BLANCA BUENADICHA ALONSO | Fotografía: Mayela de Castro
El análisis de los medios de comunicación desde la perspectiva de género manifiesta propuestas que potencian la discusión abierta y que dan a ver que aún no está resuelto el problema de la discriminación. Estos vacíos además se presentan en la oblicua y poca representación del trabajo de las mujeres dentro de la prensa.
Consejo Europeo en 1983 encomendó que “la contribución de los medios de comunicación social al desarrollo de la igualdad entre hombres y mujeres”
Desde el 2008 las normativas que se han ido publicando, se han notado en las redacciones de la mayoría de los medios a través de la discusión sobre si conviene o es necesario tener en consideración la «perspectiva de género» en los medios de comunicación. Perspectiva que viene a decir que los medios de comunicación también deben tener en cuenta los intereses de las mujeres a la hora de elaborar sus contenidos.
En esta normativa se incluye que los medios de comunicación tienen que asumir la situación de discriminación de las mujeres y los resultados que les han acarreado dicho posicionamiento. Deben cuestionarse y combatir la desigualdad en que se ha situado a las mujeres respecto a los hombres, acercando a la ciudadanía los impedimentos estructurales que todavía hoy hallan las mujeres para desenvolverse en la sociedad. También hay que observar y comprobar cómo funciona la discriminación negativa hacia las mujeres; y la discriminación positiva que reciben los hombres, destacando en sus prácticas profesionales las actuaciones masculinas e invisibilizando o justificando conductas indeseadas, incluso punibles, de los hombres. Debe colaborar, de forma activa e involucrada, en la supresión de dicha desigualdad en las redacciones, seleccionando de manera adecuada al personal responsable, sin discriminar a nadie por su sexo, y entregando medios y recursos para impulsar la creación de las condiciones precisas para que los medios de comunicación colaboren a que las mujeres fomenten su potencial humano y su autonomía; es decir, para que tomen el control de su vida en todos los ámbitos, sin el amparo de ninguna figura masculina.
En las redacciones la perspectiva de género se introdujo de la mano de mujeres involucradas y sensibilizadas de las redacciones de informativos, en forma de debates sobre el lenguaje sexista y la conveniencia de superar el genérico masculino para visibilizar a las mujeres. También de propuestas para cubrir temas que consideraban importantes para que toda la sociedad las conociese, como las agresiones sexuales o el acoso laboral, y que los editores y redactores-jefes no valoraban como un hecho noticiable.
Aunque existan muchos avances en cuanto a la igualdad dentro de la sociedad, los medios de comunicación siguen formándose de una representación desproporcionada de la presencia de la mujer y del hombre en su cimentación de la realidad. Según la información del Proyecto de Monitoreo Global de Medios (PMGM) las mujeres casi no se manifiestan como protagonistas de las noticias o como fuentes a las que consultar, pero si se trata de violencia y crimen suelen llegar al 51%.
El asunto no afecta en exclusivo al campo informativo. La publicidad es uno de los departamentos que más denuncias provoca por su uso de la atracción sexista para vender sus productos. En el 2017 más de la mitad de las 1.027 demandas obtenidas por el Instituto de la Mujer se referían a la publicidad utilizada por los anunciantes. Deberían incorporar guías que eduquen a los profesionales en cuanto a la perspectiva de género con la finalidad de que los periodistas informen con perspectiva de género. En una realidad que la imagen que los medios de comunicación, redes sociales o campañas publicitarias trasmiten de los hombres y mujeres no es igual, por lo que se necesita un vigor de parte de los profesionales para cambiar y renovar esta situación. Se requiere comunicar con una perspectiva de género ya que un procedimiento mediático feminista ampara a la concienciación social de la desigualdad que sufren las mujeres en su vida cotidiana, y por tanto a oponerla y modificarla.
Michèle Mattelart, socióloga e investigadora de los medios de comunicación francesa y autora de la obra “Mujeres e industrias culturales” en los años 80 ya llamaba la atención sobre el sesgo que se crea debido a la cultura de masas. Según Mattelart las industrias culturales muestran el trabajo de la mujer en los medios como algo añadido, secundario en su vida consagrando la dependencia de las mujeres al rol familiar como si ese debiese ser su único cometido en su existencia por el hecho de ser un sujeto femenino.
Los medios de comunicación tienen una responsabilidad fundamental en la formación y perduración de las desigualdades de género y de los prototipos de lo que socialmente se dice que es ser mujer u hombre.