La esclavitud, un problema vigente en pleno siglo XXI

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Fuente: Pixabay

JESÚS SANZ DEL CASTILLO // Fotografía: Pixabay

La esclavitud en países subdesarrollados sigue siendo un problema para el cumplimiento de los derechos humanos de la sociedad. En países como Nepal o Pakistán hay personas que naces en un régimen marcado por la servidumbre al heredar una herencia familiar.

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La esclavitud, de año en año

Si por algo se caracteriza la esclavitud es por su dureza la dureza física y mental a la que están sometidas tanto adultos como niños. Explotación laboral, violencia, maltratos psicológicos e incluso asesinatos, son el problema del día a día de muchos países que carecen de orden civil. Normalmente, son grandes bandas o grandes terratenientes que tienen a su orden a un gran número de esclavos a su servicio para obtener beneficios económicos o personales.

La esclavitud es un problema que lleva en la sociedad desde el 3.000 a.C. No es algo nuevo, ni tampoco se emplea con tanta fuerza como en aquellos años en Grecia, Roma o en Egipto. Según la Organización Internacional del Trabajo, más de 40 millones de personas. viven en condiciones de esclavitud moderna.

Claves para acabar con la esclavitud

La lucha por acabar con la esclavitud aumenta con el paso del tiempo. Aunque sean esfuerzos máximos con resultados mínimos, sigue la lucha por abolir la servidumbre ilegal. Algunas de las claves que se tienen que dar son el fortalecimiento de las leyes y sobretodo, aplicarlas. Los países deben poner en común una ley que trate la criminalización de manera universal, con las mismas sanciones judiciales para todos aquellos que ejerzan la esclavitud. Todo pasa por la eficacia de las fuerzas públicas, ya que sin ellas sería muy difícil aplicar las leyes.

La esclavitud muchas veces se da por la crisis económica. Es necesario abordar leyes para acabar con la pobreza, que regulen las cadenas de suministro y combatir la deuda abusiva en los países subdesarrollados. Otro sector en el que hay que prestar atención es en la educación para cambiar las actitudes y para informar a las sociedad más vulnerables. Hay que fomentar el apoyo a las víctimas, dotándolas de espacios para su rehabilitación física y emocional.

También es necesario que los afectados tengan un trabajo digno, el que se sientan integrados y útiles lejos de la explotación laboral. Por último y no menos importante, tiene que haber cierta implicación ciudadana. Por ejemplo, los consumidores de un producto pueden exigir a la empresa que cumpla con los derechos humanos en los países más vulnerables.

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