ANDREA NAVARRETE DEHOLLAIN  |  Fotografía: Andrea Navarrete

Una experiencia muy grata y de mucho aprendizaje le dejó Palabras Menores a Lianet Rosales, o mejor llamarla Lia. Agradecida con su tutor Ignacio, para los amigos Iñaki, cuya trayectoria profesional data de más de 30 años de experiencia en el mundo periodístico, se despide de este recorrido cuya enseñanza es mucho más que un punto y final.

Lianet Rosales caminando por Valladolid | Fotografía: Andrea Navarrete
Lianet Rosales caminando por Valladolid | Fotografía: Andrea Navarrete

Ya a punto de finalizar su grado en periodismo, una joven cubana que se encuentra de “erasmus permanente”, se le ilumina la mirada cuando narra su historia en esta Fundación. Más allá del aprendizaje profesional, ahora tiene una perspectiva diferente con un toque más humano y sensible de la realidad. Cuando habla de Iñaki comenta que su mayor fortaleza es “la facilidad que tiene para explicar, y el tiempo que le dedica, junto con su experiencia”.

Uno de los requisitos de Palabras Menores es “saber contar”, la pequeña cubana lo hace a través de la gente. “Basarte en la experiencia de colectivos que no son del todo reconocidos en los medios de comunicación, ponerte en la piel de ellos y contarlo así”. Explica que durante el grado le enseñan a los estudiantes que el periodista no debe verse reflejado en sus textos, es decir, un artículo no debe tener carga de opinión. Bueno, en la fundación se exacerba este principio.

Cafetería La Otra durante la entrevista
Cafetería La Otra durante la entrevista

Esta fundación cuenta con voluntarios de educación especial, o colectivo de gitanas que escriben. Lia explica que no son los sectores que están marginados por la sociedad, pero que si olvidados por los medios de comunicación. Para que su cubra un contenido usualmente su buscaba a un colectivo que tuviese relación con la plataforma, por ejemplo, uno feminista.

Cuando ella cuenta su experiencia y situaciones distintas que haya tenido que afrontar aparecen personas como ludópatas, gitanos, alcohólicos, personas rehabilitadas, entre otras. Sin embargo, esto no hace el recorrido sencillo, para esta joven “fue una experiencia muy grata, compartir con ellos, pero conocer su historia es súper duro”. Una de las historias que llegó a conocer es de un hombre ludópata que se endeudó para poder jugar y que al final de la entrevista se enteraron de que compartían portal.

Lianet Rosales entrando a la cafetería La Otra | Fotografía: Andrea Navarrete
Lianet Rosales entrando a la cafetería La Otra | Fotografía: Andrea Navarrete

Uno de los objetivos de Palabras Menores es humanizar, “por eso cuando haces la entrevista para las prácticas te lo advierten, es una plataforma en la que hay que ponerle ganas y estar preparado psicológicamente para tropezarte con cualquier situación”, comentaba Lia. Un ejemplo que narra es una charla que tuvo con personas que no tenían capacidad visual o auditiva. También tuvo contacto con una asociación que se llama El Puente donde trabajó con jóvenes que tenían diferentes problemas, desde esquizofrenia a personas autistas.

De lo más difícil de estas prácticas: la sensibilidad que tienes que tener. Un uso del lenguaje completamente diferente, y unos límites muy delimitados. No obstante, Lianet explica que las personas entrevistadas no victimizan, solo cuentan una historia que es inevitablemente conmovedora; la finalidad es que sirva de ejemplo.

Ella estaba al tanto de su papel como comunicadora y no como psicóloga. Iba a tratar con personas que ya habían superado un vicio, por ejemplo, y a contar su historia, “ya les ha pasado lo peor y están en recuperación, es eso lo que voy a narrar yo”. Otro ejemplo es un chico con cáncer de colón y cada 15 días escribe su historia, “cómo ha evolucionado su enfermedad, cómo puede tener ganas de tirar la toalla, pero no lo hace, y así”. Es un instrumento de superación.

