El camino de Álvaro Martín Sanz en el séptimo arte

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SALMA TURNES ARES  | Fotografía: SEMINCI  |

Álvaro Martín Sanz es un hombre que destaca en numerosos ámbitos: es doctor en Investigación en Medios de Comunicación por la Universidad Carlos III de Madrid con premio extraordinario; es licenciado en filosofía por la Universidad de Salamanca y posee varios masters relacionados con la cultura contemporánea, la filosofía y la cinematografía. Además, ha sido becario Culturex del Ministerio de Cultura en la Delegación Española Permanente ante la UNESCO y ha realizado estancias de investigación en las Universidades Sapienza de Roma y Soborna de París.

 

¿Cómo comenzaste en el mundo del cine?

Yo estaba haciendo la carrera de Filosofía, en Salamanca, y comencé a hacer cortometrajes en un momento dado con amigos, lo que me fue abriendo puertas poco a poco en el cine. Al acabar los estudios, me surgió la oportunidad de poder seguir haciendo proyectos relacionados con este ámbito, tanto de forma cultural como creativa-audiovisual. A partir de ahí, puse la Filosofía en un segundo lugar y prioricé el cine.

 

¿Te ha interesado desde siempre?

Sí, desde siempre he visto películas y televisión. Sí que es cierto que con una visión de creación es algo que se ve muy lejano porque te preguntas: ¿cómo se puede empezar a trabajar en el cine o a hacer una película o un cortometraje? Aunque bueno, ahora lo tenemos mucho más interiorizado gracias a la tecnología, pero cuando empecé yo era como algo extraño. Sin embargo, aunque resulte complicado porque se puede ver como algo inviable, puedes canalizar el interés de ver películas en algo más creativo.

 

¿Cómo ha cambiado tu trabajo desde la primera obra hasta la última?

Creo que cuando todo el mundo empieza hace cortometrajes un poco `básicos´, donde simplemente se cuenta una historia. En ese sentido, considero que los cortos que he ido desarrollando se han vuelto cada vez más reflexivos y más críticos. He evolucionado mucho hacia el documental, pues solía hacer trabajos más ficción-tradicional, pero ahora me interesa más el documental. Sobre todo, jugar mucho con el cambio de formas, pasando de un documental ficcionado a una ficción documentalizada. Con los nuevos estilos que me parecen más estimulantes.

Creo que hoy en día, las películas más atrevidas y más originales que se han creado son documentales, lo que me llama demasiado la atención, por eso quiero enfocar mis obras por ese camino y alejarme más de lo comercial y de lo típico. También hay que tener en cuenta que es más fácil distribuir una ficción y mandarla a festivales que un documental, entonces se te cierran muchas puertas en ese aspecto, pero bueno.

 

¿Tienes unos temas preferidos para tratar en tus trabajos?

No, voy cambiando de centro de interés según haya cosas que me vayan interesando más que otras. Puedo escribir una poesía, un texto o una novela y de ahí voy sacando ideas. Pero no, no tengo nada favorito que vaya repitiendo constantemente.

 

Tras el éxito de Acueductos, ¿cuáles son tus próximos pasos?

De momento estoy todavía distribuyéndolo, entonces no he tenido aún mucho tiempo para pensar. Sí que quiero hacer otro corto y tengo las ideas generales sobre cómo hacerlo, es decir, sobre el tema del que quiero que trate más o menos, pero todavía no sé de qué forma tratarlo para que tenga un valor artístico más allá de un valor testimonial. También quiero pensar mucho la forma, el contenido, entonces aún lo tengo todo muy en el aire, aunque tengo claro que esa será la próxima película que haga. Luego, es verdad que tengo proyectos más grandes, pero están todavía como en stand by. Ahora mismo acaban de publicarme un poemario, el que tendré que presentar y darle un poco de difusión.

 

¿Eres optimista respecto al cine castellano-leonés?

Es que no creo que exista a día de hoy un cine castellano-leonés. Sí que es cierto que hay gente que hace trabajos: cortometrajes o largometrajes más o menos elaborados, pero no dejan de ser casos aislados. Sinceramente, no creo que haya industria del cine castellano-leonés, ni posibilidades de que o haya de momento. Al final, estas cosas requieren mucho tiempo y mucha consolidación para que sucedan. Sí que se puede constituir, pero no a corto plazo.

 

Como profesor de la Universidad de Valladolid, ¿de qué manera aportas tu experiencia como cineasta al alumnado?

Bueno, veo que existe, en general, un desconocimiento y un desinterés bastante grande sobre el cine. Entonces claro, contra el desconocimiento se puede luchar, por así decirlo, pero contra el desinterés es mucho más difícil, porque si una persona está cerrada a algo ya tienes que intentar convencerla o persuadirla para que se le dé una oportunidad. Hay casos en lo que eso se puede pero hay otros muchos casos que no, ya que el desinterés es absoluto.

Por la parte teórica es más complejo que las personas se abran a este mundo, que por la parte práctica; pues al final, a los alumnos de periodismo les llama más la atención aprender a manejar una cámara y ver cómo se graba. Esto como docente no me permite adentrarme en profundidad en el séptimo arte, ya que tengo que explicar conocimientos que, personalmente, daría por supuestos. Por lo tanto, es verdad que tiene un lado estimulante que es el de presentar cosas por primera vez, pero también tiene una parte de empobrecimiento donde cosas que se tendrían que saber, se desconocen. Eso es lo que complica la labor, en ese sentido.

Álvaro Martín Sanz, como cineasta, sus cortometrajes han sido seleccionados en más de cuatrocientos festivales y merecedores de más de cincuenta premios, entre los que se incluye el de Mejor Cortometraje de Comedia de la Comic-Con de San Diego.

Algunos de sus obras más destacables son: El adorable inquilino, Estocolmo, Desintegración y Accident de Personne. En 2021 publicó su primera novela, Grita ¡Viva! En las Vegas. Este año, el Instituto de Juventud de Castilla y León publica su primer poemario Memorias de un niño en pijama, dentro de la colección Arte Joven.