CRISTÓBAL CEREZALES FRANCO | Foto: Sonsóles Rivera |
Son cerca de las dos de la tarde de un miércoles de mayo. En la Facultad de Filosofía y Letras los alumnos ultiman sus estudios apremiados por los cada vez más cercanos exámenes finales, agobiados por un Plan Bolonia que les obliga a estudiar y a realizar trabajos a partes iguales. En mitad de la mañana, procedente de Navarra, un hombre de traje que rozará los dos metros entra en las clases. Su hábitat natural. Por algo lleva más de 20 años en ellas. Viene a impartir un seminario SIDIC sobre ‘La Internet de las cosas’, uno más de las decenas que ha impartido en más de 30 países diferentes. Pero eso es otra historia. Hablamos de Ramón Salaverría, destacado profesor de periodismo en la Universidad de Navarra. Un docente con alma de periodista.
Con dos décadas a sus espaldas investigando sobre los medios digitales y su irrupción en el periodismo tradicional, lo que pocos saben es que en su momento también ejerció el periodismo en la Cadena Ser y en la Agencia Colpisa, a principios de los 90. «Me resultó un trabajo apasionante», admite el profesor, aunque no tarda en señalar que las circunstancias le apartaron de las redacciones y le llevaron a las clases. Una realidad que no le disgusta. «Me ofrecieron una beca de investigación y la acepté. En ese momento no tenía la previsión de ser profesor investigador, pero la verdad es que es un trabajo que me ha apasionado tanto como el periodismo», explica una voz más que autorizada en las aulas, que destaca el hecho de poder combinar «ser profesor» y poder explicar temas de comunicación y periodismo.
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Grado en Periodismo, ¿sí o no?
En un contexto agitado para el periodismo, de futuro incierto para la prensa y con el paro acechando a los jóvenes que cada año se gradúan en las Universidades españolas, la pregunta era obligada. ¿Es realmente necesaria la carrera de Periodismo en estos momentos? Salaverría medita y desvía el tema: «Yo no participo de la opinión de que tener un título de Ciencias de la Información sea obligatorio para trabajar como periodista». Y, tranquilo, expone sus argumentos: «Muchos de los grandes periodistas no la han tenido [formación], aunque no existían los estudios, pero en la actualidad también hay muchos buenos periodistas que no han tenido formación periodística».
Una idea, la de exigir la colegiación, que le produce «recelo» y que no comparte. No obstante, vive en la actualidad e indica que a la hora de contratar los medios de comunicación prefieren a candidatos que posean al menos un título en Periodismo, Comunicación Audiovisual o Publicidad, como explica detalladamente el Informe Anual de la Profesión Periodística elaborado por la Asociación de Prensa de Madrid.
Los motivos, son obvios. Gracias a estos estudios, los alumnos adquieren unas destrezas, unas habilidades que los hacen aptos para desempeñar esta profesión. «El valor añadido que se espera de un periodista es el criterio», expone Ramón Salaverria, descartando otras capacidades como la rapidez o otras de tipo instrumental o cualitativo en las que los periodistas, como seres humanos, saldrían perdiendo por ejemplo con un robot. Por tanto, es ahí donde deben incidir las Universidades, tienen que «tratar de mejorar al máximo la enseñanza, tratar de hacerla de máxima calidad» para prepara a los futuros trabajadores de la era de la información.
«El mundo de la comunicación en sí mismo ha alcanzado una dimensión única que justifica que existan estudios de grado en el ámbito de la comunicación»
Al fin y al cabo, como se encargó de recordar Salaverría en su charla y, posteriormente, en la entrevista, las características tradicionales del periodista siguen vigentes hoy en día. Para el profesor las claves están en «interpretar, jerarquizar, identificar los asuntos relevantes y contarlos bien» y es ahí «donde deberían incidir la formación de los periodistas en las universidades».
Unos futuros periodistas que deberán ser capaces de llegar a lugares y sentidos hasta ahora insospechados en base a innovaciones tecnológicas y narrativas, como la multisensorialidad (podremos oler o comer una noticia) y la omniconectividad (hemos cambiado de formato de destino de la comunicación a lugar de origen, desde que nos despertamos hasta que nos acostamos).