Lianet Rosales caminando por Valladolid | Fotografía: Andrea Navarrete
Lianet Rosales caminando por Valladolid | Fotografía: Andrea Navarrete

En la Fundación se trata de mucho más que historias, desde exposiciones y presentaciones de libros alternativos hasta el voluntario que habla de teatro. “Es un medio alterativo, es darle una vuelta al periodismo, es crear un periodismo ciudadano de contenido que puede afectarle a una parte de la población y no a toda la sociedad”, comenta.

A la hora de hacer la entrevista, le explicaron el proyecto y las ideas, era importante la responsabilidad y fundamental que supiese implicarse. Una de las tareas más difíciles que tuvo ella, o la más difícil probablemente, era corregir los textos que mandaban los voluntarios sin cambiarle el sentido. Es humanizar y contactar con ellos. Lianet se detiene a contar el momento más duro, traga y sigue.

“Casi volví a escribir un texto, esa persona dejó de escribir para Palabras Menores porque se sintió ofendida, además hubo un proceso de convencimiento para que escribiese porque era una persona mayor. Envía el texto y yo lo reescribí (…) impedí ese empujón”.

Con cierta tristeza cuenta que realmente lo más difícil es el trato que tienes con la gente, en este caso, aunque intentó, la persona no volvió a escribir más. Una de las dificultades que se pueden presentar ante este tipo de prácticas es el nivel de tacto que hay que tener con la gente. Como periodista adquieres un mayor sentimiento de responsabilidad.

Café con Lianet en la cafetería La Otra | Fotografía: Andrea Navarrete
Café con Lianet en la cafetería La Otra | Fotografía: Andrea Navarrete

Aunque Palabras Menores es un medio alternativo es el mismo proceso de comunicación: emisor, receptor y un mensaje. Explica Lia que la diferencia radica en el receptor, “es una persona más sensible con otros tipos de intereses”. El emisor puede ser una persona encargada de la comunicación como también un simple voluntario. Ahora, el mensaje varía, ya no existe la pirámide invertida que tanto enseñan a los alumnos de periodismo, ahora lo que importa es una experiencia, un sentimiento.

Probablemente, un eslabón flojo de este medio es la poca difusión que ha tenido. Se dedica más a la gente y a sus historias que a darse a conocer. La pequeña cubana explica que por fin tienen una web, no obstante, antes pertenecían a una Asociación El Sombrero, La Boa y El Elefante. Esto es debido al apego que sienten hacia sus valores y querer preservar la razón por la cual realmente escriben: la gente.

Para aquellos estudiantes interesados en prácticas que persiguen esta línea, Lianet le dedicaba 10 horas a la semana, a veces iba dos horas a la redacción o sencillamente iba a algún evento que necesitaba su asistencia. Explica que se reunían constantemente, sobre todo para editar los textos de los voluntarios y revisar la evolución de estos. Parten de un cronograma que elaboraba ella junto con otra chica, y a partir de ahí las personas implicada voluntariamente iban proporcionando contenidos de opinión.

Cafetería La Otra en Valladolid durante entrevista | Fotografía: Andrea Navarrete
Cafetería La Otra en Valladolid durante entrevista | Fotografía: Andrea Navarrete

La enseñanza con la que se queda Lia: responsabilidad. Cuenta que se involucró muchísimo y aunque le costó entender la finalidad de la fundación, al entrevistarla queda una bonita sonrisa fijada en su rostro.

“No es contar una historia sin más, es contar su historia, la de la gente y respetarla, no tergiversarla o malinterpretarla”.

El mensaje que deja a alumnos que estén por hacer prácticas: “recomiendo este tipo de medios porque te enseñan a entender a la gente y cuando estés en un medio generalista, tradicional o habitual las cosas serán más sencillas”.