PAULA_RODRÍGUEZ | Fotografías: Pixabay

Las principales cabeceras, programas televisivos y debates del mundo se han hecho eco del caso Rubiales con una crítica superior a la de la sociedad en nuestro país.

Las consecuencias del beso no consentido de Luis Rubiales a Jennifer Hermoso, siguen llegando a las mesas de los principales debates políticos y a las de la propia RFEF.

El 20 de agosto de 2023 es un día que pasará a la historia gracias al mundial que las jugadoras de la selección española han ganado. Lo que debería de ser un motivo de orgullo y celebración se ha convertido en un linchamiento a todas aquellas jugadoras que no se conforman con la dimisión del presidente. Cómo todas sabemos, esta fecha también marca a día de hoy un antes y un después en el papel de la mujer en el fútbol y en la sociedad. Y otra vez más, como soplo de aire al Ministerio de Igualdad, se sitúa el consentimiento en el punto de mira. 

Hermoso ha sido situada en el punto de mira con portadas como la siguiente:

JENNI DEJA CAER A RUBIALES

1. La culpa.

No es de extrañar que las portadas de los principales diarios deportivos de nuestro país carguen la responsabilidad de las consecuencias de un beso no consentido sobre la víctima.

2. El periodismo deportivo español.

Sin ningún tipo de conocimiento ni interés en llevar a cabo una comunicación con perspectiva de género, a día de hoy las mujeres no tienen ni un cuarto del espacio dedicado a deportes. Ni en televisión, ni mucho menos en prensa escrita, donde los diarios tradicionales en costumbres y no en progresos, dejan al periodismo español en tal vergüenza.

Titular del The New York Times el 20 de Agosto de 2023

Frente a ello, aparecen las portadas internacionales. Que bueno es escuchar, leer, aprender y observar. Buscar siempre la mejor perspectiva y recibir al que desde la distancia opina sobre un hecho concreto.

 

Titular de Der Spiegel el 23 de Agosto de 2023

“El hombre del que España se avergüenza” es la interpretación de la mayor revista semanal de Europa y más importante de Alemania sobre el beso no consentido.

Igual es por el runrún de las luchas y las grandes polémicas que genera todo movimiento que lleve a cabo el Ministerio de Igualdad, que para los grandes países europeos se interpreta que toda sociedad española rechaza cualquier ápice de machismo público. Pero esta no es la realidad. A margen de la opinión pública tan variada como condicionada a la hora de posicionarse, la realidad de los poderes que toman partida en esto no es la vergüenza, es la normalización.

‘¿Un piquito?’ es ya en las calles, un equivalente del ‘Que te vote Txapote’.

Es para muchos una exageración tanto revuelo por un ‘piquito’, algo tan solo de mal gusto para algunos o fuera de lugar para otros. No es la vergüenza la primera reacción de España -de los poderosos, los que tienen los altavoces públicos y el control- ante el beso no consentido, por ello el ya ex presidente de la RFEF tuvo la oportunidad de ‘poner los huevos encima de la mesa’ en aquella ya histórica asamblea extraordinaria de la federación. Con un altavoz a toda España, al contrario que el de ellas y con muchas corbatas de alta alcurnia  aplaudiendo a su alrededor. Alguna lágrima al verse obligado a dar explicaciones por el beso no consentido, la referencia a sus hijas allí presentes como un “no soy homófobo porque mi hermano es maricón” y un “¿es tan grave como para que yo me vaya, habiendo hecho la mejor gestión del fútbol español?”.

Hemos escuchado estos días declaraciones de José Coronado, que sin tener nada que ver con el fútbol, comparte la misma actitud que Rubiales. Otro hombre poderoso con la capacidad de poner sus huevos encima de la mesa frente a un altavoz mediático. Entiéndaseme el uso de esta expresión coloquial como mejor descripción de los alardeos de un machismo incrustado en personajes cómo los mencionados. Ante ello hay dos opciones, o intentar actualizarse a los cambios sociales y por tanto a la vida, o aferrarse al amor romántico. Al piropo callejero y al cortejo insistente en el que personajes cómo Rubiales o Coronado se han desenvuelto a lo largo de su vida, una posición de poder absoluta.

Y aquí llega la cuestión principal que ellos plantean: ya no se puede ni echar un piropo o va a hacer falta un contrato para echar un polvo. Aquí aparece el consentimiento. La clave de todo. Lo que quieren emborronar para tener siempre la ventaja que con su posición de poder les recae. La ventaja también de ser hombre y no estar atado de pies y manos por esa cultura patriarcal, que nos normaliza ser desagradecida si contestas a un piropo procedente de un coche cuando paseas por la calle, o a un beso efusivo por una buena noticia.

“¿Es tan grave?”. Se preguntó Luis Rubiales, antes de dar por hecho que no, al comunicar que no abandonaba su puesto como presidente. Un discurso del que estoy segura, ya se ha comenzado a analizar en las aulas de nuestras facultades.

, si es muy grave que la cultura patriarcal tan arraigada en hombres y mujeres provoque que en medio de una celebración histórica -la copa del campeonato del mundo- sea un momento irónico si cabe, en el que el jefe de los jefes -inmune hasta el momento como si del Rey Emérito se tratase- se viese con el poder de dar un beso no consentido a una de las mundialistas. Porque eso es lo que fue. Un beso no consentido, por lo tanto, una agresión sexual.

Es cierto que en el código penal las agresiones sexuales son juzgadas por su nivel de gravedad, está claro que un beso no consentido no es una violación, pero sigue siendo una agresión sexual. Es importante tenerlo claro, y no tener miedo a llamar a los hechos por su nombre. Si una mujer está trabajando en la calle y aparece un hombre por detrás a darle un azote sin consentimiento es una agresión. Si en una celebración un líder agarra de la cabeza a una jugadora para darle un beso sin consentimiento, es una agresión sexual. 

Es un hecho con el que se puede pensar “no es para tanto, es solo un beso” pero en el trasfondo de este acto están los derechos de las mujeres. Detrás de ese beso está el que un hombre se vea con el poder y el derecho de hacerlo en cualquier circunstancia, cuando y cómo quiera, si no es un beso, es un azote o es un grito desde un coche. Eso no es cortejo, eso es acoso.

Y a margen de la disparidad de opiniones y debates sobre las decisiones a tomar, es un motivo de fuerza que esto ocupe el debate público en España. 

Las jugadoras no merecen este escarnio público ni esta lucha recién hecha historia en el fútbol, a lo que se dedican, pero lo necesitan. Necesitan luchar y no rendirse, todas las mujeres lo necesitamos y Jennifer Hermoso lo sabe. Alexia Putellas lo sabe y Olga Carmona también. Todas ellas son conscientes de que las mujeres necesitamos que ahora que se ha abierto este debate, no se cierre nunca, que nunca se deje de luchar y que esto acabe con el mejor de los ejemplos para las que vienen detrás.

Esta lucha es de todas y las jugadoras tienen claro que los derechos no se negocian, que esto #SeAcabó.