esquizofrenia. “Un esquizofrénico mata a su hermano”, o algo similar rezaba uno de los titulares.
“Nosotros no titulamos un canceroso. Creo que a todos nos daría un pellizquito en el estómago si viéramos algo así. ¿Por qué con otras enfermedades sí?» -sentenció, segura, Diana-. “Son personas, no su enfermedad. No debemos clasificarlas».
Aún existen muchos estereotipos, la mayoría perpetrados por el cine y la novela sobre las enfermedades mentales. Si se piensa en una discapacidad física, acudirán rápido a la mente los impedimentos de las barreras físicas; en cambio, si el sujeto es un enfermo psíquico o mental, se le asociará a la demencia, la tortura, el asesinato… “Todo el afrontamiento a esta información la tenemos muy influenciada por las informaciones que hemos ido recibiendo de niños”, finalizó, dejando a un público meditabundo tras haber caído en la trampa fácil.
Una jornada en la que, un pequeño grupo aprendió que las personas sufren, no por su discapacidad, sino por cómo la sociedad las trata.