De tinta negra a letras blancas

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JAVIER SANZ GARCÍA  |  Fotografía: Javier Sanz   |

20 de noviembre de 1975, muere el dictador español Francisco Franco. España vislumbra una salida a trompicones de un régimen dictatorial de cuarenta años hacia una democracia. Con la desaparición de la figura del caudillo, se auguraba una nueva etapa marcada por la aparición de una prensa desligada del control estatal. Y así fue. Desde la Transición, la aparición de periódicos ha sido como la de setas en un bosque en el otoño más lluvioso.

Diario 16, El País, Avui o El Periódico de Catalunya fueron los primeros hijos de esa generación de diarios que nacían en la segunda mitad de los años 70, con una Constitución sin estrenar. Más tarde se le unirían cabeceras como El Mundo, fundado por Pedro J. Ramírez, su primer director, Alfonso de Salas, Balbino Fraga, Juan González y Melchor Miralles.

A finales de los 90, algunas publicaciones consolidadas en la venta de ejemplares dieron el salto a Internet, que por entonces su uso era bastante exiguo debido a los altos costes de la tecnología y al poco conocimiento de un país que, tan sólo quice años atrás, tenía a un dictador como jefe de Estado. No obstante, los medios impresos, probablemente siguiendo el ejemplo de medios extranjeros como The Chicago Tribune o The New York Times, apostaron por dar el salto al mundo digital previendo un consumo masivo de información con esta herramienta.

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El tren digital

Ante la falsa premisa de que Internet comenzase como un proyecto militar capaz de resistir un ataque nuclear, el medio que usan más de 3.000 millones de personas tiene mucho que ver con el periodismo y la información. Robert Taylor, director de la Oficina para las Tecnologías de Procesado de la Información (IPTO), tuvo la idea de conectar los ordenadores de la agencia, ante la demanda informativa creciente. Junto con otros colegas, empezó a desarrollar esa conexión de ordenadores; lo que se buscaba era el tránsito de información entre ordenadores de distinta marca y situados en distintos lugares. Efectivamente, tránsito de información.

Quién diría que de ese invento depende el periodismo y otros bienes y servicios que anteriormente se compartían de forma física. Internet ha supuesto un nuevo espacio en el que los periodistas tienen que estar. Las primeras cabeceras digitales salieron en la web 1.0, un arquetipo primitivo si lo comparamos con lo que tenemos ahora. Entonces, el usuario no podía interactuar con la información, el correo electrónico era lo más usado para comunicarse y los GIF, esas imágenes con movimiento, eran como YouTube. Ahora muchos coinciden en que la web 2.0, la de las redes sociales y la hemeroteca de tuits, está quedando atrás. Aunque no hay un consenso sobre lo que supone la tercera generación de la Web, muchos estudiosos coinciden en que las nubes de datos, como Google Drive, o los metadatos son parte de ella.

La primera cabecera en saltar a la pantalla fue la del el diario Avuien 1995. Un año después, aparecían elmundo.es y elpais.com, que a lo largo de su existencia como páginas web han recibido varios lavados de cara. Poco a poco, el resto de periódicos que empezaban a escuchar a aquellos que predecían que Internet es el futuro se subían al vagón digital antes de que se convirtiese en un tren bala asiático. En 1998 nacía el primer periódico íntegramente digital de nuestro país, Estrella Digital, editado por Reporter Mic S.L. y que actualmente ni siquiera aparece en las mediciones de la OJD o EGM. La revolución digital también afecta incluso a los que ya estaban desde un comienzo, pero sobre todo a los productos de papel y tinta.  

En el año 2008, justo al comenzar la crisis, El País tenía una difusión media de 431.000 ejemplares diarios; El Mundo, de unos 323.000; y el tercero, ABC, más de 250.000. Según la Oficina de Justificación de la Difusión (OJD), El País cerro 2015 con una difusión de algo más de la mitad de la que tenía en 2008, unos 220.000 ejemplares. 126.000 corresponden a El Mundo y ABC sobrepasa por poco los 100.000.

Las ventas de periódicos de papel han caído desde comienzos de siglo; sin embargo, las visitas en Internet a los periódicos tradicionales están aumentando


La expansión de Internet y la crisis económica han hecho mella en los diarios españoles, pero también otros mercados en los que el producto llegaba al público en formato físico han visto mermadas las ventas. El Compact Disc o CD ya no llega a tantas casas y bares. Según apunta Productores de Música de España (Promusicae), entre 2001 y 2013, el mercado de la música fue descendiendo sus ingresos hasta tocar fondo en ese último año, con 120 millones de euros. Si se comparan con los 626 millones del año 2001, la merma es considerable. Pero mientras las ventas físicas descendían, los beneficios por el uso de plataformas digitales como iTunes o Spotify han ido aumentando.

En 2006, año en el que por primera vez el sector digital tenía números verdes, las ventas digitales eran residuales, apenas acaparaban el 6% del mercado, con 21 millones de ingresos. En el último informe de Promusicae, se detalla que las ventas en formato físico y digital están prácticamente igualadas con un 50,6% y un 49%, respectivamente. Lo más llamativo de esos ingresos digitales es que más del 60% de los mismos son por suscripciones de pago y no por publicidad.

