ALBERTO DOMINGO SÁEZ | Fotografía: Pixabay |
El mundo del periodismo ha vivido, en las últimas semanas, dos trágicos sucesos tras el asesinato de dos periodistas que solo buscaban luchar por la verdad y dar voz a lo que muchos no quieren que se escuche. Es fundamental dar importancia a puestos como el de periodista de guerra, en el que trabajaban las dos víctimas mientras corrían en busca de la verdad en las zonas de mayor riesgo. La FAPE ha buscado ayuda en la ONU y ha pedido protección para los periodistas.
Esta federación ha lamentado profundamente la muerte David Beriain y de Roberto Fraile, que todo apunta murieron a manos de yihadistas durante un ataque terrorista que tuvo lugar en Burkina Faso, en África Occidental. Ocurrió mientras los informadores llevaban a cabo un reportaje sobre la caza ilegal en el sureste del país, cerca de la frontera con Nigeria.
El presidente de la FAPE, Nemesio Rodríguez, afirmó que ‘el periodismo de investigación que realizaban los compañeros asesinados es un elemento fundamental para averiguar y difundir los hechos que se quieren ocultar’. También solicitó a Naciones Unidas que ‘refuercen la protección de los periodistas en todo el mundo y, sobre todo, en los países de conflicto’. Por último, dedicó unos instantes a recordar a las dos víctimas: ‘David y Roberto dieron su vida por ejercer la profesión en una dedicación ejemplar‘.
Beriain tenía 44 años y era natural de Artajona, una localidad en la provincia de Navarra. Su nombre era uno de los más conocidos a nivel internacional en el mundo del periodismo de investigación. Formaba parte de la Asociación de Periodistas de Navarra y de la FAPE. Durante su trayectoria, cubrió conflictos en algunos de los lugares más peligrosos del mundo, como Afganistán, Sudán o Congo. También lo hizo en países sudamericanos, sobre todo, en Colombia, donde logró destacadas entrevistas exclusivas con los líderes de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Allí grabó su famoso documental ‘Amazonas clandestino’, uno de los mejores documentales del mundo.
La otra víctima fue el fotorreportero gráfico Roberto Fraile, oriundo de Barakaldo, que también contaba con una dilatada experiencia en la escena internacional. Actualmente vivía en Salamanca y era padre de dos hijos. En el suceso también falleció un periodista irlandés que pertenecía a una ONG instalada en el país africano y les servía de guía y productor de zona.
Si se analizan los datos de este 2021, ocho periodistas han muerto junto a otros cuatro colaboradores, algo que suscita una importante reflexión. El ejercicio de la libertad de prensa recibe, por desgracia, amenazas en algunos lugares en los que la democracia carece de importancia. Esto es un llamamiento para aprender a valorar las libertades de las que gozan la mayoría de países, donde hacer el ejercicio de informar no es sinónimo de amenazar. Si uno se para a pensar sobre cuántos periodistas están actualmente encarcelados o han sido asesinados por pretender mostrar la realidad y ofrecer información de calidad, los datos son demoledores.