AINARA ÁLVAREZ GONZÁLEZ | Fotografía: Flickr |

El pasado 4 de diciembre la sidra asturiana logró un hito trascendental en su historia al ser declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Este reconocimiento, que coloca a la sidra asturiana en el centro del panorama cultural internacional, no solo destaca su valor como bebida tradicional, sino también como una manifestación profundamente arraigada en las costumbres y la identidad de Asturias.

Un producto con identidad 

La sidra asturiana no es solo una bebida, es un símbolo de la tierra, de la gente y de su historia. Desde la antigüedad, los manzanos han formado parte del paisaje asturiano, y la cultura de la sidra se ha transmitido de generación en generación.

Es una bebida obtenida mediante la fermentación alcohólica total o parcial de la manzana fresca o de su mosto, sin la incorporación de azúcares añadidos. El proceso de servir la sidra, conocido como «escanciar», es tan importante como la bebida misma. Esta tradición consiste en verter la sidra, en un vaso grande y de cristal fino, desde una altura considerable para airearla y «romper» las burbujas, lo que resalta sus sabores y aromas. Un gesto cargado de simbología y maestría, que da lugar a uno de los rituales más representativos de la región.

[ Fotografía: Flickr  ]
Vínculo con el territorio

Asturias no sería lo que es sin su sidra. La bebida no solo es un reflejo de la cultura local, sino también de la conexión histórica entre los asturianos y su territorio. Los valles asturianos y la humedad que proporciona el clima cantábrico, ofrecen el entorno ideal para el cultivo de la manzana autóctona.

En la actualidad, existen más de 1000 variedades de manzanas cultivadas en la región, lo que otorga a cada botella de sidra un carácter distinto, dependiendo de la combinación de frutas y el proceso de fermentación. Sin embargo, solo 76 variedades están amparadas por la marca DOP (denominación de origen) Sidra de Asturias.

Prueba de la Sidra 

La Prueba de la Sidra en la calle Gascona de Oviedo, realizada una vez al año, trata de la cata de la primera sidra de la temporada que se embotella en los meses de mayo y junio, de las diferentes marcas de sidra. Esta cata se realiza en dos versiones: una profesional, compuesta por un jurado; y otra popular, que es el voto de toda la gente asistente a la prueba, teniendo un premio ambas categorías.

Su origen se remonta al 2000 con la finalidad de poner en valor un producto tan identitario como es la sidra y desde 2022 esta celebración tiene el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico Regional.

[ Fotografía: Wikimedia Commons  ]

Un reconocimiento internacional 

La inclusión de la sidra asturiana en la lista de Patrimonios Culturales Inmateriales de la Humanidad es un reconocimiento a su riqueza cultural, a su legado ancestral y a su vitalidad en la actualidad. Este reconocimiento, que no es solo para los productores, sino para toda la comunidad asturiana, refuerza el valor de la sidra como parte esencial de la región. Además, abre nuevas oportunidades para el turismo cultural. Los turistas pueden conocer más sobre el proceso de elaboración o participar en catas y festivales.

La UNESCO subraya la importancia de preservar estas tradiciones, ya que la sidra asturiana no es solo un producto, sino una práctica cultural que está íntimamente ligada a las costumbres sociales, los festivales y la vida cotidiana de los asturianos. En las fiestas de prao, las fiestas populares del Principado, el escanciado de la sidra se convierte en un parte fundamental de la celebración, una tradición que une a amigos y familiares en torno a una botella de sidra.