HELENA MASEDO GARZÓN  |  Fotografía: David Izquierdo y Great Straits

Óscar Rosende, guitarrista y líder de Great Straits, continúa llevando la música de Dire Straits a los escenarios con un tributo que destaca por su calidad y fidelidad al sonido original. El pasado 16 de marzo, en Valladolid, ofreció un concierto en el que repasó los grandes clásicos de la banda.

Pregunta: ¿Cómo nace el proyecto Great Straits? ¿Y por qué Dire Straits?
Respuesta: Era la música que a mí me gustaba desde pequeño. Recuerdo que Dire Straits era mi banda favorita y tenía predilección por So Far Away como canción. De hecho, yo recuerdo en el colegio ser “el niño rarito”, porque, por aquel entonces, todo el mundo estaba flipado con The Final Countdown, de Europe.

P: ¿Cómo ha sido ese viaje desde 1996 hasta hoy?
R: En la mitad de los 90, me compré una guitarra clásica y una hoja con acordes, con Dire Straits funcionando de fondo. Así aprendí. A finales del 2007, fundé Brothers In Band. Más tarde, vino Great Straits. Ahora somos en total 16 personas en la gira, cuatro venimos de la otra Brothers In Band y cinco son gente nueva, que no joven. Nunca tuve semejante nivel musical en todos estos 300 conciertos.

P: Yo hay veces que, viéndoos en concierto, me pregunto: “¿Qué será más difícil, cantar o tocar?”
R: Las dos cosas. Ten en cuenta que canto en una lengua que no es la mía. Mis lenguas maternas son el gallego y el castellano, pero el inglés es un poco más complicado. Pero es verdad que al final llevo toda la vida escuchando la misma música.

P: Sí, pero tienes una naturalidad y un estilo tan pronunciado que, cuando la gente te ve, dice “Es que controla.”
R: Haber aprendido a tocar la guitarra de oído me ayudó a desarrollar y a potenciar esa parte de poder adaptarme. Yo todos los punteos de guitarra los escuchaba de oído. Y ahora que ya lo sé, soy tan tiquismiquis que tengo un montón de guitarras exactamente iguales a las de Knopfler.

P: ¿Qué crees que te falta para alcanzar exactamente el estilo de Knopfler? ¿Es una cuestión de técnica, equipo o una combinación de ambos?
R: Algunas de las guitarras que tengo están hechas por el mismo Luthier, además del amplificador que llevo. Ese es el mismo que llevaba Mark Knopfler. Ahora que lo tengo, lo que hago es escuchar los vídeos, equipado con el mismo ampli y las mismas guitarras, e intentar llegar al mismo tono. A veces es un poco frustrante, porque no llego.

P: ¿Y alguna vez has pensado en rendirte? Porque los primeros pasos suelen ser muy difíciles.
R: Sí. A veces me daban ganas de abandonar, porque veía que quería volver a empezar de nuevo y me ponían la zancadilla externamente.

P: En cuanto a estilo, ¿qué es lo más desafiante de tocar como Knopfler y Dire Straits?
R: Recuerdo estar tocando con la otra banda una canción que se llama Industrial Disease, cuyas estrofas son larguísimas. Tenía que cantarlo, y yo estudié la canción de memoria, pero lo pasé muy mal porque la pronunciación era muy rápida. Eso para mí era un reto.

P: ¿Cuál es la inflexión de la propia banda para darte cuenta de que iba a ser algo querido por la audiencia?
R: Cuando empecé con esto, nunca lo hice ni por cuánto dinero pueda haber, ni por el volumen de negocio. Cuando empecé a formar la otra banda, se fue profesionalizando. Y cuando monté Great Straits, la ventaja fueron los años de experiencia previos que yo tenía. Y quería una banda de nueve músicos.

P: ¿Por qué nueve músicos?
R: Porque estoy enamorado de la última gira de Dire Straits del año 92. Y porque nadie ofrece una banda de nueve músicos tocando Dire Straits. Este año, además, llevaremos la música de Dire Straits a un nivel sinfónico, con la Orquesta Sinfónica de Galicia. Será algo muy bonito y emotivo.

Helena Masedo entrevista a Óscar Rosende

P: En cuanto a emotividad, en 2008 conociste a Guy Fletcher. ¿Qué puedes decir de ese momento?
R: Yo no me lo creía. Aquella tarde estábamos en Atarfe, que está al lado de Granada. Vi que salía gente del staff, pero ahí quedó la cosa al principio. Entonces cogí la Stratocaster, me metí en el backstage y de repente entró Mark Knopfler. ¡Me firmó la guitarra! Luego, años más tarde, en 2013, en Gijón, me encontré con Guy Fletcher. Más tarde, en 2015, en Sevilla, volví a coincidir con él en backstage. Pero para mí lo mejor fue hace un año, en enero, cuando Mark Knopfler subastó un montón de guitarras y amplificadores. Su gente me llamó por teléfono y me dijeron: “Si quieres, te invitan al día 18 [día anterior a la subasta], a la inauguración. Van a estar Knopfler y John Illsley. El evento es para gente limitada”.

P: Ahí tienes una foto, creo.
R: Sí, yo tengo una foto donde vi a Knopfler allí. Ese día acabé cenando con Danny Cummings, el percusionista de Dire Straits. Fue batería de Mark Knopfler cuando él ya trabajaba en solitario.

P: ¿Viste alguna vez a Dire Straits, como banda, en directo?
R: Estuve a punto, pero era estudiante y era complicado. Tenía 11 años y mis padres nunca me llevaron a Vigo, donde tocaron una o dos veces. Ahora mi intención es presentarle a Guy Fletcher el proyecto sinfónico, por si se quiere venir.

P: Si pudieras tocar una canción con Dire Straits o Mark Knopfler en solitario, ¿cuál sería?
R: Pues no creo que fueran a ser Money For Nothing ni Sultans Of Swing. Tal vez Telegraph Road o Tunnel Of Love.

P: ¿Por qué?
R: Telegraph Road es mi canción favorita. Me parece la canción más completa escrita por Mark Knopfler. Pero hay un interludio en el medio que no es obra de un guitarrista como Knopfler, sino de Alan Clarke. Por otro lado, Tunnel Of Love tiene otra dinámica, y creo que los fraseos de guitarra finales son increíbles.

P: Y en cuanto al público, ¿has visto que haya alguna canción más emotiva para él?
R: No hay nada como Money For Nothing. Estamos hablando de una canción del año 85, disco Brothers In Arms, el disco en formato CD más vendido de toda la historia. Contiene 6 o 7 singles que fueron números uno, pero cuando empieza Money For Nothing, todo el público se pone en pie.

P: En cuanto a los jóvenes… ¿Cómo le darías visibilidad a las canciones de una banda como Dire Straits en ese sector?
R:
Es complicado. Influye mucho en cómo se consume la música hoy en día. Ahora tenemos plataformas digitales, pero la gente ya no sabe lo que transmitía antiguamente un vinilo. Ahora, nos quedamos con el famoso clickbait, que es el que vende. Si lo llevamos a la música, es lo mismo. Hoy en día, una persona que tiene el escenario completamente vacío, un micrófono con autotune y todo grabado en un USB llena conciertos. Darle visibilidad a Dire Straits, por ejemplo, es muy complicado, porque la sociedad tiene mucha influencia. Hoy ya no se compone como antes. No es algo malo, pero la música, en la actualidad, ha cambiado mucho.