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El ocaso de los medios impresos
«Pienso que tendremos periódicos impresos durante muchos años», responde tajante Ramón Salaverría cuando se le cuestiona sobre el futuro de la prensa escrita. Sin embargo, el profesor no obvia el evidente desplome en las tiradas y en las ventas de estos medios: «El periódico ha perdido el papel hegemónico que tuvo durante el siglo XX y ha pasado de ser EL medio a ser un medio», comenta sobre la debacle de las principales cabeceras españoles, muy acentuada en el caso de Unidad Editorial. Salaverría explica su reflexión: «El formato impreso ya no es el medio de referencia y ha empezando a ser sustituido por medios digitales», aunque señala que esto no supone su «desaparición».
La progresiva sustitución de la prensa impresa por la digital no supone, para Salaverría, la desaparición del papel
Experto en Ciberperiodismo, materia de la que imparte clases en la Universidad de Navarra, sabe que no vale con trasladar los contenidos del formato impreso al digital. Partiendo de la base de que «hay que satisfacer la demanda del público», Salaverría advierte la dificultad de este proceso para los medios más antiguos: «La tentación natural de los medios que vienen de un código genético impreso es reconvertir su producto al medio digital». Un error aparente que solucionan los nativos digitales. Estos no «están sometidos a las herencias provenientes del papel» y pueden actuar con «mayor libertad y rapidez» para satisfacer las exigencias de una audiencia que busca «nuevas cosas en nuevos formatos».
Estamos hablando de una audiencia que, además, busca esos contenidos de manera gratuita. Esto choca con el modelo de negocio de las viejas cabeceras acostumbradas a cobrar por las informaciones que ofrecen. Sin embargo, Ramón Salaverría se afanó en matizar que un contenido gratuito no tiene porque estar exento de calidad y que el hecho de pagar por disfrutar de un texto no implica que este sea muy elaborado. Y sentenció: «Los medios digitales más pujantes, y los hay en estos momentos, demuestran que puede hacerse periodismo de calidad sin necesidad de pago».
«Establecer que algo gratuito es falto de calidad es un absurdo. Queda en evidencia con productos como la radio o algunos contenidos de la televisión»
Lo que queda claro es que pagando o de manera gratuita, la información nos invade hasta llegar al punto de estar saturados. Y esto es en parte gracias a las redes sociales. Unos estudios recientes publicados por FirstDrawNews llegaron a la conclusión de que en Internet, en general, circulan más rápido y más lejos los rumores o las noticias falsas que las verdades. Una realidad acrecentada por la incipiente figura del «periodista ciudadano», que a través de sus perfiles en las redes sociales transmite información sin verificar a cantidades inimaginables de usuarios.
Contar con periodistas profesionales ─no «ciudadanos»─ es imprescindible para evitar que este problema aumente. https://t.co/qIv9Gxo7io
— Ramón Salaverría (@rsalaverria) 9 de mayo de 2016
Para el investigador la solución es fácil, contar con «periodistas profesionales» que «pongan coto a estos fenómenos donde las mentiras y los bulos circulan con mucha rapidez». Y reivindicó su idea de la formación: «El papel del periodista como una persona que certifica, confirma y contextualiza la información, la pone en un determinado contexto y explica los porqués, está más justificado y es más necesario que nunca», comentaba sobre la posibilidad de eliminar el Grado.
Y es una profesión en constante evolución y, como tal, su definición recogida en la Real Academia de la Lengua se queda obsoleta con el paso del tiempo. En octubre del año 2015, Salaverría solicitó a la RAE que considerará la posibilidad de actualizar la acepción porque «ha pasado a un perfil mucho más diverso, en término de medios y de funciones» y se queda «anacrónica» con respecto a lo que actualmente es la profesión periodística. Admitida su petición, en las próximas ediciones del Diccionario de la Real Academia se cambiará la acepción de periodista, al igual que está cambiando el periodismo.
Palabra de Ramón Salaverría. Palabra de un docente con alma de periodista.
Cristóbal, gracias por estas reflexiones interesantes
¡Muchas gracias por el comentario, Sonsoles!
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