ANA GIL ARIAS Fotografía:
Si, ahora mismo, alguien ajeno al mundo del periodismo tuviera que nombrar a algún periodista importante, la respuesta sería muy predecible. Probablemente mencionaría a grandes locutores o presentadores de televisión, como Julia Otero, Susana Griso, Carlos Alsina, Carlos Herrera…
Todos ellos son ejemplos de periodistas muy populares en nuestro país. Todos ellos presentan programas con mucha audiencia, tanto en la radio como en la televisión.
Sin embargo, a nadie, o a casi nadie, se le ocurriría el nombre de algún periodista extranjero cuyos estudios hayan contribuido al desarrollo de los medios. Poca gente mencionaría a Ryszard Kapuscinski, porque poca gente lo conoce.
Ryszard Kapuscinski, nacido en Bielorrusia el 4 de marzo de 1932, fue un periodista, escritor, historiador y ensayista. Algunos datos personales son, por ejemplo, que su infancia no fue muy fácil. No tuvo un buen par de zapatos hasta su preadolescencia, ni pudo leer un libro hasta los 12 años.
A los 17 años debutó en la revista polaca Hoy y mañana. Poco más tarde, en 1951, ingresó en la Universidad de Varsovia, se licenció en Historia e incluso llegó a tener un máster en Arte en 1955.
Durante algunos años impartió clase en varias universidades hasta que, en 1951, comenzó a colaborar con periódicos y revistas internacionales. También, por esa época, comenzó a trabajar como corresponsal para Polish Press, una agencia de noticias, en África y América Latina. Además, colaboraba con medios tan prestigiosos e importantes como la revista Time o The New York Times, entre otras.
Desde 1962 se dedicaba a la literatura. Llegó a entablar una relación de amistad con el escritor Gabriel García Márquez, relación que le serviría para adquirir cierta reputación y fama en Latinoamérica.
Durante estos años publicó algunas de sus obras más importantes, como La jungla polaca, la primera de sus obras, El Emperador, Ébano, El Sha, La guerra del fútbol o Lapidarium, entre otras.
Kapuscinski se convirtió así en el escritor polaco más leído y traducido en el extranjero, no solamente por sus obras, sino por su contribución a los estudios sobre la comunicación. Algunas de sus principales reflexiones sobre este aspecto son las siguientes:
. «Los reporteros eran buscadores de contextos. Todos tuvieron que dejar sus empleos para dedicarse al gran reportaje. Este género se ha trasladado a los libros porque en los periódicos ya no cabe.»
. «Antes, los periodistas eran un grupo muy reducido y se les valoraba. La nueva era ha creado una nueva clase de periodistas. Ahora, los periodistas al estilo clásico son una minoría. La mayoría no sabe ni escribir en sentido profesional. No tiene problemas éticos ni profesionales ni se hace preguntas.»
. «Las malas personas no pueden ser periodistas.»
. «Pocas veces se habla de la responsabilidad, sobre todo ahora, cuando la libertad de expresión es entendida, muchas veces, como la libertad de publicar chapuzas.»
. «La información ha dejado de verse sometida a los criterios tradicionales de la verificación, la autenticidad o el error. Ahora se rige por las leyes del mercado.»
. «El deber de un periodista es informar de manera que ayude a la humanidad, y no fomentando el odio o la arrogancia.»
. «La actualización y el estudio constante son la conditio sine que non en el periodismo.»
A raíz de estas reflexiones, en sus últimas apariciones públicas se mostró muy preocupado por el futuro del periodismo. Creía que las nuevas tecnologías no debían dejar de lado los medios tradicionales. Tampoco debería hacer olvidar a los periodistas la forma tradicional de redactar y trabajar con una noticia.
Además, pensaba que el principal peligro en el que podían caer los periodistas era la rutina. Según él, un periodista podía aprender a escribir una noticia de forma rápida y pensar que eso es lo único que tiene que hacer. Que con escribir una noticia en el menor tiempo posible ya tiene todo el trabajo hecho. Y no es así.
En sus últimos años fue nombrado Doctor Honoris Causa en siete ocasiones, y recibió numerosos premios y distinciones. Algunos de ellos son los siguientes: el premio Príncipe de Asturias (desde 2014 Princesa de Asturias) de Comunicación y Humanidades en 2003, el Premio Letterario Elsa Morante en 2005 y su nombramiento para formar parte de la Academia Europea de Ciencias y Artes.
El escritor falleció el día 23 de enero del año 2007, en Varsovia, a los 75 años, debido a un infarto agudo de miocardio.
Este año, debido a que se cumplen 90 años de su nacimiento, se recuerdan todas sus obras y contribuciones al estudio de los medios. Porque, como decía en su obra Ébano, ¨porque nosotros nos vamos y nunca más regresamos, pero lo que escribimos sobre las personas se queda con ellas por el resto de su vida¨.