CRISTINA MARTÍN SÁNCHEZ | Fotografía: Cristina Martín
El periodismo y la sonrisa como denominador común. Polonia, Lisboa y Turín. Tres destinos y tres rostros: Clara Nuño, Emma Carbonell y Jacqueline Sión. Podría ser la dedicatoria de un libro, o el título de una película, pero es la vida y la experiencia contada por las tres protagonistas. Ellas están a un paso de terminar su andadura por el grado en Periodismo y todas han disfrutado del Erasmus, aunque cuando marcharon, nunca se imaginaron que lo único que tendrían en común, sería la fecha de partida.
Cuando les plantearon la idea de solicitar el Erasmus, no se lo pensaron dos veces. Al marcar la casilla de los posibles destinos, por orden de preferencia, tampoco dudaron en cual escoger. University of Silesia in Katowice (Polonia), Università Degli studi di Torino (Turín) y Universidade Autónoma de Lisboa (Lisboa) fueron las opciones señaladas por Clara, Jacqueline y Emma, respectivamente.
Gracias al plan Erasmus plus, (Plan de Acción de la Comunidad Europea para la Movilidad de Estudiantes Universitarios), pudieron llevar a cabo uno de sus retos, el de conocer países nuevos y adentrarse en un ámbito totalmente diferente al experimentado hasta entonces. Un aspecto que confiesan les llegó a «asustar un poco».
«Fui a abrir mis horizontes», señala Emma. Tanto ella, como sus compañeras comenzaron la aventura sin una idea preconcebida del lugar. Probablemente, esa haya sido la clave del disfrute de la movilidad, a todos los niveles, tanto el personal como el académico.
Las estancias de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid, de las que salieron, no tienen nada que ver con las que ocuparon durante su tercer curso académico. En Italia, las aulas eran magnas, «había alumnos hasta en las escaleras», admite Jacqueline. En Portugal y Polonia, las asignaturas se impartían incluso en los despachos de los profesores, pues las clases eran más «personalizadas» y no superaban las 10 personas.
El periodismo enfocado a las ciencias políticas, el cine y la comunicación
En la Universidad de Silesia en Katowice, las asignaturas están más enfocadas a las Ciencias Políticas. «Lo que yo hice allí fue un año de ciencias políticas, no de periodismo», manifiesta Clara. «El periodismo allí lo imparten en polaco, y hay clases de periodismo, pero yo estaba en la universidad de ciencias sociales. Realmente en mi clase éramos gente de diferentes carreras, iba con estudiantes de derecho, historia y geografía», explica Clara.
De alguna manera, la historia del cine italiano y los trabajos de directores como Pasolini o Fellini han marcado la forma en la que la Universidad Degli studi di Torino forma a los futuros comunicadores. «He dado cine y comunicación. Había un profesor que incluso nos ponía series, como Los Soprano. Con ella nos explicaba los diferentes aspectos», aclara Jacqueline.
La cercanía del país luso, probablemente sea lo que asemeje y englobe como entendemos la profesión en España. «Yo estudié comunicación. Aprendía gestión, publicidad, periodismo y comunicación audiovisual», comenta Emma. «Había asignaturas enfocadas a esos campos o que siendo parecidas aquí no eran tan periodísticas. Allí estudias tres años y a partir de ello tu eliges el campo y te especializas. En mi caso sí creo que los planes de estudio fueron comparables», admite Emma.
Monólogos, diálogos y prácticas
El diálogo, el debate, la reflexión y las charlas con los profesores resultó ser la dinámica empleada por los docentes de la universidad polaca para desarrollar los temas que querían abordar. «Te mandaban leer ciertos textos de diferentes autores y al día siguiente lo que hacías era discutir el pensamiento del autor, qué opinabas, si estabas a favor o en contra y por qué y cuál eran las conclusiones que sacabas de los mismos. Había mucha comunicación». Una forma de impartir conocimientos que a la estudiante le llenó. «Nos daban artículos de pensadores de este siglo, del siglo pasado y teníamos que prepararlo por nuestra cuenta. Luego en clase exponíamos el por qué apoyábamos unas y otras. Te invitaban al debate».
Prácticas fue lo que se encontró Emma en Lisboa, sobre todo aquellas enfocadas a la televisión y a la radio. «Éramos 10 personas en clase. Teníamos la asignatura de televisión todo el año, con todos los medios a nuestro alcance. Podíamos editar, nos preparaban para ello. En plató practicábamos directos y siempre había un asistente, que era quien llevaba la cámara. La teoría no es como aquí, aprendes practicando», recita Emma, quien aclara, «hay que tener en cuenta que era una universidad privada y la gente no estaba masificada».
Todo lo contrario fue lo vivido por Jacqueline, que recuerda sus días lectivos como «monólogos del profesor». Sin una conversación ni oportunidad al debate. «Hay poca reciprocidad, no se emiten tantas preguntas a los alumnos como sí se hace aquí», relata Jacqueline.
Los recuerdos de Polonia, Lisboa y Turín han quedado guardados en sus memorias. En sus correspondientes destinos no solo han adquirido conocimientos nuevos, también han encontrado «otra familia» y han aprendido a valorar la que ya tenían. Cada uno decide con cuanto equipaje volver del viaje, y ellas quisieron hacerlo con la maleta llena.