MARÍA ARROYO CANO | Fotografía: Consultorio ético |
El deber de los medios de comunicación, como cuarto poder, es el de informar de las últimas noticias y de las personas implicadas en ellas. Sin embargo, cuando estás noticias están vinculadas a menores el periodista se plantea el dilema moral de que datos debe o no publicar.
En el caso de informar de los síntomas del menor tras un altercado, en los medios de comunicación es muy recurrente el mencionar la edad, el nombre y los apellidos. El hecho de informar de datos tan personales que revelen la identidad de esa persona vulnera su intimidad.
Y sea, o no, bajo el consentimiento de los padres, los medios de comunicación deberían evitar la difusión de datos personales de los menores. La difusión de estos datos implica la violación de sus derechos y la pérdida de su dignidad. El periodista debería vigilar su propia cláusula de conciencia en el momento de redactar una noticia y pensar en las personas implicadas. Como cuarto poder que somos tenemos un gran privilegio, el de hacer llegar nuestra información a la población y crear una respuesta, pero también una gran responsabilidad debido a las informaciones que publicamos han de ser lo que se llama políticamente correctas.
En el caso de los menores, la responsabilidad es incluso mayor porque el sistema ampara a este sector bajo la Ley de Protección Jurídica del Menor que expone su derecho al honor, la intimidad y la propia imagen. El error de publicar datos personales puede ser incluso mayor cuan mayor sea la difusión de la noticia. La redacción se podría encontrar en este último alegato casos como la fotografía del menor que murió ahogado que dio la vuelta al mundo.
Como fuente de información y de opinión que es el periodismo, los posibles dilemas a los que puede estar expuesto son muchos. Es por ello, que el deber del periodista debe ser ante todo la protección de las personas de las que informa, especialmente si se trata de niños.