INÉS POLLO VEGAS | Fotografías: I. Pollo | Cartel: ISF |
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El 20 de abril la Escuela de Ingenieros Industriales de la UVa asistía con curiosidad a una charla sobre soberanía energética que se integraba dentro de la Escuela de activistas II que Ingeniería Sin Fronteras Castilla y León viene celebrando durante el mes de abril, un proyecto financiado por el Fondo de Cooperación de Universidad de Valladolid. En este caso, la voz la puso la ingeniera Sara López, ya que su compañero Iñigo Mayordomo no se encontraba disponible para poder participar en el coloquio.
Sara comenzó planteando si era «posible vivir sin energía». Una cuestión a la que la mayoría de los presentes respondió con un «no», dando una serie de argumentos que residían en el hecho de que, en la sociedad de nuestros días, tenemos muy asociadas las comodidades y necesidades a la energía, sobre todo la eléctrica.
Una vez comenzada su explicación y a partir de las respuesta que obtuvo, desarrolló una serie de necesidades básicas que suple la energía. Siguiendo después con mapa del panorama mundial en cuanto al desajuste de accesibilidad energética. Y es que también hubo tiempo de explicar las diferencias entre los países del Norte y los del Sur y cómo la pobreza de las sociedades por lo general viene ligada a la pobreza energética.
Sara hizo mucho hincapié en la importancia de lo que ella considera una solución a la dependencia energética global: el autoabastecimiento con los recursos energéticos del propio país, algo que desemboca en una sostenibilidad que, a su vez, permite el desarrollo humano.
Mostró a continuación un gráfico donde se veía la descompensación en el empleo de energías renovables. En países como Paraguay e Islandia, por ejemplo, se conquistaba un 100% de aprovechamiento energético renovable. Un dato que se presentó como la excusa perfecta para que Sara volviera a plantear a los asistentes: «¿Es posible o no se quiere?».
A partir de entonces, se encargó de abordar, de manera separada, el panorama energético en los países del Sur y en los del Norte. En cuanto a los primeros, lo fundamental era partir de una premisa que no siempre queda clara: que en un país se aprovechen los recursos energéticos renovables en alto grado no implica que estos sean de calidad. Es decir, en estas regiones, la mayor parte de esa energía carece de calidad para producir y fortalecer económicamente al país.
Varias universidades españolas, como explicó López, se encuentran inmersas en una serie de proyectos de desarrollo que persiguen encontrar nuevas alternativas a esta situación y la mejora de las condiciones energéticas de diferentes países, como Haití, Perú o Guatemala. De este último, precisamente, pudieron hablar Mar Hernández y Oscar Carrión, que gracias a una ayuda PACID pudieron conocerlo de primera mano.
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Se trata de un proyecto que intenta abastecer ciertos territorios del país guatemalteco. No se trata de metas elevadas, ya que lo que pretende es llevar a estas zonas unos mínimos de agua potable y electricidad, unos mínimos que unos estudios previos de la zona previa hicieron ver que no se cumplían. La mayor dificultad que encontraron a la hora de desarrollar el proyecto -«un proyecto a largo plazo»- fue, casualmente, el idioma y el no entendimiento por cierta parte de la población de lo que se pretendía.
Una vez terminada la explicación de Mar y Óscar, tocaba el turno de los países del Norte. Su hándicap fundamental es el oligopolio de las empresas que controlan el mercado energético y las pocos recursos con que cuentan sus ciudadanos para enfrentarse a ellas. Las privatizaciones de los últimos años han traído pobreza energética a estas regiones.
Y no es una pobreza causada por la accesibilidad, sino por los precios que no puede abonar una parte importante de la población. Esta situación ha generado una crisis energética que ha pagado una fracción de sus habitantes, que en los últimos diez años han visto cómo el coste de la electricidad se ha incrementado un 82%. La charla finalizó con una serie de vídeos en los que diferentes personas explicaban las condiciones tan duras en las que se encuentran al no poder hacer frente a las facturas de sus hogares.