KARINA MENDOZA MATAMOROS  |  Fotografía: Pixabay  |

Las formas de hacer periodismo han ido evolucionando a lo largo de la historia junto con el desarrollo del ser humano, adaptándose a los distintos cambios y añadiendo nuevas vías para el avance de la profesión.  Desde finales del siglo XX e inicios del siglo XXI, el factor tecnológico ha sido una de las causas principales  de estos constantes cambios  y ha llevado al periodismo a conseguir una nueva cara frente al futuro en un mundo cada día más globalizado y digitalizado. Las redes sociales son parte de este desarrollo, abriendo, de esta manera, un camino de nuevas oportunidades.

Las redes sociales han permitido que el periodista o comunicador tenga una mayor cercanía con los lectores. También que lo que quiera comunicar pueda llegar de forma instantánea sin la necesidad de la cadena de producción de un periódico o un informativo en la radio y la televisión. Sin embargo, esta nueva ventana de comunicación ha llevado a que cualquier persona pueda circular información que, en ocasiones, es falsa. Esto ha dado origen a nuevos términos que se han añadido al argot periodístico: las fake news o noticias falsas y el clickbait que circulan a través de redes sociales como Twitter, Facebook e Instagram.

Son innumerables los bulos registrados en las redes sociales que han llegado a desinformar a los lectores y restar credibilidad al rigor del trabajo periodístico. Los lectores usualmente no se sientan a averiguar las fuentes de aquella imagen o información que ve a través de la pantalla del móvil, acrecentando, así, que sean más propensos a ser manipulados. Esto se debe a que  en las redes sociales no hay filtros que sancionen o frenen que cierta información falsa llegue al público.

Además de las fake news, el clickbait también hace presencia en las redes sociales mediante imágenes y titulares que funcionan como ‘gancho’ para atraer al lector obteniendo, de esta manera, que la desconfianza descienda en los medios de comunicación  y en los periodistas.