ESTEFANIA CHAMORRO | Imagen: Diego Arias
El periodista Pablo Romero (Madrid, 1976) vino a la facultad esta semana con la conferencia “Cuando el Estado no quiere que investigues”, una charla sobre el proceso de elaboración de su reportaje “Mi lucha contra ETA”, enmarcada dentro del ciclo InforUVa. Esta investigación, que fue publicada en agosto en El Español, periódico en el que trabaja desde 2015, consta de 8 partes y narra 3 años de rastreo para esclarecer el asesinato de su padre y otros 5 militares en junio de 1993 a manos de la banda terrorista ETA. Con este texto ha conseguido que se reabra la causa ante la Audiencia Nacional. “Desde el Ministerio del Interior a mis propios compañeros me han puesto la zancadilla con la investigación. Puñaladas, malas cara, corre ve y diles…de todo” comenta sobre el proceso.
“Esto no es una investigación periodística: es una investigación judicial que yo he tenido el derecho de publicar” aseguraba en el Salón de Grados de la Facultad de Filosofía y Letras. Comentaba también que apenas había recibido ayuda de unas pocas personas, entre ellas el juez Fernando Grande-Marlaska, pero que sí había tenido muchas trabas. “He recibido amenazas en varias ocasiones: recibí una sugerencia de un alto cargo que llegó a decir que no me correspondía investigar la muerte de mi padre. Es muy duro tener una fuente en comisaría que te diga que tienes el teléfono intervenido, es muy jodido”.

Quizá su mayor traba han sido las administraciones. “Para mí, el aparato del Estado se esfuerza, desde todas las administraciones, en controlar la información. El Estado, además de velar por nuestros intereses, tiene el poder para ocultar, modificar y destruir pruebas. Mi opinión personal es que hay miedo a algo tan prosaico como tapar errores: yo tengo errores y tú me los tapas porque yo tapo los tuyos”.
“No habrá regeneración social y política hasta que no exista un acceso a la información libre de verdad”
Romero no tenía en mente emprender este proyecto de investigación, pero, una vez empezado, no fue capaz de tirar la toalla. “A lo largo de esta investigación ha salido tanta mugre que tengo que hacerlo público. Es una información que la gente tiene que saber”.
Uno de los principales consejos que dio a los estudiantes del Grado en Periodismo es que deben ponerse en el lugar del lector y explicar lo inexplicable, siempre midiendo los tiempos y no dejarse llevar por lo sensacionalista, “Periodismo de investigación no es Marta del Castillo: eso es un show, es el utilizar el ‘eso te puede pasar a ti’ por el morbo: no es algo a lo que aspirar”. Una de las complicaciones para Romero, que cuenta con 17 años de experiencia en el periodismo, es la cantidad de caminos por los que puede llevarte rastrear una información. “Cuando comencéis una investigación, un trabajo muy duro e ingrato, sabéis donde empezáis, pero no donde terminareis: una investigación te puede llevar a muchas ramificaciones”.
Su finalidad era saber qué había ocurrido con el asesinato de su padre, algo que le dejó muy claro a Pedro J. Ramírez, su editor, desde el primer momento. “Le dije que la historia de mi padre era sagrada. Yo no he invertido ni un solo cuarto de hora de mi tiempo laboral en la investigación, eso lo dejaba para casa”. Una investigación larga y exhausta, aunque dice no ser un experto en la banda terrorista o en el mundo Abertzale, únicamente en el Comando Madrid durante la primera mitad de los 90. “Nunca voy a poder estar satisfecho o contento con esta investigación. Lo que veo es que está cosechando sus frutos y eso, como diría mi madre, me da paz”.