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Que el periodismo tiene que coger

«Empiezo a tener la impresión de que el paso del papel a lo digital es solo uno y no el más grande de los muchos pasos que los periódicos tendremos que dar hasta alcanzar nuestro verdadero espacio de futuro». Estas eran las palabras del director del actual director de El País, Antonio Caño, en una carta abierta a los lectores y los periodistas del medio. En ella se habla de una transición total. Dejar de imprimir en papel para publicar de manera exclusiva en formato digital es un duro golpe al que se tendrán que enfrentar los profesionales de la información. Por supuesto, los compradores del periódico físico tienen contenido exclusivo en ese formato.

Sin duda, Internet ha afectado a aquellos productos informativos y de ocio que, desde su nacimiento, han llegado al público a través de soportes físicos y que, por su naturaleza, se han digitalizado. La gente opta por el soporte digital  principalmente por la inmediatez y la ubicuidad gracias al desarrollo de los smartphones, tabletas digitales y portátiles. Si de octubre de 2004 a mayo de 2005 el EGM recogía una penetración de medios impresos del 41,4% y un 55% para revistas, hasta el mes de marzo fue de 28,2% para los primeros y de 37,3% para las segundas. Todo esto mientras Internet pasaba de un escaso 19% de penetración a un 70% actual.

Los datos de difusión están ahí e Internet lleva mucho tiempo en la redacción. «Lo que garantiza es que va a haber vida después de la muerte, aun en el caso de que desaparecieran los periódicos impresos», decía convencido Pedro J. Ramírez en un reportaje de Informe Semanal del año 2010. En aquel reportaje sobre el inicio del trasvase de los periódicos a la Red, se mostraba por primera vez cómo era «un producto informativo completamente distinto de la lectura del periódico», aclaraba el ex director de El Mundo mientras enseñaba orgulloso su diario en formato PDF. Por aquel entonces, comprar ese periódico en la plataforma de ventas digitales Orbyt, costaba 15 euros al mes. Hoy 8 euros con descuento.

Javier Moreno, director de El País en el momento de ese reportaje, recalcaba que lo fundamental es ofrecer noticias «en papel, en la web o en el móvil» y entender la noticia como «algo que en algún sitio no quiere que se sepa». Y parece que el trasvase a la web no ha sido del todo malo. Según informa Dircomfidencial con datos de Comscore, el medio de Prisa es líder en español con algo más de 17 millones de visitantes únicos en el mes de diciembre de 2015. El Mundo.es, por su parte, cerró el año con 2 millones menos. Por debajo de 10 millones de visitantes únicos, es decir, visitantes con diferentes IP, se encuentra el Huffington Post y El Confidencial con 7,5 millones y eldiario.es con 6,3 millones. 

Si comparamos, una vez más, estos datos con los de cursos anteriores, los resultados para los medios son bastante satisfactorios. Mientras las ventas físicas de periódicos bajan, las visitas a sus homónimos digitales suben. Aun así, hay diferencias entre los datos de Comscore y la OJD, y al requerir una suscripción de pago para consultar los datos, cosa que poco o nada interesa a los lectores pero sí y mucho a los medios, estos interpretan la información de manera cuestionable

A pesar de las fallas, las erratas de procesadores de textos que a veces aparecen y la sequedad de ojos que pueda causar la pantalla, muchos coinciden en que Internet ha hecho más bien que mal. En una conferencia titulada El Periodismo en la Internet de las cosas, celebrada el pasado miércoles en la Facultad de Filosofía y Letras, Ramón Salaverría, profesor de la Universidad de Navarra y experto en periodismo digital, afirmaba que Internet ha tenido una «función democratizadora» al llegar a más público y permitir la creación de blogs y páginas webs. «Ahora cualquiera puede escribir y publicarlo, la diferencia entre un periodista y una persona que no lo es radica en la calidad y el tratamiento», aseguraba. 

A finales de los 90 menos del 30% de los internautas eran mujeres. Hoy en día, el número de mujeres que se conectan a Internet supera ligeramente al de los hombres


Otro dato esperanzador y relevante en el marco de la brecha de género. En 1997, el 77% de los usuarios que entraban en Internet eran varones. El pasado mes, el EGM dilucidaba que las mujeres suponían un 50,2% de los usuarios. También se puede desmitificar el rango de edad. Ni siquiera sumando el número de usuarios de 14 a 24 años se puede superar el dato de que un 24% de usuarios tienen entre 35 y 44 años. De hecho, la segunda franja de edad con más internautas es la de 45 a 54 años, con un 19%. Los jóvenes estarán enganchados, pero los mayores más. Algo también positivo en el ámbito de la transparencia: usted puede consultar las fuentes utilizadas para este reportaje simplemente clickando en los enlaces que aparecen en naranja. 

Al comienzo del citado reportaje de Informe Semanal, aparecen unas imágenes de la sala de impresión de un periódico. Rotativas paradas, tinta azul con la forma de una mano, cajones desencajados, vallas y maquinaria abúlica. Por supuesto que eso pasará, ya está pasando. La importante es saber si después de eso la ética, la buena praxis periodística, el diccionario que  la escritura al servicio de la sociedad se convertirán en píxeles o si, por otro lado, nadie rescatará de la imprenta lo que una vez fue periodismo.