Ainara Álvarez González | Fotografía: Freepik |
En la era digital, la inteligencia artificial ha irrumpido en casi todos los ámbitos de la vida cotidiana, y la psicología no es la excepción. El concepto de psicólogos robots o chatbots terapéuticos ha ganado popularidad como una alternativa a los servicios tradicionales de salud mental. Estos sistemas basados en IA están diseñados para ofrecer apoyo emocional y psicológicos a las personas, pero aunque parecen una solución innovadora, también conllevan una serie de riesgos.
¿Qué son los psicólogos robots o chatbots terapéuticos?
Los psicólogos robots son programas de software que utilizan inteligencia artificial para interactuar con los usuarios de manera conversacional. A través de plataformas de chat o aplicaciones móviles, estos sistemas ofrecen intervenciones basadas en terapias psicológicas como la terapia cognitivo-conductual, ayudando a las personas a manejar el estrés, la ansiedad, la depresión y otros problemas emocionales.
Estos chatbots funcionan utilizando algoritmos que aprenden de las interacciones con los usuarios, adaptando sus respuestas a medida que recogen más datos, lo que les permite dar recomendaciones personalizadas.
Ventajas de los psicólogos robots
La principal ventaja que se le atribuye a los chatbots terapéuticos es su accesibilidad. Las personas que no tienen acceso a terapeutas humanos por razones económicas, geográficas o sociales pueden recurrir a estas herramientas para recibir apoyo psicológico básico de forma instantánea y confidencial. Además, los chatbots están disponibles las 24 horas del día, los 7 días de la semana, lo que puede ser crucial en momentos de crisis emocional.
Otra ventaja es la anonimidad, ya que algunas personas pueden sentirse más cómodas compartiendo sus pensamientos y emociones con una máquina que con un ser humano, lo que reduce el estigma asociado a la búsqueda de ayuda psicológica.
Los peligros de los psicólogos robots
A pesar de sus ventajas, su uso plantea una serie de riesgos que deben ser considerados.
Falta de empatía genuina
A pesar de los avances en la IA, los chatbots no pueden replicar la empatía y la comprensión genuina que un terapeuta humano puede ofrecer. La interacción emocional es una parte fundamental del proceso terapéutico, y aunque los chatbots pueden ofrecer respuestas lógicas, carecen de la capacidad de comprender las emociones humanas en su totalidad.
Riesgos de diagnósticos incorrectos
Los chatbots terapéuticos, aunque bien diseñados, no están exentos de errores. Los algoritmos que alimentan a estas herramientas son limitados y, en algunos casos, pueden ofrecer recomendaciones equivocadas basadas en datos incompletos o malinterpretados. Esto puede ser peligroso para las personas que buscan ayuda sin tener un diagnóstico claro, ya que podrían recibir consejos erróneos o inadecuación.
Dependencia de la tecnologia
Otro de los riesgos asociados al uso de estos chatbots es la posibilidad de que las personas se vuelvan dependientes de la tecnología, abandonando la búsqueda de un terapeuta humano. Aunque los chatbots pueden ser útiles como apoyo adicional, no deben reemplazar la atención profesional, especialmente en casos graves de trastornos mentales. El uso excesivo de estos sistemas podría crear una falsa sensación de seguridad y retrasar la intervención profesional necesaria.
Problemas de privacidad y seguridad de los datos
Los chatbots terapéuticos recopilan datos personales y emocionales de los usuarios, lo que plantea preocupaciones sobre la privacidad y la seguridad de la información. Aunque muchas plataformas aseguran que protegen la información con encriptación, los usuarios deben estar conscientes de los riesgos de filtración o uso indebido de sus datos, lo que podría tener consecuencias graves.
Deshumanización de salud mental
El acceso a terapias automatizadas puede contribuir a la deshumanización del tratamiento de la salud mental. La relación terapéutica, el contacto humano, y la conexión emocional son aspectos cruciales de la psicoterapia que no pueden ser sustituidos por máquinas. Al depender de chatbots, se corre el riesgo de trivializar problemas complejos y profundos de salud mental que requieren una intervención más personalizada y comprensiva.