HELENA MASEDO GARZÓN  |  Fotografía: Pixabay

El ejercicio literario ha enfrentado dificultades diversas desde sus orígenes. Su regularización histórica ha condicionado el libre acceso a la documentación y la opinión, de ahí que, durante la Edad Media, el escritor ejerciera en los monasterios.

Esta medida garantizó la supervisión de escritos —en su mayoría de carácter eclesiástico—, y favoreció la centralización del poder. De este modo, quedó restringido el acceso del pueblo a uno de sus derechos fundamentales: la libertad de expresión.

ORIGEN DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN LA LITERATURA

La libertad de expresión fue reconocida por el derecho internacional en el artículo 19 de La Declaración Universal de los Derechos Humanos (París, 1948). Dicho apartado regula la intervención individual, dotando a la población de autonomía para expresar su opinión siempre y cuando no se incurra en actos ilícitos y se garantice la responsabilidad social.

Una de las herramientas que favoreció la libertad intelectual fueron los libros. Actualmente, la ley dicta que el autor de un texto tiene libertad legal para escribir sobre una persona o hecho, siempre y cuando la información sea veraz. No obstante, en la práctica, diversos factores como la censura, las leyes de difamación y la coacción social limitan este derecho.

LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y CENSURA CONTEMPORÁNEA

Recientemente, el escritor Luisgé Martín publicó El odio, una obra periodística que analiza el perfil de José Bretón, imputado por la muerte de sus hijos en 2011. La edición del volumen ha sido motivo de controversia al contener información que vulnera la intimidad de los niños, según apunta la madre de las víctimas. Tanto Martín como la editorial encargada de la impresión, Anagrama, se amparan en las libertades de publicación y expresión para justificar la divulgación de la novela.

Este caso reabre el debate sobre los límites de la censura en la literatura contemporánea. La intervención de temas objetivos, la moderación de contenidos y la prohibición de libros son circunstancias que condicionan el trabajo de los autores. Así, se observa que el reconocimiento de libertades y derechos objetivos no siempre se aplica de manera uniforme.

«El motivo —explicó una fuente presente en el Festival Internacional de Poesía de Medellín— sigue siendo la educación de la población y la necesidad de intervención aplicable a todas las sociedades democráticas para su correcta formación».

En un artículo publicado por la Universidad Isabel I también se analiza esta posibilidad: «El ejercicio de estas libertades, por cuanto conlleva deberes y responsabilidades, puede estar sujeto a las formalidades, condiciones, restricciones o sanciones prescritas por la ley y que sean necesarias en una sociedad democrática, en interés de la seguridad nacional, la integridad territorial o la seguridad pública» (Convenio Europeo de Derechos Humanos del Consejo de Europa).