PAULA REBOLLO ANDRADE | Fotografía: Susurros a pleno pulmón |
“Esto empezó un viernes 13 y, para ser esa fecha, no nos ha ido mal”, resume el poeta de La Rondilla Jorge M. Molinero. Es el fundador, junto a Rufino U. Sánchez, de un grupo poético que decía adiós el pasado viernes 18 de octubre: “Susurros a pleno pulmón”, una de las pocas iniciativas en Valladolid para escuchar y recitar poesía. Ambos fueron pioneros al traer el micro abierto a la ciudad en 2011, cuando únicamente se conocía algo parecido en Madrid o Barcelona. Se reunían en lugares como La Curva o El Desierto Rojo.
Rodeados de amigos, nutridos de cervezas y acogidos por el Bar Vía Láctea, donde hay una temperatura tan cálida como la compañía de los versos… así empezaba “El último baile”, con la presencia de Gsús Bonilla. Definido por Jorge M. Molinero como “el hombre más honesto y consecuente en la poesía”, el poeta pacense acudía para presentar su último libro, Follar. En el título juega con el gallego ‘follas’, habitual en su oficio de jardinero, y le otorga el significado de “componer algo con hojas”.
“Vamos a celebrar la poesía”, proponía el invitado mientras se situaba frente al micrófono para leer lo que calificó como “poemas confesionales”. Gsús Bonilla desnudaba la perversidad de su labor para el Ayuntamiento: “Escribo cuando ellos/ dicen tala/ y yo ejecuto”. Pero también se dejaba ver la crítica social del poeta: “Revivo la importancia/ de un parque en la ciudad”.

[ Fotografía: Paula Rebollo ]
Tras su intervención, se dio paso al micro abierto que caracteriza a “Susurros a pleno pulmón”. Los titubeos para salir a recitar se desvanecían entre las risas cómplices que compartía esta “familia que va a seguir”, entre las anécdotas recordadas de hace años, tantos que no se pueden contar porque “al fin y al cabo somos de Letras”.
Se trata de un final, y como en todo final que se precie, se recuerdan tiempos mejores: esos en los que la gente hacía cola en el exterior de los bares para escuchar al grupo poético, rememoraba una de sus participantes, la poeta Irene DeWitt. No obstante, hay tintes de celebración, como expresaba Jorge M. Molinero: “Vivo el cierre con alegría. Porque hacía al menos tres años que no hacíamos nada y teníamos la espinita de habernos ido por la puerta de atrás. Queríamos cerrarlo por la puerta grande, con un gran poeta como es Gesús Bonilla, amigo de la casa y con una calidad incontestable”.
Lejos del estereotipo que sentencia que en el mundo literario solo hay ego, en Vía Láctea se reunieron poetas que se leían a sí mismos pero sin descuidar leerse entre sí y en voz alta. Escucharlos era saber que, a pesar del final, habían ganado. Por supuesto, habían ganado experiencia, tablas, amistades… y, sobre todo, cuando el público había acudido a escuchar poesía, a prestar atención al verso musitado al micro frente a las imágenes que, a su espalda, reproducían fondos marinos. “Susurros a pleno pulmón” ha ganado cuando se escucha su poesía y no la pantalla.