CARLA SAN JOSÉ INFIESTA | Fotografía: Ignacio Repilado |
‘Lo que está ocurriendo esta noche en Burgos no aporta nada más que dolor y destrucción. La ira no nos sacará de aquí. Todo nuestro apoyo y respaldo a las fuerzas de seguridad’. Estas eran las palabras de Francisco Igea, vicepresidente de la Junta de Castilla y León, tras las protestas en varias ciudades de la comunidad.
La decisión que tomó el Gobierno el pasado 25 de octubre de poner un toque de queda en España trajo consigo una reacción amarga por gran parte de los ciudadanos. A nadie le gusta que le digan a qué hora debe o no llegar a su casa, y menos aún si impacta negativamente sobre la economía.
Por ello, algunas ciudades de las comunidades autónomas con medidas sanitarias más estrictas, como Cataluña o Castilla y León, decidieron salir a protestar en contra de la prohibición de salir a la calle desde las 22:00 hasta las 6:00. Esto implica el cierre de bares y negocios a las 21:00, en su mayoría.
Sin embargo, muchas de las manifestaciones acabaron dando un giro violento al mensaje que trataban de transmitir. Contenedores ardiendo por las calles, gritos, saqueos de tiendas… Era el ambiente que se podía respirar en Barcelona la última semana de octubre. Unas 1500 personas se reunieron en plaza Sant Jaume para protestar en contra de las medidas del estado de alarma, dando lugar a una concentración negacionista violenta. Hubo catorce detenidos y unos treinta heridos, entre los que se encuentran agentes de los Mossos d’Esquadra, guardias urbanos y ciudadanos. Estos fueron los resultados de la noche de las protestas.
‘Libertad, libertad’ o ‘no más mentiras’ fueron algunos de los gritos y pancartas que se pudieron ver durante los disturbios de Barcelona.
Burgos tampoco se quedó atrás a la hora de protestar en contra de las medidas tomadas por el Gobierno. La concentración comenzó con una manifestación de un millar de personas. Con el paso de las horas se fueron disolviendo, hasta que quedaron solo cuarenta. Estas últimas fueron quienes dieron comienzo a las revueltas de carácter violento, en las que se pudo ver varias personas lanzando adoquines y petardos a los agentes.
Muchos vecinos de la ciudad castellana salieron a los balcones a aplaudir a los agentes, mostrándose en contra de los actos violentos que destrozaron algunos barrios de Burgos.
En Valladolid también hubo manifestaciones en contra del toque de queda, pero pacíficas. ‘De hambre estamos muriendo. ¡Libertad!’ fueron las palabras de uno de los manifestantes que se reunieron en la Plaza Mayor. Pasadas las 22.00 horas, varios negacionistas se quedaron charlando hasta que llegaron furgones de la Policía Nacional pidiendo que se marcharan a sus casas. Cuando los agentes comenzaron a tomar datos, los grupos que se encontraban allí empezaron a disolverse.