ESTEFANIA CHAMORRO | Imagen: Pixabay
Si se hiciese esta pregunta a cualquier viandante probablemente respondería con una gran negativa. El periodismo se ha ganado fama de corrupto y poco transparente a fuerza de escándalos y amiguismos con los grandes poderes. Precisamente son los profesionales de la comunicación los encargados de controlar e investigar a estas fuerzas, pero, ¿Cómo puede llevarse esto a cabo? ¿Son todos los periodistas unos corruptos? ¿Puede imponerse el buen periodismo a la viralización y el clickbait?
A estas y otras muchas preguntas han querido dar respuesta los directivos de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) una institución sin ánimo de lucro creada por Gabriel García Márquez. Junto con maestros de periodismo, reporteros y editores han elaborado una serie de estrategias y métodos para asegurar el buen ejercicio periodístico. En este artículo, firmado por Hernán Restrepo, se pueden encontrar las principales conclusiones a las que se ha llegado. Entre ella, se destaca que el periodismo ético no es una ilusión y que “Debe ser una meta cotidiana si queremos tener un mañana. Pero debe ser algo que debemos medir a diario con la audiencia. Esta confrontación entre los medios y la audiencia es constante. Tomemos por ejemplo lo que dicen los columnistas: a veces son racistas y misóginos. Los medios debemos saber cómo reaccionar cuando cosas así suceden”. Sin duda un ejercicio de autocrítica más que necesario en los tiempos que corren.
Es necesario recuperar la confianza de los lectores, oyentes y espectadores quienes acaban eligiendo contenidos enfocados al mero entretenimiento por encima de la información. Des de la FNPI se destaca la importancia de las redes sociales como elemento de control sobre los periodistas y como herramienta para medir la preferencia de las audiencias. “Ahora nos auditan más que nunca, por eso debemos ser más éticos que nunca. Podrá cambia el soporte del periodismo, pero la ética seguirá siendo la misma. La identidad del periodista no puede ser una en el medio donde trabaja, y otra en las redes sociales.” Palabras muy ciertas, pero hay que recordar que, aunque el joven periodista desee ejercer un periodismo ético y de calidad, siempre estará supeditado y condicionado a su medio y sus superiores, quienes a su vez dependen de los anunciantes como mayor fuente de financiación. “Los medios lograron el matrimonio entre el periodismo y la publicidad, el cual fue feliz mientras duró. Pero eso se acabó. Sin embargo, esto no es una mala noticia para el periodismo. El periodismo debería sobrevivir a los medios, porque nació antes de los medios” reza este artículo, a lo que añade que no sean sostenibles no actuarán éticamente.
Dado que tanto informadores como informados reducen el ejercicio del periodismo ético simplemente a “no mentir”, la FNPI ha querido señalar que hace falta un código de ética marco emitido desde la propia institución. Aunque la emisión de un manual de estas características no garantiza su cumplimiento, si podría sentar un precedente. Manuales hay mucho, pero los jóvenes periodistas se encuentran bastante perdido en lo que se refiere al término de “periodismo ético”. Quizá este término se ha quedado atrás, aislado tras capas y capas de sensacionalismo, minusvalorado. Pero hay que recordar una cosa; anunciantes y medios beben de la atención de la audiencia, sin ella no hay dinero. Dicha audiencia no prestará su tiempo a contenidos que mienten, manipulan o engañan. Hay que ponerse en el punto de vista del informado y entender que sin ética no hay periodismo, ni bueno ni malo. Es hora de ponerse a trabajar.
Me resulta realmente relevante que los estudiantes de Periodismo se hagan esta pregunta.
Gracias Estefanía
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