NOELIA LÓPEZ GÓMEZ  | Fotografía: Noelia López  |

El 25 de octubre, se trasladaron a la gran pantalla los microcortos de la IV edición de la UVa. Este es un concurso que trata de incentivar a los jóvenes a participar en algo que últimamente se está abandonando; el cine. Precisamente de eso se habló en el coloquio que tuvo lugar después de visualizar dichos cortos.

‘Cuando estás en casa y ves una película no es lo mismo que cuando vas al cine. En una sala de cine nos sentamos personas desconocidas a ver una misma película, es algo social’, observó una de las presentes. Y sí, es mágico lo que pasa dentro de una sala de cine, porque hace que personas desconocidas se sientan unidas por esas emociones que nos provoca la gran pantalla. Pero, ¿por qué ya no se va tanto al cine?

‘La salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon’ fue el nombre de una de las primeras películas proyectadas de la historia. Ocurrió en 1895 de la mano de los hermanos Lumière. En aquella época, diversos inventores se daban a conocer. En el campo de la fotografía, se habían hecho grandes avances, pero no se había llegado a ver imágenes en movimiento. Para las personas que acudieron a esa primera sesión. se trató de algo inaudito.

En los años 50, cuando las películas se teñían de blanco y negro y se tenía que mirar la cartelera en el periódico, las familias tenían por costumbre ir al cine una vez por semana. Los cines Roxy de Valladolid abrieron en 1936 y tuvieron que cerrar en 2014. En aquella época la entrada podía costar incluso 1 peseta, cantidad que no llega ni a un euro actual. También, había muy pocas películas, lo que hacía que la elección no fuese difícil. Ahora, la gran oferta de películas puede llegar a abrumar.

Antiguos cines Roxy de Valladolid / Fotografía: Noelia López

La televisión no había llegado aún a España y, si se quería ver una película, no había otra opción que asistir a las salas de cine. El precio simbólico de las entradas y las múltiples películas que se podían ver con solo poseer una, hacía que ni siquiera fuera necesario organizar un día para asistir. Tal vez, te encontrabas paseando por la calle Zorrilla con tu familia y de repente tu madre decía: ‘¿os apetece ir al cine?’. Era así de fácil.

Ya era hora de entrar a la única sala de los cines y cuando te sentabas en la butaca primero se ponía el NO-DO, pues aquella era aún época franquista. Después le sucedían una o dos películas, y entre ellas un descanso. Las palomitas y las chucherías a las puertas de la sala aún no existían y la gente aprovechaba para llevarse comida de casa. Poco a poco, se vieron las mejoras cinematográficas, tanto en sonido como en calidad y creatividad. Sin embargo, algo pasó con estos lugares de emoción para que dejasen de parecer tan carismáticos a la sociedad.

Cada vez somos más individualistas y solitarios. Esta realidad ha sido incrementada con la pandemia. Ya no compartimos tantas experiencias con la gente, y es que la velocidad a la que la sociedad evoluciona hace que tendamos a ser de esta manera. Plataformas como Netflix, HBO o Prime Video se han convertido a principios del siglo XXI en indispensables para la sociedad. Este auge ha provocado que se prefiera ver una película gratis en casa a ir a las salas de cine en las que cobran la entrada.

El precio del cine se ha convertido en otro de los problemas. Desde 2018 las entradas llevan el tipo de IVA reducido (10%). Este tipo de tributo es conocido como ‘IVA cultural’. De esta manera, ayudan a que la cultura sea más accesible al público, pues es necesaria en el funcionamiento de una democracia. Sin embargo, los cines aprovecharon este descenso para beneficiarse. En vez de trasladar esta rebaja al consumidor, las salas de cine decidieron aumentar sus márgenes, por lo que la diferencia entre una entrada y otra no fue casi notable.

Actualmente, una entrada general en España cuesta alrededor de 6 euros. Los cines más baratos se encuentran en ciudades como Málaga o Soria, con un precio que gira en torno a los 4 euros. Por otro lado, los cines más caros son los de Madrid y Barcelona, cuyo precio es alrededor de 9 euros. La entrada es más barata el miércoles, día del espectador, que es cuando más gente aprovecha para asistir a las sesiones.

En una encuesta que hizo Statista sobre el porcentaje de personas que fueron al cine en 2020 se descubrió una triste realidad. Más del 50% de los encuestados iban al cine nunca o casi nunca, mientras que menos del 1% asistía una o más veces por semana. Esto deja ver que, comparado con cómo comenzó el cine, se ha reducido mucho su asistencia.

Para conocer las opiniones de algunos ciudadanos, hemos preguntado a nuestros lectores:

Esta situación invita a reflexionar sobre los cambios de costumbres que estamos teniendo como sociedad. No obstante, el séptimo arte sigue considerándose importante, pues hay muchos festivales realizados en su honor. La Seminci es uno de ellos. Cada año se difunden distintas obras cinematográficas de diversos países. Esperemos que estos festivales se sigan celebrando para incentivarnos a asistir al cine de un modo más económico.