AINARA ÁLVAREZ GONZÁLEZ | Fotografía: Freepik |
En los últimos años, la moda ha experimentado una transformación debido a la concienciación sobre su impacto en el medio ambiente y en la sociedad.
El nacimiento del slow fashion
El fast fashion se caracteriza por la producción masiva y el uso irresponsable de recursos, sin considerar los efectos sociales y ambientales que genera. Además, ha fomentado un hiperconsumismo, con tiendas de ropa que lanzan constantemente nuevas colecciones basadas en las últimas tendencias, vendiendo ropa barata y de baja calidad que, en muchos casos, termina rápido en la basura. No obstante, este modelo está siendo cada vez más cuestionado debido a su impacto negativo en el medio ambiente y las condiciones laborales de quienes participan en su producción.
En este contexto, el slow fashion se presenta como una alternativa que invita a reducir el ritmo de producción y consumo, buscando contrarrestar los efectos perjudiciales de la moda rápida. La industria textil, que ocupa el segundo lugar entre las más contaminantes del mundo, empieza a transformarse con una propuesta que promueve la fabricación de prendas sostenibles, duraderas y elaboradas de manera ética, tanto en términos ambientales como laborales.
Sostenibilidad y responsabilidad
La sostenibilidad es uno de los pilares del slow fashion. Las grandes marcas de fast fashion contribuyen al agotamiento de los recursos naturales y la contaminación, mientras que el slow fashion promueve el uso de materiales orgánicos, reciclados y de mayor durabilidad. Algodón orgánico, lino, lana reciclada y tintes naturales son algunos de los materiales esenciales en las colecciones de la moda lenta.
Además, las marcas que adoptan este enfoque se comprometen a proporcionar condiciones laborales más justas, evitando la explotación infantil y ofreciendo un trato adecuado a los trabajadores. Asimismo, muchas de estas marcas colaboran directamente con productores más pequeños y cooperativas locales, asegurando que las ganancias lleguen a quienes realmente las generan.
La larga vida de la ropa
Otra característica fundamental del slow fashion es la durabilidad de las prendas. A diferencia de la moda rápida, que se caracteriza por colecciones efímeras que buscan ser reemplazadas cada temporada, el slow fashion apuesta por crear piezas atemporales que puedan utilizarse durante años sin perder su estilo ni funcionalidad.
Este enfoque también promueve la reparación y el reciclaje. Algunas marcas incluso ofrecen servicios de reparación y permiten devolver prendas de reciclaje o reutilizarlas, fomentando un ciclo de consumo más circular y más respetuoso con el medio ambiente.
Marcas y diseñadores
Desde pequeñas marcas independientes hasta grandes corporaciones, el slow fashion está ganando terreno. Entre las marcas más conocidas que han apostado por la sostenibilidad incluyen a Patagonia, que utiliza materiales reciclados y promueve el consumo responsable, Stella McCartney, que ha sido pionera en la moda de lujo sostenible y Le Bobú, que promueve la artesanía local.
Pero no solo las grandes empresas se están uniendo al movimiento. Muchas pequeñas marcas emergentes están diseñando y produciendo colecciones con materiales locales, fomentando la economía circular. Estas marcas no solo promueven la moda ética, sino que también ofrecen una alternativa fresca y única a las prendas producidas en masa.