La religión, la base de las guerras de Oriente Medio

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JESÚS SANZ DEL CASTILLO || Fotografía: Getty Images

La religión y el fundamentalismo siguen siendo importantes en el siglo XXI. De hecho, hoy son la causa de muchos conflictos que hay abiertos entre países de Oriente Medio. En estos territorios, la religión no sólo es concebida como un pilar espiritual, sino que también es tratada como una catalizador de conflictos que han marcado la historia reciente de la religión. El fundamentalismo, por su parte, ha jugado un papel clave en muchos de estos enfrentamientos, convirtiéndose en un motor que sigue provocando guerras y violencia.

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Crisis de identidad 

La crisis de identidad y la búsqueda de un retorno a la práctica antigua de la religión, han alimentado los movimientos fundamentalistas en países con problemas éticos como Irán, Siria, Iraq o Afganistán. En Irán, por ejemplo, las leyes islámicas rigen la vida pública y la vida privada de la sociedad. Este modelo ha influido en otros grupos y naciones, aspirando a un gobierno basado en las tensiones sectarias y nacionalistas.

La religión en Oriente Medio no es solo cuestión de Fe. Es más bien, un símbolo de identidad, poder y resistencia contra la corriente occidental. La imposición económica y cultural de Occidente ha dado pie a movimientos que ven en la religión una alternativa al secularismo y al materialismo. El fundamentalismo islámico, surge como respuesta a estos fracasos, ofreciendo un sistema que ofrece justicia y orden moral.

La religión como pretexto para el conflicto

En países como Palestina e Israel, la religión fue un componente vital en la narrativa de la lucha territorial, aunque los conflictos también son sobre otros asuntos como la soberanía, los derechos humanos, y por el estado – nación. Las interpretaciones de corte fundamentalista de textos sagrados han sido empleados para justificar la violencia, haciendo referencia a la conocida «yihad». En muchas ocasiones, la religión pierde su función de ofrecer consuelo y sentido de comunidad. por culpa de los líderes políticos. Estas actitudes pueden conducir a la exclusión, la violencia y el odio.

La intolerancia religiosa no es un fenómeno nuevo. Pero su resurgimiento en la era contemporánea fue alimentada por la globalización, la diseminación de información y la lucha por el poder en una región estratégicamente crucial. Ahora, lo más importante es que se produzca un diálogo interreligioso para que se apacígüen los conflictos en los países beligerantes. Entender el dilema de los conflictos por religión y fundamentalismo en Oriente Medio requiere reconocer que, aunque la religión es un elemento crucial, los conflictos son multifacéticos.

La solución no yace en la eliminación de la Fe, sino en la creación de espacios donde la religión pueda ser un puente hacia la paz, no hacia la guerra.

Fuente: Getty Images