JUAN FERRERUELA GARCÍA | Fotografía: Wikimedia Commons

Los realities son los contenidos que más se consumen en España. Este tipo de producciones hace que la gente se enganche desde el minuto uno a ellas, pero su influencia no es que tampoco sea positiva, sobre todo en los jóvenes.

ORÍGENES

Desde que Gran Hermano llegó a España el 23 de abril de 2000 y arrasó ante más de 7 millones de espectadores, los realities han conseguido asentarse en nuestras casas. Para muchos, estos contenidos les sirven para evadirse de los problemas personales por los que están pasando y acaban por convertirse en sus hobbies favoritos. Sin embargo, el enfoque de estas producciones no siempre es positivo debido a que tienen como objetivo aglutinar a una mayor audiencia a través de situaciones exageradas o sobreactuadas y que distorsionan todo lo que pasa en realidad.

SEGUIDORES

Por si fuera poco, después de que se acabe la temporada de un reality, de ellos salen personas con fandoms igual de potentes que los de los artistas. Estos seguidores pueden llegar a sentir tanta admiración por esa celebridad que no solo la admiran, sino que también la llegan a adorar como si de un dios se tratase, y adoptan parte de su personalidad.

Estos fandoms llegan a sobrepasar límites, como amenazas graves hacia haters o cualquier persona que no esté a favor de su ídola. Entre estas celebridades, destacan Sofía Suescun (Ganadora de GH 16 y Supervivientes 2018), Adara Molinero (Ganadora de GH VIP 7) u Oriana Marzoli (concursante de realities también en Chile, como Doble Tentación).

Actualmente, tenemos cono claro precedente la última edición La Isla de las tentaciones (LIDLT), con Montoya como claro protagonista de esa edición y a quien la mayoría de jóvenes ya admiran. Hay que tener más control y cuidado a la hora de ver realities, además de que los padres puedan educar en valores a sus hijos cuando les dejen consumirlos.