ÁNGELA SUÁREZ FERNÁNDEZ | Fotografía: Organización
Fue inesperado. Esa podría ser una de las muchas razones que explican por qué entre tantos golpes de Estado que han tenido lugar en América Latina, el de Chile en 1973 ha quedado en la memoria histórica.
Ya lo decía Patricio Guzmán: “un país sin cine documental, es como una familia sin álbum de fotos”. De esta forma, el cineasta y autor del film La Batalla de Chile (1979), junto con un equipo de cinco personas, se aferraban a sus cámaras y saltaban a las calles de Santiago de Chile para grabar y vivir en primera mano la tensión política y los graves conflictos políticos a los que ve abocado su país entre 1972 y 1979, así como la caída del presidente Salvador Allende a manos de los militares encabezados por el general Pinochet.
Un país sin cine documental, es como una familia sin álbum de fotos
Considerado por muchos críticos como uno de los mejores documentales chilenos hasta el momento, nominada a 10 premios internacionales y ganadora de 7 de ellos, La Batalla de Chile constituye una trilogía, todas ellas proyectadas en la sala Mergelina de la Universidad de Valladolid entre los días 4 y 6 de octubre: La insurrección de la Burguesía (martes 4, 19:30h.), El golpe de Estado (miércoles 5, 20:00h) y El poder popular (jueves 6, 20:00h).
En esta segunda sesión, centrada en la segunda parte de la película-documental, Guzmán presenta una doble visión de la sociedad: la de la izquierda que apoya al presidente Allende y la de una extrema derecha que pretende desterrarlo del poder. Ambas partes se ven involucradas en numerosos enfrentamientos violentos en las calles, sublevaciones de los trabajadores en las fábricas, asaltos a los tribunales o al parlamento, así como la primera tentativa de golpe de Estado tras el asesinato del que fuera mano derecha de Allende.
El pasado mes de septiembre se cumplían 43 años de aquellos enfrentamientos que desgastaron lo que parecía una férrea democracia, pero que a causa de la desestabilización económica y social protagonizada por los grupos fascistas chilenos, ayudados por el gobierno estadounidense. ¿El resultado final? La irrupción de las Fuerzas Armadas chilenas en el Palacio de la Moneda, sede del gobierno democrático, en la mañana del 11 de Septiembre de 1973 instaurando así una dictadura que perduraría a lo largo de veinticinco largos años y capitaneada por Augusto Pinochet, comandante jefe del Ejército. Tras dicho asalto a la sede presidencial, el pueblo chileno se despide del presidente Allende, que termina suicidándose.
Se podría decir que en este episodio, la calidad y el trabajo del cineasta tiene un claro objetivo: reflejar de forma neutral, con todos los peligros que su realización le ha conllevado, así como el secuestro de su fotógrafo Jorge Müller cuyo paradero se desconoce aún hoy en día, sirvan para reflejar la lenta desintegración de la democracia que, en aquellos momentos de tensión había un gran desconcierto ya que no se sabía cuál podría ser el final: un golpe de estado o una posible guerra civil.
Parece ser que a Guzmán se le quedó en poca cosa todo el trabajo realizado a lo largo de siete años y que tantos premios le han supuesto, ya que en 1997 vuelve a realizar un documental sobre el golpe de Estado, La Memoria Obstinada, en el que echa la vista atrás y regresa al interior del Palacio de la Moneda junto con el que fuera presidente chileno durante los primeros años de los setenta, con el objetivo de que el paso del tiempo no hiciese mella en el recuerdo, siendo una de sus máximas aquello de que “el pueblo que olvida su historia, está condenado a repetirla”.
El pueblo que olvida su historia, está condenado a repetirla
Ese miedo que está presente en el cineasta no es infundado, por lo que al final de su documental, insta al pueblo chileno a que recuerde, y no se avergüence o tema al todavía poderoso ejército de su país, ya que ellos han sido los que llevaron a su pueblo a sufrir las terribles consecuencias que conlleva la instauración de una dictadura militar.
Tampoco hay que olvidar que la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid ha querido volcarse con el pueblo chileno durante la segunda quincena de septiembre, a través de su exposición Exilio y Solidaridad, fruto de una investigación y recopilación de carteles sobre las manifestaciones culturales de solidaridad con Chile entre 1973 y 1990, durante la dictadura militar. Esta exposición, además de buscar el acercamiento a la memoria del pueblo chileno y que no caiga en el olvido –como pretendía Guzmán a través de su documental-, contribuye al estudio del diseño y la rememoración del grupo musical Nueva Canción Chilena, afincados en España, y que dieron voz a la resistencia democrática en los últimos años de la dictadura de Franco y que paradójicamente, los propios chilenos comenzaban en esos momentos, una dictadura al otro lado del charco.